Relaciones

Familias enlazadas, un modelo al alza en España: mitos y dificultades a los que se enfrentan

Rosanna, Bisbal y sus hijos
Bisbal y Rosanna Zannetti son un ejemplo de familia enlazadaInstagram @rosannazanetti
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Puede que décadas atrás separarse no fuese tan común, pero el paso del tiempo lo ha normalizado y ha integrado en la vida cotidiana. Si una relación no funciona, no tiene sentido seguir aferrándose a ella. No es, confirman las voces expertas, saludable.

Esto tiene un impacto en la estructura de la sociedad. Un estudio del Observatorio Demográfico CEU concluye que más del 50% de los matrimonios que se celebran en España acabarán en un divorcio. Según la última ‘Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios’, del Instituto Nacional de Estadística, el 42,6% de quienes se divorcian en España al año tiene hijos e hijas mejores de edad. En el 48,4% de estos casos, el proceso culmina con custodia compartida, algo que es cada vez más habitual (en el año analizado subía en 2,9 puntos porcentuales frente al anterior).

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Si se suma otro dato que aporta el INE, el de que la edad media al divorciarse está en los 46,2 años para las mujeres y los 48,7 para los hombres, se puede comprender que cada vez sea más habitual encontrarse con las que se llaman familias reconstruidas o ensambladas. Son las que Rocío López de la Chica llama 'familias enlazadas'. Sus miembros se juntan tras relaciones previas y uno o ambos aportan hijos e hijas de esos vínculos anteriores.

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La divulgadora y cofundadora de Creada-Separaciones Conscientes forma parte, justamente, de una de estas familias enlazadas y su experiencia vital —y la que suma su trabajo como asesora en estos procesos— sirve de base para ‘La familia enlazada’, el libro que acaba de publicar con Destino y que guía a las personas que están en ello. Son, como señala uno de los datos del libro, ya más de medio millón de familias en España las que conviven con hijos no comunes. En la última década, las cifras se han duplicado.

Rocío López de la Chica es asesora y fundadora de Creada-Separaciones Conscientes
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“Sí, está creciendo mucho”, confirma López de la Chica, que suma que el crecimiento de los divorcios y la bajada de las edades a las que se producen hace que sea “fácil llegar a la conclusión de que vamos a seguir aumentando”. Por eso, es más importante que nunca hablar claro sobre qué implica y qué es una familia enlazada.

Los mitos de la familia enlazada

La primera parada debería estar en los mitos. “Los más visibles tienen que ver con el rol de madrastra o padrastro. Si uno aporta hijos de una relación anterior, inevitablemente el otro miembro de la pareja —tenga hijos o no— se convierte en madrastra o padrastro”. López de la Chica apunta que esa persona debe asumir un rol que es nuevo en esa familia, pero uno que está ya muy marcado por los clichés que nos ha hecho interiorizar la cultura popular. Si pensamos en madrastras, pensamos en todo lo que nos han contado Disney, Hollywood y los cuentos de hadas. “Una persona malvada”, resume la experta. Hasta la propia palabra, cuenta, significa “peor que la madre y peor que el padre” por el uso del sufijo -astra.

Esto crea “una situación innecesaria y muy perjudicial, especialmente para los hijos”. Al tiempo, “muchas veces se vive como una lucha de poder” en la que niños y niñas sienten que tienen que escoger a su padre o madre o a la nueva pareja de sus progenitores, cuando en realidad no hay que elegir a nadie. “Realmente es una figura que viene a ocupar un lugar nuevo en la familia y es importante saber manejarse en ese rol nuevo”, apunta la experta.

Otro de los mitos no es tan visible, pero está en el inconsciente colectivo, y es la sensación de que la familia enlazada es menos válida”, señala López de la Chica, “como si fuéramos de segunda categoría o no una familia de verdad”. Por supuesto, esto no es así. Enfrentarse a la burocracia —desde pasar por la consulta médica o gestionar el cole— puede ser muy complicado, pero la experta apunta que antes de lo logístico es importante “entender primero lo emocional”.

Es un proceso lento: estas familias tardan, de media, entre 4 y 7 años en ajustarse

Instagram @rosannazanetti

Trabajar los adultos en conjunto para comprender qué límites existen y entender los vínculos que estos niños y niños tienen con sus padres y madres y con sus madrastras y padrastros es determinante para no crear conflictos. Porque, como señala López de la Chica, no puedes actuar por defecto como si fueses una segunda madre o un segundo padre, pero también se debe entender que se tiene un papel protagonista en la vida de esos niños y unos vínculos potentes con ellos.

No hay amor inmediato

Muy conectado con esto, están igualmente las falsas expectativas que en ocasiones se autogeneran, como la de pensar que se va a sentir un vínculo potentísimo con las criaturas de la pareja solo por serlo. Igual que no quieres de forma innata a ninguna otra persona, tampoco lo vas a hacer con esos niños y niñas, confirma la experta. “Se cae con mucha frecuencia en la expectativa de que, por ser los hijos de la pareja, ya los voy a querer. En las relaciones humanas, los sentimientos y el amor no funcionan de esa manera”, recuerda López de la Chica. Es importante “no pretender ocupar un lugar muy protagonista” desde el primer momento, “sino darnos tiempo, porque partimos de ser personas desconocidas”.

Una de las cosas más difíciles, que más cuestan a la familia enlazada y sin embargo son fundamentales, es aceptar el ritmo del propio proceso”, asegura. Nada va a ser inmediato y todo va a requerir paciencia. No se pueden forzar las cosas. En el libro, la experta confirma que es un proceso lento: estas familias tardan, de media, entre 4 y 7 años en ajustarse. Y si bien las más rápidas logran hacerlo en dos, a las más lentas les puede llevar hasta 12. No hay que olvidar que “somos un grupo de personas que nos encontramos. Después, pasamos a ser una tribu. Luego, iremos sintiéndonos familia a lo largo de los años”.

Una imagen de López de la Chica y la portada de ‘La familia enlazada’

En ese proceso hay que escuchar el estado emocional de los niños para ajustar el ritmo y no forzar las cosas. López de Chica apela “siempre a la crianza consciente”. Aun así, también señala que “no debemos pedirles permiso para unas decisiones que son adultas, pero sí es importante hacerles sentir que son escuchados, tener en cuenta su sentir y validarle aquello que a lo mejor no les está gustando”. Reservarse tiempo exclusivo con los hijos e hijas importa.

Igual, es determinante no dejarse arrastrar por los conflictos. Puede que la ex pareja malmeta, lo que crea una situación complicada para los niños y niñas, que se ven arrastrados a sentir que deben ser leales a su madre o padre y sufrir por ello, pero “es muy importante no entrar en esa batalla, porque hacerlo no va a reducir el conflicto sino aumentarlo”. “Nuestros hijos necesitan que el conflicto sea el mínimo posible”, asegura. Para la persona adulta al otro lado es complicado y seguramente doloroso, pero debe intentar evitarlo.

La base es la pareja

Cuenta Rocío López de la Chica que las parejas de las familias enlazadas se separan y divorcian un 20% más que las parejas de familias tradicionales. La tensión del proceso complica las cosas, pero también olvidar un dato fundamental que la experta aporta en su libro. La fortaleza de esta familia es proporcional a la calidad de la relación de la pareja que la encabeza.

“Se olvida muchísimas veces”, confirma, “ya la sociedad lleva un ritmo muy acelerado donde se nos olvida estar presente y, si además tenemos todos esos factores en contra, va deteriorando la propia relación de pareja”. Evitarlo es posible: la experta recomienda “una escucha muy grande, una apertura de mente enorme y, sobre todo, muchísima comunicación”. Hay también que “encontrar espacio de tiempo en la pareja”: tiempo a solas “porque de lo contrario la inercia se lleva por delante la relación”.