Aciertos y errores de la boda de Alberto Herrera y Blanca Llandres
A veces se crea tanta expectación por la boda de un mortal común como Alberto Herrera, que siendo popular no es una estrella del pop ni lo pretende, que cuando llega el momento de la verdad todo te parece corriente, moliente y sin nada que te deje perplejo, más allá del despeinado de una madrina, Mariló Montero, que parecía que acababa de salir de los fogones y se había hecho una coleta entre coles y cacerolas.
Pues eso me ha pasado con esta boda entre el hijo del periodista Carlos Herrera y la citada madrina y Blanca Llandres. Que nada me epataba, nada me matada de gusto, ni nada pasará a la historia por dejar a los invitados con la boca abierta. Esto tampoco es malo, claro que no, es simplemente el reflejo real de un enlace común, como el de tantas familias, aunque en algunos medios nos lo hubiesen vendido como la boda de la temporada. Para eso ya están los Banderas - Griffith jugando el despiste en el búnker de la divina Abadía Retuerta con la boda de su hija Stella del Carmen.
Aciertos
1. La novia. La simplicidad del vestido de Nicolás Montenegro. Sin más.
2. Lourdes Montes, prima de la novia, se convierte en la invitada perfecta con este vestido mostaza en troquelado floral de manga larga. Estaba divina y era, de lejos, lo mejor de la boda en cuanto a estilismos.
3. Rocío Crusset, hermana del novio, era la otra invitada perfecta con su midi amarillo en corte murciélago.
4. El novio. Habían elegido para esta ceremonia trajes simples y no chaqué. Y es igual de correcto. Pero, sin ser un error, en el azul marino de Alberto me sobraba el punto satinado del tejido de su sastre. Un traje marino mate habría sido mucho más cuqui. Pero él tiene percha y eso salva los pequeños matices.
5. El acierto eterno de una buena falda con una blusa como la estampada con blusa con cintura en lazada de Lourdes Parejo, madre de Lourdes Montes y tía de la novia.
Errores
1. ¿Por qué Pepa Gea, pareja de Carlos Herrera, parecía la madrina? El vestido era divino, en ese coral intenso y su sobre escote de plumas. Pero si una invitada se convierte en la protagonista por el exceso absoluto de vestido la divinidad se convierte en error.
2. Mariló Montero, madre y madrina del novio, había elegido una buena súper posición en su vestido en azul y verde turquesa. Por eso no entendí bien ni sus zapatos como en oliva, ni ese desgreñe en su peinado que no me habría gustado ni en una invitada común pero si encima eres la madrina como que se me escapa por todos los lados.
Estos errores de hoy, a pesar de ser dos buenos looks, son el ejemplo de lo fácil que es fallar a veces a pesar de no ser un pecado el atuendo elegido. O la pura constatación de esa tónica general que yo siempre aconsejo para no fallar jamás, “no nos pasemos nunca ni por exceso, ni por defecto”.
¡Pues eso y mucha felicidad a los novios!