Los beneficios de tener un jardín: "Un rincón verde donde desconectar se ha convertido en una prioridad para mucha gente"

Además de reducir el estrés y la ansiedad, los jardines nos hacen movernos más y nos ayudan a desconectar
Seis plantas que son amuletos de la suerte y atraerán las buenas energías en casa
“Lo admito: a veces, en mi huerto, me olvido de la realidad, dura por acuerdo universal”. Esto lo confesaba en una columna —que acaba de publicar en España en el libro ‘Aprendiz de felicidad' Errata Naturae— la escritora Pia Pera. Pera había dejado hace unos años atrás la ciudad para irse a vivir a una casa familiar medio abandonada en la Toscana y recuperar de paso su huerto y su jardín. Fue contando sus experiencias en varios libros, que conectan muy bien ahora con un público lector que valora cada vez más lo verde. Porque si algo hemos aprendido en estos últimos años es que un jardín importa y que, poner uno en nuestras vidas, ayuda a sentirnos mucho mejor.

Durante la pandemia y, en especial, durante los meses del confinamiento, una de las cosas que echábamos de menos eran las zonas verdes. “Muchas personas descubrieron durante el confinamiento lo beneficioso que era rodearse de plantas, y eso ha dejado huella”, nos confirma Celina de Manuel, jefa de producto Jardín de Leroy Merlin. En cuanto pudimos volver a las tiendas, las ventas de plantas y muebles de jardín se dispararon, pero la pasión por la jardinería no ha decaído.
“Ese interés no solo se mantiene, sino que sigue creciendo”, señala de Manuel. “La idea de tener un rincón verde donde desconectar se ha convertido en una prioridad para mucha gente”, apunta. De hecho, la experta señala que la tendencia “viene de lejos” y que empezaron a notar hace unos años que había más interés por la naturaleza. “Lo que antes era más decorativo o estético, ahora tiene que ver con bienestar, salud, incluso con la necesidad de parar un poco y reconectar con un ritmo más natural. Es un cambio que ha ido a más y que ha llegado para quedarse”, cuenta.
Bienestar entre plantas
De Manuel cita un estudio coordinado por la Universidad de Sevilla que analizó las experiencias pandémicas: un 74% de los encuestados reconocía que tener plantas en casa les ayudó emocionalmente en esos meses y un 40% aseguraba que quería tener todavía más plantas en casa. Las plantas les habían hecho bien.

Lo cierto es que este no es el único estudio que apunta en esa dirección, esté o no conectado con la pandemia. Las investigaciones científicas apuntalan la idea de que los jardines nos dan bienestar. Así, ayudan a ganar paz mental, a relajarnos y a desestresarnos, porque se reducen los niveles de cortisol. En cierto modo, buscamos en las flores paz interior. En ‘El jardín contra el tiempo’ (Capitán Swing), Olivia Laing cuenta como los soldados de la Primera Guerra Mundial creaban jardines en sus trincheras. Sabían que era probable que fuesen a morir en breve o que sus cultivos tuviesen una vida efímera, pero querían tener plantas cerca porque les ayudaban.
Además del bienestar mental, los jardines también aportan beneficios para la salud física, porque mientras los trabajas estás haciendo ejercicio de cierta intensidad y, muchas veces, sin darte cuenta. El año pasado, un estudio de la Universidad de Colorado Boulder, en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), determinó que la jardinería comunitaria —como los huertos urbanos— no solo mejoraban la salud mental, sino que además ayudaban a reducir el riesgo de cáncer entre quienes participaban en esas iniciativas.
Albert Cervera, el CEO de Simbiotia, confirma que los estudios sobre los beneficios para la salud de los jardines son múltiples y recuerda, como muestra, uno en un hospital de Colorado, que siguió durante varios años la recuperación de dos grupos de pacientes. Unos tenían las clásicas vistas hospitalarias y otros vistas de naturaleza. A los segundos les iba mejor.
Terapia en el jardín
De hecho, existen ya los jardines terapéuticos. “Todos los jardines son terapia, porque todo lo que es estar en contacto con la naturaleza es sanador”, apunta Cervera. Pero si vamos a lo técnico, en los pensados directamente con fines terapéuticos, el diseño está pensado para tener un impacto positivo en ciertos colectivos o para generar ciertos beneficios.

“Desde la pandemia ha habido un despertar”, asegura. Existe un mayor interés por incluir este tipo de recursos en los centros sanitarios y de cuidados, para mejorar el bienestar, pero incluso las empresas se los plantean como un recurso para hacer más amigables y atractivas sus oficinas.
Esto conecta con todas esas personas que están creando sus propios jardines o incorporando plantas a sus casas. “En el fondo, lo que buscamos con estos espacios es sentirnos bien”, indica de Manuel. “Vivimos en un entorno cada vez más acelerado, rodeados de pantallas, ruido y muchas veces con poco contacto con lo natural. Y las plantas, por pequeñas que sean, nos ayudan a bajar el ritmo”, señala. De paso, las plantas “purifican el aire, regulan la humedad, ayudan a reducir el ruido ambiental y hasta pueden mejorar nuestra concentración”.
Como suma en su libro Olivia Laing, los jardines podrían ser hasta una poderosa herramienta para los retos del futuro más próximo, desde la emergencia climática hasta las necesidades de comer más saludable. Habría que “comprender que el jardín, igual que la biblioteca o el hospital, es lo que hace permisible nuestra vida”.

Un jardín para todo el mundo
Pero ¿puede tener todo el mundo un jardín? “Lo verde es barato”, recuerda Cervera, lo que lo convierte en un potente activo para las infraestructuras públicas. Abrir un jardín en un hospital o en un barrio no es necesariamente una inversión tan elevada.
Pero, a nivel personal, tampoco es necesaria una inversión desaforada. Cierto que quien más y quien menos preferiría tener su casa con un bonito jardín, pero los beneficios de las plantas llegan ya con una pequeña maceta. “No hace falta contar con un gran jardín para disfrutar de la belleza y los beneficios de las plantas. A veces, basta con una simple repisa en la cocina, el alféizar de una ventana o una estantería olvidada para crear un pequeño rincón verde”, confirma de Manuel. Hasta algunas plantas sobreviven a los cuidados de las personas con menos habilidades verdes, como el poto o la aspidistra.
“Al final, no se trata tanto del espacio disponible como del deseo de conectar con lo natural. Crear un pequeño oasis en casa es más fácil de lo que parece”, recuerda la experta. También Cervera confirma que nuestro jardín no tiene que ser grande para poder beneficiarnos. Incluso, se puede llevar la naturaleza a lugares en los que de entrada podría parecer imposible. En su empresa han llevado naturaleza hasta a las plantas de Oncología, donde por cuestiones de salud no se pueden introducir seres vivos. Unas imágenes de naturaleza pueden ya dar los primeros impactos positivos.