Violeta Mangriñán acude al hospital de urgencia con su hija Gala: "Nunca había tenido un sentimiento tan feo"

  • Tras dos días de fiebres muy altas, Violeta Mangriñán ha tenido que acudir al hospital con su hija Gala

  • La influencer ha podido volver a casa con su hija, que casi se queda ingresada unos días en el hospital

  • "Nunca fui tan vulnerable", ha dicho la valenciana tras pensar que pudiese pasarle algo a su hija

"Anoche puse a Gala a dormir a mi lado porque la sentía inquieta y a las dos horas me desperté porque la sentia ardiendo". Así empezaba Violeta Mangriñán a relatar, a través de sus redes sociales, cómo se encontraba su hija Gala, que nació el pasado mes de julio. Tras dos noches con "fiebre muy alta", la influencer aseguraba sentir "mucha rabia" por no saber el motivo por el que su hija estaba así. "Pensamos que igual pueden ser los dientes, pero su pediatra nos ha dicho que 39 de fiebre es demasiado para que sea eso", explicaba a sus seguidores poco después de comenzar el día.

Debido a que durante el día continuó con fiebres muy altas, Violeta y su pareja, el cantante Fabio Colloricchio, acudían al hospital de urgencia, "por segunda noche consecutiva", para comprobar que todo estaba bien. "Gala está ardiendo en fiebre. Tiene 39,1. Nos han dicho que los dientes no producen fiebres tan altas y van a descartar si tiene infección de orina", explicaba, asustada, desde el hospital.

Una vez en casa, la influencer confirmaba que el problema de salud de su hija era una infección de orina, motivo que le había provocado "fiebres tan altas de dos días". "En principio se iba a quedar ingresada dos días en el hospital con antibiótico en vena, pero finalmente nos han dejado volver a casa y le daremos el antibiótico en casa", decía, más tranquila, desde el chalet al que se mudó a principios de este año.  

La dura reflexión de Violeta Mangriñán tras el susto de su hija Gala

Una vez en casa, la influencer ha utilizado su cuenta de Instagram para reflexionar sobre la cara más dura de la maternidad. La valenciana estaba muy preocupada y asegura que "no hay nada peor en el mundo" que ver a un hijo mal. "Nunca había tenido un sentimiento tan feo como el que he vivido esta noche en el hosital, y eso que lo de mi hija era un mal menor, gracias a Dios. No quiero ni imaginarme el sufrimiento de aquellos padres cuyos hijos están enfermos de gravedad, es que no me lo quiero ni imaginar", reflexionaba públicamente.

La influencer dice que desde hace seis meses, que fue cuando se convirtió en madre por primera vez, entiende muchas cosas y no deja de aprender cada día. También dice que entiende "cada vez más" a todos aquellos que deciden no ser padres por voluntad propia. "Ser padre es un sufrimiento constante, vivir con un miedo eterno de que a tu hijo no le pase nada. Nunca fui tan vulnerable", ha confesado a sus millones de seguidores.

Más allá del estado de salud de su hija, a Violeta Mangriñán le está costando adaptarse a su nueva vida en Valencia. La influencer ha pasado de vivir en un pequeño piso en Madrid, a una impresionante casa en su tierra con jardín y piscina. Dejando a un lado el estrés de la mudanza y la conciliación con su hija, Violeta contaba hace unos días que estaba muy asustada porque dos hombres llevaban días rodeando su casa y tuvieron un encontronazo con Lila, su hermana pequeña. "Hay muchísimas cosas de mi vida que no sabéis y que jamás las cuento por aquí, pero eso no significa que no me pasen", decía, muy preocupada, a través de las redes.

La influencer y su novio, el cantante Fabio Colloricchio, llevaban días viendo "un Audi negro ranchera dando vueltas, vigilando y observando" su casa. Lila Mangriñán, hermana pequeña de Violeta, salió a pasear a la perra cuando "vio pasar el coche" y decidió hacerle una foto para tener registrada la matrícula y al conductor. "Él se dio cuenta y dio marcha atrás a toda leche y le dijo a mi hermana: '¿Por qué le sacas una foto, acaso tienes miedo?'", contó hace unos días. Finalmente su padre acudió al cuartel de la Guardia Civil para poner una denuncia y la influencer admitía no sentirse segura en su propia casa.