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Ibone Olza, psiquiatra, sobre las madres españolas sobrecargadas: "Hay un esfuerzo mental excesivo y está pasando factura"

La psiquiatra Ibone OlzaCortesía Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal
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Aunque cada vez se habla más de salud mental y de sus cuidados, todavía queda mucho camino por recorrer para asegurar un óptimo bienestar mental de la población. Esto ocurre en términos generales, pero sobre todo de forma específica con algunos grupos. Es lo que ocurre con las madres. Como acaba de demostrar un estudio, aún se debe trabajar mucho para mejorar la salud mental de las madres europeas. Los datos apuntan que se sienten sobrecargadas y que reconocen que su salud mental es mala. Las madres españolas son las que salen peor paradas del cómputo general.

Eso es lo que acaba de desvelar un estudio de la ONG Make Mothers Matter (MMM), que ha sido presentado ante el Parlamento Europeo. Así, según desvela ‘El estado de la maternidad en Europa 2024’, el 67% de las madres europeas está sobrecargadas y el 50% manifiesta problemas de salud mental. En España, las cifras escalan hasta el 78 y el 57% respectivamente.

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“Hablamos sobre todo de carga mental, que tienen muchas madres”, explica la psiquiatra Ibone Olza, encargada de introducir los datos españoles en el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. Pero, ¿qué es lo que está pasando factura al bienestar de las madres?

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Lo que hay que mejorar

Como resume Olza, el diagnóstico implica una falta de apoyos y otra de recursos. Aunque el estudio destaca que la ‘Estrategia de Igualdad de Género de la Unión Europea 2020-2025’ ha supuesto avances en el continente, también recuerda que sigue existiendo mucho margen de mejora. Todavía fallamos como sociedad en cuestiones de igualdad y de conciliación.

De hecho, este no es el primer estudio que aborda el coste que tiene para las madres los fallos en conciliación. La investigación ‘Sin madres no hay futuro’, de la Asociación Yo No Renuncio, del Club Malas Madres, ya apuntaba hace unos meses que “el precio de no contar con apoyos a la hora de conciliar es muy alto para las madres”. Sus conclusiones señalan que el 52% de sus encuestadas ha tenido que renunciar por la sobrecarga de trabajo, el no poder llegar a todo y el cuidado de la salud mental. El 85% reconoce que, desde que ha sido madre, se ha sentido sola “por no contar con los apoyos para conciliar”.

Por lo que respeta a la igualdad, todavía son, en líneas generales, las madres las que asumen la carga mental y las partes menos agradecidas de los cuidados. Así, ‘El estado de la maternidad en Europa 2024’ señala que las madres españolas asumen aún el 64% de las tareas domésticas, sean cuales sean las condiciones en el hogar. “O de la semana de adaptación o los cuidados cuando están malitos”, suma Olza. Ella es la que renuncia más.

Cierto es que la paternidad ha cambiado, pero todavía queda mucho por recorrer. Al fin y al cabo, un reparto equitativo no puede quedarse solo con llevar a las criaturas al parque o a las extraescolares. Además, como suma Diana Oliver, autora de ‘Maternidades precarias’ (Arpa), el cambio debe ir más allá de lo cotidiano e incluir que se tomen el permiso de paternidad completo, que entiendan la importancia de “cuidad a quien cuida” o que asuman las “tareas domésticas y logísticas”.

Oliver señala, igualmente, que no se trata solo de una cuestión de los padres, sino que este es un asunto importante para toda la sociedad. Invita a “cambiar la mirada de ‘tus hijos, tu problema’”.

El 21% de las madres muestra burnout

En resumidas cuentas, este estado de las cosas tiene consecuencias. El 21% de las madres españolas, según los datos de MMM, muestra ya burnout. “Hay una carga mental excesiva y está pasando una factura a la sociedad”, explica Olza. “Y muchas mujeres no pueden pedir ayuda”, advierte.

El estudio de la Asociación No Renuncio concluye que la conciliación sigue siendo “un privilegio pagado”: 2 de cada 5 mujeres no pueden asumir el coste de los cuidados que les permitiría conciliar (por ejemplo, escuelas infantiles) y acaban renunciando para cuidar. Como suma ahora el estudio de MMM, las madres que trabajan a tiempo completo pasan del 79% al 52% tras el nacimiento del primer hijo. Solo abandona el mercado laboral el 6%, pero las que se quedan se enfrentan a un entorno que no se lo pone fácil, advierten en las conclusiones.

Una cuestión compleja

Aunque, como explica Oliver, no se trata solo de estas cuestiones. “No es solo hablar de conciliación”, sino de algo mucho más amplio. “Lo importante es centrarnos en por qué está la maternidad mal”, señala. Aquí entran factores que impactan a las madres, pero también a la sociedad en general. La experta habla de la precariedad, que es una cuestión sistémica y que se afronta en el trabajo o en el acceso a la vivienda; pero también de cómo nos relacionamos, ya que se ha perdido las redes. “Hace insostenible maternar con dignidad”, resume.

Incluso, se suman elementos como la carga por ser madres perfectas, que ahora se transmite vía redes sociales, medios y elementos inspiracionales. “Se construyen ideales imposibles”, apunta Oliver. Vemos casas impolutas, madres ideales que llegan a todo y juguetes Montessori que extraen todas las capacidades de niños y niñas, pero escasas rabietas en el supermercado o salones que han vivido una tarde lluviosa de domingo.

Todo esto suma “mucha culpa”, como añade Olza, que puntualiza, eso sí, que no deberíamos caer en la trampa de volver a descargar la culpa sobre las mujeres cuando hablamos de algo estructural. “El problema es social, comunitario”, advierte la experta.

Una respuesta conjunta

Por eso, la respuesta debería ser social y, como apuntan las expertas y el propio estudio de MMM, debería pasar por escuchar a las madres. Ahora mismo, se tiende a caer en aprobar medidas que dan titulares o que ponen parches inmediatos frente a cambios más profundos. Es un poco, como compara Oliver, “como el greenwashing”. Pero este es un problema complejo —“no lo vamos a resolver con un hilo de Twitter”, ejemplifica Olza— que requeriría una apuesta transversal y a largo plazo. “No podemos ver la maternidad como un ente aislado”, apunta Oliver.

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