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Vivir en uno de los 30 cohousing sénior que hay en España, una alternativa a las residencias: "Somos gente que quiere hacer cosas"

Los residentes de Trabensol en el cohousingTrabensol.org
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“Nos llamaron, nos dijeron que había quedado una plaza libre y dijimos ‘este es el momento’”, recuerda Paco sobre el momento en el que él y su mujer decidieron, tras varios años asociados, por fin mudarse a Trabensol, el cohousing sénior de Torremocha del Jarama (Madrid). Era, además, un ahora o nunca: la edad límite para entrar son los 70, aunque si se entra en pareja basta con que una de las dos personas esté por debajo. Él, que tiene ahora 76, se pasaba y ella tenía ya 69. Además, sus nietos eran ya algo mayores y su ayuda menos necesaria. “Es muy fuerte cortar e irte a un sitio en el que no conoces a casi nadie, en otro pueblo, en otro entorno…”, cuenta para explicar por qué esperaron hasta estar en el límite. Hicieron el traslado en 2022 y admite que aún están adaptándose, pero su pasión por la vivienda escogida se transmite en su voz. Habla y enumera todas las maravillas de su lugar de residencia actual desde una sala con “una vista extraordinaria”. Aunque, como puntualiza, esas vistas son algo común en todo el edificio.

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Trabensol es uno de los 30 'cohousing sénior' que hay en funcionamiento en España, un centro social de convivencia para mayores que empezó a funcionar en 2013, pero cuya historia se remonta hasta el año 2000, cuando nació la idea en las comunidades de barrio de Vallecas y Moratalaz. En 2002 montaron la cooperativa y empezaron a buscar terreno, recorriendo unos 130 pueblos distintos para ver si encontraban el más adecuado. Lo compraron en 2006, se edificó y en 2013 abrió las puertas. “La clave fundamental de esto de un cohousing es que el camino no es hacer primero una cooperativa que construye un centro y luego se hace una comunidad de personas, sino justo al revés: se empieza en una comunidad de personas que quiere hacer un proyecto, y entonces para eso hacen una cooperativa y ya construyen al final un centro donde van a vivir la última etapa de su vida”, puntualiza Paco.

Diferencias entre residencias y 'cohousing seniors'

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Entre las muchas diferencias que hay entre una residencia de ancianos al uso y un cohousing sénior hay dos principales. En primer lugar, se trata de algo totalmente autogestionado: a través de comisiones, son los propios residentes los que han levantado el proyecto desde cero y gestionan y organizan a través de comisiones toda la vida dentro, desde los servicios de limpieza o comedor hasta la comunicación (comisión a la que pertenece Paco), pasando por la decisión de quién se suma como nuevo vecino o vecina, la decoración o las muchísimas actividades de ocio que tienen. La segunda diferencia se desprende un poco de esa primera: mantienen una vida muy activa. “Somos gente que quiere hacer cosas. Hay coro, hay gente que va a guitarra, grupos de senderismo, cine…”, enumera. Además, resalta que Trabensol es un lugar que también quiere aportar a su entorno. “Los principios y los valores que nos inspiran en la gestión de nuestro centro son solidaridad, ayuda mutua, cooperación y un compromiso con nuestro entorno social. Es decir, nosotros venimos aquí al pueblo y colaboramos con el Ayuntamiento. Además, esto está abierto. A las sesiones de cine, por ejemplo, puede venir cualquier persona del pueblo, igual que a todos los talleres que se hacen aquí. Hacemos chi kung todos los días y hay gente de los alrededores”, ejemplifica.

El edificio, que usa energía geotérmica y en el que actualmente viven unas 80 personas, tiene 54 apartamentos. Son todos iguales: de 50 metros cuadrados, orientados al sur de forma que en verano el sol da en la terraza y en invierno entra en casa, adaptados para silla de ruedas, con baño terapéutico, su propia cocina… Se garantiza la privacidad e intimidad, pero se promueve la socialización. Por ejemplo, aunque quien quiera puede cocinar y comer en su propio espacio (y hay quien lo hace por prescripción médica), al contar con una gran infraestructura de comedor… ¿por qué comer en soledad?

En España hay actualmente unas 30 viviendas colaborativas de este tipo en marcha y unos 1000 proyectos, explica Marga Torrego Llorente, presidenta de la Asociación Jubilares. Es un bum que nace de una situación demográfica muy particular: la pirámide de la población se está invirtiendo. “Vamos hacia una sociedad envejecida pero también una sociedad longeva, con más y con mejor salud. Las perspectivas de las personas que llegan a esta etapa están lejísimos de las que tenía la generación anterior”, señala.

Sin embargo, no todas las iniciativas que se quieren sumar al 'boom' son vivienda colaborativa, puntualiza, ya que la base ética y la autogestión son muy importantes. Además de la propiedad, que permanece en la cooperativa. “Cada persona que vive en uno de estos cohousing es usuaria, por lo que no hay especulación, no se puede decidir revalorizar tu unidad residencial ni decidir quién entra en tu lugar si decides irte o cuando falleces. La cooperativa elige entre unos perfiles”, indica.

Precios de los cohousings y cómo entrar

Si esto te parece atractivo para tu futuro, ¿qué debes hacer? ¿Cómo entrar en uno de estos lugares? Hay dos vías principales: montarte tu propio cohousing o intentar entrar en uno ya existente. “Lo que suele originar estos proyectos es lo que se llaman grupos semilla, que se juntan alrededor de una idea y dicen, ‘oye, ¿por qué no nos vamos a ir juntos?’”, señala la presidenta de Jubilares, asociación que, entre otras cosas, ayuda y asesora a los grupos de personas que quieren montar algo así. De ahí, se convierten en cooperativa para poder abrir una cuenta, definir su proyecto, buscar terreno, diseñar los espacios, construir… Es decir, se trata de un proyecto a largo plazo que ya supone muchísima actividad. “El proceso en sí ya es una actividad muy enriquecedora: trabajan en comisiones, aprenden un montón, hay parejas que se divorcian y parejas que se vuelven a reunir, porque pasan por un proceso de revisión, se van de vacaciones juntos… Al final se hacen familia. Muchos bromean con que practican el envejecimiento no activo, sino hiperactivo”, indica Torrado.

La otra opción, la de unirse a un cohousing ya en funcionamiento, requiere también pensar con antelación, porque normalmente hay unos límites de edad tanto por arriba (los 70 años de Trabensol) como por abajo. Además, se suele requerir un certificado médico que indique que la persona está sana. Y, por supuesto, hay una entrevista previa en la que se determina si lo que busca esa persona coincide con lo que va a encontrar en la vivienda. Por ejemplo, normalmente son perfiles de personas con mucha historia en el mundo del activismo, que ya vienen de otras cooperativas. Paco explica cómo es el prooceso en Trabensol: primero te entrevista la comisión de Acogida y, si te aceptan, pasas a ser asociado (que no socio) y pagar una cantidad mensual, aunque todavía no te mudas. Cuando queda una plaza libre y seleccionan tu perfil, te avisan y, si te interesa, debes pagar una entrada (“porque aquí hubo que comprar unos terrenos, pedir créditos, construir”, explica Paco), de la que se descontará lo que ya has ido pagando mes a mes. Una vez dentro, pagas también cada mes por el uso, mantenimiento, etc.

En cuanto a las cantidades, en Trabensol son 100 euros mensuales cuando eres asociado, antes de entrar. La entrada son 145.000 euros y la mensualidad como socio (es decir, como residente), algo más de 1000 euros, con diferencia entre las parejas (que comparten apartamento) y las personas que entran solas. ¿Qué pasa si al final decides no entrar o si te marchas por la razón que sea? La entrada (o lo que hayas pagado si aún no has entrado) se te devuelve en su totalidad. Ocurre lo mismo cuando alguien fallece: esos 145.000 euros van para sus herederos. Es decir, lo que se paga es una cesión de uso, no la propiedad del apartamento. No se hereda el apartamento, sino el dinero que vuelve a quedar libre cuando termina el uso.

Al leer estas cifras queda claro que la barrera de entrada económica es todavía alta. “En total pueden ser unos 200.000 euros, hay que tener pasta”, admite Marga Torrado. Por esta razón, cree que es necesario todavía mucho apoyo público. “Debería estar al mismo nivel que el alquiler protegido” señala. Al fin y al cabo, "son personas que no van a pedir un centro de día o una residencia o asistencia a domicilio". Los cohousing sénior son, en definitiva, una alternativa muy atractiva para otro tipo de envejecimiento. Estamos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la Década del Envejecimiento Saludable. Las personas que montan, gestionan y disfrutan sus viviendas colaborativas para mayores son un ejemplo de que esa otra vejez es posible.