'Galerías Paradise' nos inspira: repasamos las prendas vintage imprescindibles

Adela Leonsegui 11/04/2013 18:23

En Galerías Paradise hay ambición, amor e intrigas. La serie que está ambientada en la Inglaterra Victoriana de 1.870 y basada en una novela de Emile Zola, cuenta la historia de Harry Selfridge, el fundador de los famosos almacenes ingleses ‘Selfridge’, por eso también encontramos telas de seda, vestidos de noche, para recepción o para el té; encajes, puntillas, sombreros, perfumes, guantes y toda clase de cintas, pasadores o alfileres. Galerías Paradise es como estar en el cielo de las compras.

La moda del siglo XXI se alimenta de todas las épocas anteriores y de la Victoriana existen numerosas influencias. La silueta de moda entonces era en forma de reloj de arena, formada por dos prendas, un cuerpo muy ceñido y una falda con ‘polisón’ y aunque no sea habitual en nuestras calles, la alfombra roja nos sigue trayendo a la memoria la figura ‘hourglass dress’ con actrices tan icónicas y elegantes como Diane Kruger.

A nuestra época el ‘dos piezas’ ha llegado, por fortuna, muy transformado, ya es un básico de nuestros armarios y en las últimas temporadas se ha retomado aquella silueta con la aparición del 'peplum’, ese pequeño volante que se añade a camisas y chaquetas y cuyo objetivo es afinar ópticamente las cinturas agrandando las caderas.

El corsé, esa prenda obligatoria que apenas dejaba respirar, comer o sentarse y que hacía que las damas tuvieran una cintura minúscula, se ha convertido en pieza fetiche de diseñadores como Jean Paul Gaultier o Maya Hansen.

Ya no es sólo un instrumento con el que dar forma al cuerpo bajo la ropa, ahora se ha viste por fuera y es el protagonista, incluso, de estilismos masculinos. El corsé ha perdido parte de las connotaciones fetichistas que adquirió a lo largo del siglo XX (desde el Moulin Rouge hasta Madonna) y, según se combine con ropa más o menos sport, dará lugar a un look de alfombra roja, como el de Blake Lively, o menos sofisticado y adecuado para la calle.

Adornos como el camafeo, que se ataba al cuello con una cinta de raso, han pasado a ser objeto de deseo y las ‘it girls’ los suman con naturalidad a sus estilismos. Los camafeos eran figuras, generalmente cabezas femeninas, que se tallaban en piedras preciosas y se montaban para ser utilizadas como joya. Miroslava Duma, del blog stylelovely.com, una de las blogueras más influyentes del panorama ‘fashion’, los usa en grupo para dar un aire romántico y moderno a su ‘look’.

Los pequeños sombreritos de diario, era habitual que las mujeres fueran cubiertas, han llegado a nuestros días como complemento para ocasiones extraordinarias, pues no conseguimos llevar a costumbre el hecho de usar sombrero a diario. Es un accesorio tan coqueto que muchas hemos caído en la tentación de comprar, en más de una ocasión, uno que nos sentaba tan genial en la tienda como a Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York.

Los adornados con flores o pájaros han pasado a ser los tocados que usamos para eventos especiales. Si bien en la época Victoriana hubo excesos como el de llevar hasta nidos enteros adornando la cabeza, ahora no nos quedamos atrás y en ocasiones pesan más los tocados que los vestidos, al menos visualmente, como este tan llamativo de mariposas volando diseñado por Philip Tracy .

Este año, especialmente, se han puesto de moda las rayas verticales que tienen su origen en las telas de tafetán de seda rayadas que venían de oriente y, aunque hayamos cambiado la seda por el algodón, siguen resultando igual de elegantes. Balenciaga, en su desfile de 2006, las acompañó de cuellos alzados fruncidos con cinta de terciopelo, ‘ruffles’ y encajes, en una imagen muy evocadora.

La inspiración Victoriana nunca se ha bajado de las pasarelas. Casas de costura como Rochas, que siempre se ha caracterizado por el romanticismo, en algunas ocasiones le han dedicado colecciones enteras, como el vestido negro de la imagen inferior. Balenciaga o, recientemente Giles han tomado sus referencias y, actualizándolas, nos hacen desear cruzar las puertas de Galerías Paradise y comprar, al menos, una fruslería, como decían en la época.