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Esta pandemia ha afectado indirectamente a Silvia Jato. Concretamente a su novio, el expresidente de la Generalitat Valenciana Alberto Fabra, que hace más de un mes dio positivo en coronavirus. El camino hasta su recuperación no ha sido fácil. Los primeros días los pasó en casa, en aislamiento voluntario. Pero el 18 de marzo, cuando se percató de que su salud no mejoraba, tuvo que ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Castellón.
“Han sido momentos horribles que han tenido un final feliz gracias a los sanitarios”, lo ha descrito ahora su pareja, que ha compartido en su Instagram su enorme alegría por la recuperación del expolítico. Con estas palabras, la presentadora habla de las largas semanas en las que Fabra estuvo sin poder salir de la UCI hasta el pasado 6 de abril, día en el que pasó a planta coincidiendo con su 56 cumpleaños.
“Aprovecho este día de la madre para dar las gracias a todos los que os habéis preocupado por la salud de Alberto, mi pareja. Ya he recuperado la sonrisa y la quiero compartir con todos los que no me habéis dejado ni un solo minuto. Gracias de corazón”, ha escrito Jato en sus redes sociales, donde asegura estar “eternamente agradecida” del apoyo que han recibido a lo largo de estas duras y largas semanas en el hospital.
Además, tras vivir en su propia piel las consecuencias del COVID-19, Silvia se ha sumado al dolor de “todas las familias que han perdido a un ser querido”, a las que ha mandado un abrazo en la distancia. Para terminar, sus palabras también han ido dedicadas a la sanidad madrileña por “haber estado pendiente” de ella, demostrando que lo de los sanitarios es vocación.
La primera vez que les vimos juntos fue hace ya cuatro años, cuando un paparazzi les pillo paseando por Madrid. Desde entonces, Silvia Jato y Alberto Fabra han ido consolidando una relación que han intentado mantener alejada del foco mediático. En contadas ocasiones se han dedicado gestos de cariño en redes sociales. Salvo esta ocasión, en la que con sus palabras la presentadora ha demostrado ser el gran apoyo del expolítico en uno de sus momentos más complicados.
Su noviazgo arrancó poco después de que ella rompiese con el juez Enrique López, un noviazgo que se produjo después de que Jato se divorciase del piloto Eduardo San Román, padre de sus tres hijos.