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Para la moda, los años 60 fueron una de las décadas más importantes del siglo XX. El baby boom de la postguerra dio lugar en esta década a una altísima proporción de jóvenes que unieron fuerzas y se rebelaron contra todo aquello en lo que creían sus progenitores.
La juventud marcó su propio destino bajo lemas como `haz el amor y no la guerra’ o ‘sexo, drogas y rock & roll’ y quiso distanciarse de las convenciones también a través de la ropa. Londres era el centro del mundo, al menos el de la juventud, y el lugar en el que nacían las nuevas tendencias culturales dando lugar a un movimiento conocido globalmente como Swinging London.
Los jóvenes no querían ser como sus padres y mucho menos vestir como ellos. Por suerte contaron con varios diseñadores que entendieron y atendieron sus necesidades. Nombres como Mary Quant, Yves Saint Laurent, André Courrèges, Pierre Cardin, Paco Rabanne o Sonia Rykiel, construyeron las señas de identidad de la moda de esta década.
Junto al nacimiento del prêt-à-porter (la causa por la que Balenciaga cerró todos sus salones), la minifalda fue la gran invención de la década, pero la moda de los años sesenta fue mucho más.
En las calles convivían el estilo hippie con su obsesión por el ‘flower power’, las baby dolls inspiradas en la ‘Lolita’ de Nabokov que se llevó al cine en 1962, la psicodelia a la que cantaron los Beatles camuflando el LSD bajo el título ‘Lucy in the Sky with Diamonds’ y el ‘Space Age’ como respuesta a la llegada del hombre a la luna, que se produjo en 1969.
La rebeldía se manifestaba en forma de medias de colores y leotardos que estaban en las antípodas de las finísimas medias de seda negras que usaban las señoras entonces, las jóvenes preferían las botas altas de tacones anchos por contraposición al tacón de aguja de sus madres, apostaban por los patrones geométricos que no marcaban la silueta femenina y, en definitiva, buscaban libertad para vestir como cada cual quisiera.
La minifalda combinada con unas botas altas o de media caña, siempre de tacón ancho o completamente planas, se convirtió en uno de los uniformes favoritos de las jóvenes de la década.
Los estampados psicodélicos y caleidoscópicos fueron, junto a las flores, uno de los recursos más explotados en los años 60 y Emilio Pucci uno de sus más fieles representantes.
La llegada del hombre a la luna inspiró una nueva forma de vestir llamada ‘Space Age’, un estilo espacial en el que el uso del PVC, las mallas ajustadas, los tejidos metalizados, las ‘go-go boots’ y los patrones de corte A se convirtieron en sus señas de identidad.
El baby doll es un vestido creado por Balenciaga a finales de los 50 para la Marquesa de Llanzol (ironías del destino), una pieza de aire infantil que las jóvenes de los sesenta adoptaron para imitar la ‘inocente’ adolescencia de la Lolita de Nabokov.
El amor libre, la revolución sexual, el pacifismo y el respeto por la naturaleza fueron algunas de las bases del nacimiento de la corriente hippie, que también diferenciaba a sus miembros por el modo de vestir con sus prendas amplias de colores vivos y diseño étnico.