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El perfume de Isabel Preysler que huele a limpio y es perfecto para el verano

La socialité tiene buen gusto también en la elección de su aromaCordon Press
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Hablar de Isabel Preysler es hablar de elegancia. De esa que no se construye con excesos ni artificios, sino con pequeños gestos: una sonrisa pausada, un abrigo con un corte de lo más elegante, una joya mínima pero bien elegida. Y es que con los años, su figura se ha convertido en sinónimo de estilo clásico, refinado y eternamente actual. Además un país como el nuestro, donde las tendencias van y vienen con rapidez, ella ha sabido mantenerse en un lugar aparte: el de quienes no necesitan seguir modas porque ya son parte del imaginario colectivo. Isabel es la encarnación del buen gusto, la discreción lujosa, y una feminidad sofisticada que, como su presencia, nunca pasa de moda.

No es extraño, por tanto, que incluso en sus elecciones más íntimas, como un perfume, exista esa misma coherencia de estilo. Pues, al fin y al cabo, dicen mucho de quien los lleva. Son una declaración silenciosa pero poderosa. El olfato, ese sentido tantas veces subestimado, es también el más emocional y evocador ya que nos transporta, nos conmueve, nos hace recordar. Y es que basta una nota olfativa para que vuelvan a nosotros recuerdos precisos, paisajes de la infancia, personas que ya no están o veranos que creíamos olvidados.

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Podríamos decir que el perfume es, en cierto modo, una forma de memoria líquida. Y cuando una fragancia se asocia a una persona como Isabel Preysler, no solo se convierte en su sello invisible, sino en una extensión natural de su identidad.

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Precisamente uno de sus favoritos, según ha declarado en más de una ocasión, es Red Roses, de Jo Malone London. Y no sorprende. Esta fragancia, delicada pero con carácter, es un homenaje a la rosa en su estado más puro. Y es que, Red Roses es una fragancia, fresca, como si fuese recién cortada. Y por eso, se convierte en el aliado perfecto para los días cálidos del verano, cuando buscamos aromas ligeros pero con personalidad, que acompañan sin imponerse.

Una fragancia con carácter propio

Lanzado originalmente en 2001 y reformulado en los últimos años, Red Roses se compone de una mezcla de siete variedades de rosas que aportan una riqueza floral y orgánica. Además, encontramos una chispa de limón y menta que refresca la composición, evitando que se vuelva dulce o pesada.

Lo interesante de Red Roses es que, a pesar de ser una colonia -con la ligereza y la volatilidad que eso implica-, su estela permanece más de lo esperado. No es intensa, pero sí constante. Quien lo lleva no irradia perfume, sino que lo insinúa. Es el tipo de aroma que solo se percibe de cerca y que despierta comentarios del tipo: “¿Qué llevas? Hueles a limpio, a flores frescas”. Y es aquí precisamente donde está su encanto. Es una fragancia que no busca seducir de forma evidente, sino dejar una huella sensorial sutil pero duradera. Como la propia Isabel.