Lucía Bosé: "No quiero ser abuela ni viejita, tengo mi mundo de fantasía, mi niña dentro"

divinity.es 23/03/2020 15:56

Esta mañana de lunes 23 de marzo la cadena Ser anunciaba una muy triste noticia: La gran Lucía Bose, de 89 años, ha fallecido a causa de una neumonía, según este medio. La gran diva italiana del pelo azul, la madre de Paola Dominguín y Miguel Bosé, la eterna tía de Bimba que era tantas cosas, nos ha dejado. Muchos hemos sido testigo en los medios de comunicación de su proverbial buen humor, de su inteligencia y gracia. Nacho Montes, el autor de este blog, fue testigo hace unos años, cuando fue a visitarla a su casa y de ahí salió una entrevista que publicaba entonces en este mismo blog. Pura maravilla, gracias por tanto.

Hablaron sobre la edad, que ella llevaba a las mil maravillas, "estoy bastante bien para tener 80 años" decía coqueta en el momento. También de la estética, de aquello que ella nunca hizo hasta el final: parecer una abuela: "Las señoras envejecen porque quieren envejecer y se ponen de viejitas y se ponen de abuelas. Yo no quiero ser abuela ni viejita" ¿Queda claro ¿verdad? También ella misma negó que fuera diva, pero sí que dijo que sus amigos la llamaban divina. Y lo era. Más, imposible.

Reproducimos aquí esa inolvidable charla con Nacho Montes en su casa de pueblo en Brieva, Segovia:

No es ordinario decir que acabas de cumplir 80, Lucía, porque lo ha publicado toda la prensa...

A mí no me da vergüenza, estoy encantada. Y estoy bastante bien para tener 80 años.

Firmaba yo así los 80

Eso les digo yo, quiero veros así a vosotros.

¿Cómo se hace?

Sobre todo no actuando de vieja. Las señoras envejecen porque quieren envejecer y se ponen de viejitas y se ponen de abuelas. Yo no quiero ser abuela ni viejita.

Abuela eres...

Soy abuela y bisabuela pero no ejerzo: mis amigas de 80 años son aburridísimas, solo hablan de sus hijos de sus nietos, y se vuelven viejas por eso.

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¿Y tú de qué les hablas?

De todo lo de la vida. Pero las señoras envejecen porque quieren. Y se ponen gordas. Hombre yo también pero no tanto. (Risas).

¿Qué haces en un pueblo de 50 habitantes?

Me encanta. En un pueblo se vive más de verdad. En la ciudad todos corren, angustiados. Aquí te levantas por la mañana y piensas ¿qué hago? Nada. Éste era mi sueño. No hago nada pero hago más que sin hacer nada. Leo, hago collage, escucho música... Tengo tiempo para todo, y dulcemente, no deprisa y angustiado.

¿Nunca te aburres?

No. Me gustaría aburrirme. De vez en cuando digo, me gustaría aburrirme, pero no lo consigo. Siempre encuentro algo que hacer.

Cuando hemos llegado hemos tomado un café en el único bar de este pueblo y nos han echado la bronca porque por nuestra culpa no has ido a la matanza

Claro los culpables sois vosotros. Voy a las matanzas y cuando no quiero guisar voy ahí y me hacen lo que quiero. Es estupendo. Cada semana las señoras de aquí me hacen la comida, me hacen la paella con el conejo...

¿Marujeáis?

Hombre me encanta marujear. (Risas)

¿Cómo alguien que ha tenido tu vida se siente feliz ahora marujeando?

Porque hay que cambiar. Yo nunca he sido diva, me salen en el fondo mis antenatos, cómo se dice...

Antepasados, antecesores...

Eso. Mis abuelos, mis bisabuelos eran campesinos. Y yo ahora vuelvo al campo. Es lo que te sale al final. Tus orígenes.

Dices que no has sido diva pero así te considera mucha gente

No todos. Mis amigos me llaman divina. Me gusta más divina que diva.

Pues esto es divinity. Hablemos de divinidades...

Hablando de lo divino, el otro día estaba yo muy enfadada con todos los dioses.

¿Por qué?

Porque antiguamente, en la época romana, había dioses para todo. Para el campo, para la agricultura, para el comercio, para el amor... (Lucía se recrea cuando dice amor, lo ojos explotan en carcajadas). Y ahora te obligan a tener un solo Dios y me parece absurdo. Es más divertido tener muchos dioses. Entonces me enfadé con todos los dioses. Y me paseaba por la casa y les gritaba. ¿Pero estáis ahí? Ya no hacéis nada. Antes los dioses te tiraban flechas y te hacían enamorarte... hacían crecer las flores, ahora no pasa nada divertido...

¿Quieres que venga el Dios del amor y que te lance una flecha?

Sí, la flecha del amor. (Risas). Les decía a los dioses ¿qué queréis un sacrificio? Solucionado. Tengo un pollo que he comprado en el Eroski, lo cocino y lo sacrifico y ya está. Y me mataba de risa sola gritándoles.

¿Quieres estar enamorada?

Me encantaría. Bueno yo siempre estoy enamorada de algo, de un amigo, de la vida. Pero el amor amor no me ha llegado de nuevo.

Me han contado que Sara Montiel se ha vuelto a enamorar y que tiene novio

¿También? (Risa). Como la Duquesa de Alba, que está feliz. Vino a mi cumpleaños y estaba radiante y cuando ves que ese amor le ha levantado de una silla de ruedas y viaja, fíjate qué maravilla. Lo que puede desencadenar el amor. Pero a mí no me ha llegado.

Cincuenta años llevas en España...

Y todavía hablo un español tremendo, me invento las palabras.

Es genial escucharte hablar español. Te has llenado de amigos estos cincuenta años, que estaban en tu cumpleaños...

Y me emocionaron. Me emocionan las pequeñas cosas. Cuando vi a la primera amiga que tuve cuando llegué a España, Natalia Figueroa, a mis amigos que vinieron a acompañarme, esas cosas me emocionan. Y mi hija, que me dijo unas cosas maravillosas. Ya le dije, hija has tardado 80 años para decirme cosas tan bonitas. (Risa).

Qué piensa una diva, aunque no vayas de eso, cuando todos los adolescentes tienen un póster de su hijo sobre su cama

Lo que más me molesta es que me convertí en la mamá de Miguel Bosé. El otro día me enfadé en la calle con una mujer y le dije, 'señora, Miguel Bosé no tiene madre'. Se quedó muerta. (Carcajadas). Antes era la mujer del torero, ahora soy la mamá de Miguel Bosé. Nunca me llaman por mi nombre. Qué le vamos a hacer. Han sido famosos y maravillosos los dos.

Antes hablabas de dioses. ¿Qué pasó con el museo de los ángeles?

Ay. Prefiero no hablar.

¿Lo dices con tristeza?

Era un sueño que yo quería cumplir. Lo hice y no dio resultado. La culpa es mía por hacerlo en Turégano, un pueblo que no me ha ayudado nada. Eso es todo.

¿Y por qué en Turégano?

Porque me gustó una antigua fábrica de harina. Era perfecta para hacer el museo. El proyecto era maravilloso pero el pueblo no me acompañó nada. Y eso me duele mucho, pero qué le vamos a hacer. No me han entendido.

Quéjate públicamente

No, no me quejo. No merece la pena. Si no si no interesa me voy a otro sitio. Ya he encontrado otra ciudad para poner mi museo pero no digo aún dónde hasta que no esté cerrada la cosa. Los ángeles me pusieron a prueba.

¿Por qué esta adoración por los ángeles?

Porque en Italia hay mucha costumbre, hay ángeles por todos los sitios y aquí creen que es cosa de niños y no les dan importancia. Antes de nosotros estuvieron los ángeles y están con nosotros.

Todo azul en la vida de Lucía. La casa, las macetas, la ropa, el pelo... ¿Qué significa?

Me gusta el azul y el blanco. El pelo lo he llevado rojo, amarillo...Un día Bimba me lo pintó de azul y ya se ha quedado así. Lo llevo azul ya hace diez años y cuando me lo quito todo el mundo me dice, anda... Y me lo vuelvo a poner. Pero otras me critican, dicen, con 80 años y el pelo azul... (pone ojos de pícara).

¿Quiénes te critican?

Las marujas que no pueden hacerlo ellas. (Risas).

Pero no las de tu pueblo...

No, no, las de mi pueblo están encantadas. La gente cas siempre critica lo que le gustaría hacer pero nos se atreven. Yo me atrevo.

¿Después de una vida llena de eventos ya no vas porque te aburren?

Ya fui a muchos sitios. Por qué repetir las cosas. Ahora prefiero quedarme en mi casa, me divierte mucho más.

¿Qué haces aquí en tu día a día?

Uy, hago de todo. Un día normal me levanto, desayuno, doy muchos paseos. Ayer por ejemplo, cayó una nevada. Y salí sola por el campo con la nieve y gritaba y lloraba. Gritaba y lloraba. Lloré toda la tarde. Tenía que descargar todo lo de la fiesta de mi cumpleaños. ¿Tú sabes lo que es salir sola al campo con la nevada y gritas y lloras? Vuelves a casa feliz. Luego me he puesto un disco que me regalaron de un amigo de Sevilla y me he puesto a bailar sola mientras arreglaba las flores. Esto es maravilloso, hago lo que quiero.

Imagina que viene un visitante al pueblo y se encuentra en mitad del campo bajo la nevada una señora con el pelo azul gritando. ¿Qué pensaría?

(Risas). Que es una loca. (Más risas). La gente no tiene imaginación y no se atreve a hacer lo que le gustaría hacer. Yo hago todo lo que me gusta. Grito, bailo. Soy feliz. A veces me dicen, claro usted es feliz porque no tiene que pagar los impuestos, ni la casa... Pues cuando tenga que pagarlo lo pagaré. Yo no estoy en crisis porque vivo feliz y tranquila, no pensando si estoy en crisis.

Intuyo que Lucía siempre ha sido así

Pues sí. Tengo ese carácter, mi mundo de fantasía, mi niña que está dentro. No lo mato ni a tiros. Vivo en mi mundo de fantasía y por eso estoy con 80 años y... (se mira y sonríe) ... juvenil. Todo lo que venga, para adelante.

Me estoy acordando de aquel reproche en forma de carta al que pusiste voz en un disco de Edith Salazar. ¿Tienes algún reproche en tu vida?

No, no hay nada que reprochar. Nos dan la vida, que es sagrada y hay que vivirla, no hay nada que reprochar. Creo que todo tiene su momento en la vida. Hay un momento en que te pasa la suerte, el dolor, la felicidad. A veces pasa la suerte y no nos enteramos, o pasa un amor y tampoco nos enteramos. Hay que estar siempre alerta. (Sonríe).

Pero aquí el amor no va a pasar mucho con 50 habitantes...

Quién sabe… (Risas).

¿Ah, sí?

(Más risas). Es divino porque me dice una amiga italiana, es que tú vas por unos caminos equivocados, haces el camino de Santiago, vives en un pueblo... y tendrías que ir a Saint Moritz, a Cannes, para encontrar las personas ideales. Pero si yo no quiero encontrar un millonario que son aburridísimos.

A lo mejor aquí hay algún terrateniente...

Sí, de cerdos. (Risas).

Si a ti te gustan las matanzas...

Mira el sábado voy a la matanza en casa de mi hija.

¿Qué hacéis en un día de matanza?

Nada más que comer. Los secretos, las perrunillas... Todo el día comiendo.

¿Y te mantienes así?

Bueno al día siguiente no como. (Carcajadas).

Te gustan las flores, tienes la casa llena

Me encantan. Pero no está lleno de flores ahora por mi cumpleaños, es siempre. Me encanta rodearme de flores. Siempre tengo flores, una luz encendida, el agua que corre.

(En el patio de Lucía hay una fuente siempre viva). ¿Qué te disgusta en la vida?

Me disgusta este mundo tan vulgar y muerto de la gente que no tiene interés por nada. Eso me da miedo. Hay gente que ya no quiere saber cosas, que no tienen curiosidad, ni fantasía. Están casi todos muertos, pocos están vivos. Eso es tremendo. Estamos rodeados de vulgaridad y de basura. En la televisión también, aunque trabajemos en ella.

Hablando de televisión, que tú has hecho mucha, te vi hace poco en Más allá de la vida... ¿Crees en eso?

Soy muy esotérica, creo en todas esas cosas. Me encanta. Casi todos los libros que leo van por ese lado.

¿Crees que nos rodean espíritus?

Claro, estamos rodeados. Pero en televisión no me lo creo. Si cogemos a esa señora y nos sentamos a hablar aquí sí me lo creo pero en la televisión no puedes estar concentrado. Me dijo hay un señor, era el torero, pero no quiere hablar. (Sonríe).

Tenemos una amiga común, Mercedes Milá...

Que me llama suegra...

Ella me dijo que eras divertida pero nunca imaginé que tanto. Hay gente con 50 y 60 que no tiene esta vitalidad...

Pues me alegra. ¿Tú crees que voy a encontrar el flechazo? (Risas)

Yo creo que sí, vamos a proponerlo. (Más risas)

Que nos escriban, que nos manden cartas. (Lucía no deja de reír, y contagia).

¿Ya no bajas a Madrid?

Poco. Voy como las paletas, me admiro de todo. El otro día me quedé parada en la calle Claudio Coello y me decía mi amiga 'qué miras'. Yo miraba a la gente, cómo iba vestida, elegantes, con el perrito, el tacozano. Yo con mis masai en los pies. Me divierte ver a la gente. Es como si fuera un teatro. Es guapa la gente ahí abajo. (Risa)

Vamos que no te vas a mover ya de aquí...

No. Bueno un momento, yo siempre digo que estoy de paso. Nunca sé dónde terminaré. Siento que tengo que ir a otro sitio, habrá otro cambio. A lo mejor a los 90 mis hijos me meten en una residencia en Cannes o en Niza y ése es el cambio. (Risas).

En un sitio chic...

Un sitio chic y lejos. (Sigue riendo)

¿Qué le falta por hacer a Lucía Bosé?

Siempre faltan cosas por hacer, sueños, pero no se pueden decir porque si no se pierde todo. Tengo muchas cosas que hacer todavía y creo que voy a tener la fuerza de hacerlas, sí, sí. (Risa).

¿Quieres contarme algo que no te haya preguntado?

Si quieres te cuento un cuento de Cenicienta o Caperucita Roja. (Vuelve la risa).

Es que te veo muy receptiva…

Porque eres muy bueno tú haciendo preguntas.

Porque me gusta charlar, no interrogar

Claro, por eso me gusta esta charla. Hay una charla que hice, así como contigo, hace muchos años en Italia y sigue saliendo en muchos sitios. Porque era muy simpática y muy fresca.

Ojalá dentro de muchos años pongan esta charla en muchos sitios. ¿Echas de menos algo de Italia?

No, porque cuando lo echo de menos cojo y me voy.

¿Proyectos laborales?

Estos recitales que ya estamos haciendo. Se hará en verano, en Italia y en España. Con una banda, un cantante y yo recitando poemas. En italiano que en español no me salen. Es my bonito, no porque lo haga yo. Y hemos propuesto una canción para San Remo, como huéspedes, no como cantantes en concurso.

Pues echarás de menos a tus marujas del pueblo...

Pero siempre vuelvo, en verano aquí se está estupendamente aunque llegan mucha gente de Madrid y estropean el pueblo.

No te dejan salir a gritar. (Risas)

No me dejan, no. Ni hacer deporte.

¿Qué deporte haces?

El golf. Me encanta.

Pero eso no es de campo, es muy chic…

Aquí no, aquí es un descampado donde el árbol más grande es así (señala el tamaño de un arbusto) y con unos agujeros. Los ricos del pueblo han hecho un campo de golf.

Te estás quedando conmigo…

Pero te juro que es así. (Sonríe). Es verdad. Me encanta. Ahora, me visto como si fuera a Puerta de Hierro. Zapatito de golf, mi jersey de cashmere, mis pantalones escoceses…

Yo todo esto, y la peluquería… ¿cómo lo haces en este pueblo?

No hombre, bajo a la capital, a Segovia.

¿Ahora Segovia es la capital?

Claro. (Risas). Por eso cuando bajo a Madrid voy como una paleta.

Me han contado que Paco Clavel te regaló por tu cumple un bolso hecho por él

Un bolso estupendo. Te lo voy a enseñar. Un bolso con un repollo dentro.

¿Y te has comido el repollo?

Todavía no. ¿A que es ideal el bolso?

Tendrás que hacer un cocido

No. Cocino de maravilla pero odio el chorizo y el cocido madrileño. Porque cuando llegué España, en la finca siempre hacía cocido. Cocino de todo y cuando vienen amigos siempre pasta, pasta. Y hago paellas de pasta.

Como una fideuá

Sí. Buenísima. Te invito un día.

Pues vendré. Ya sabes que compartimos sierras. Tú ésta segoviana, yo la madrileña. Castilla pura y dura, como decía el torero

Sí pero me dijo, no te come te harás con ella. Y no me comió Castilla ni los castellanos. Me lo comí yo a él. Es dura pero maravillosa. La gente es dura pero sana. Aquí sales en verano y es la estepa y en invierno salgo a gritar y no hay nadie. Es maravilloso.

La próxima nevada pienso venir sin avisar para verte gritar en el campo, sin que me veas. No me pierdo ese espectáculo. Un placer. Y que cumplas muchos

(Risas). Gracias a ti. Nos veremos en los 90 y que llegue la flecha del amor.

Sin darnos cuenta ha caído la noche en esta Castilla nevada hoy. Lucía no ha dejado de reír en toda la tarde, poniendo flores en cada rincón helado de esta sana estepa en la que vive libre, feliz y en su mundo. Vuelvo a casa atravesando el Puerto de Navacerrada. En pleno monte paro el coche, bajo, y grito, grito, grito… Nadie responde. Salen solas las lágrimas y después la risa. Todo es placer.

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