Hasta siempre, Carmen: vida y legado pop de un involuntario icono LGTBI

divinity.es 23/03/2020 17:03

Nos ha dejado Carmen de Mairena. Se trata de uno de los personajes más complejos del imaginario pop colectivo. La transformista era descarada, ordinaria y un ejemplo del lumpen del Raval barcelonés. Pero, a la vez, era un personaje entrañable que contaba con el cariño de toda España y con la que la comunidad LGTBI estará siempre en deuda. Porque Carmen, sin quererlo, ha sido un ejemplo de valentía, un estandarte de libertad y un espejo en el que mirarse en estos tiempos en los que esas medallas parecen usurpadas por personajes sin discurso horneados en un talent show o en una red social. Hoy repaso los hitos de su existencia, que conforman su legado cultural y social.

Libre desde siempre

En los duros años de la dictadura, Carmen decidió que llevaría la vida que quería llevar. Debutó en 1959 en la escena más oscura de Barcelona como Miguel de Mairena. Allí emulaba a sus ídolos y cantaba canciones de la copla y el cuplé. Sin embargo, la Ley de Vagos y Maleantes quiso limitar esa libertad innata y pasó un tortuoso año en prisión, donde las palizas y las vejaciones estaban a la orden del día. Pero ella era imparable y volvió a la carga, porque la artista nace, no se hace. La vida le llevó a ejercer la prostutición, pero eso no la traumatizó: “Yo he sido prostituta porque he querido. Me lo he pasado bien, iba con gente que me gustaba... y con gente que no me gustaba".

La mujer que le dejaron ser, en prisión y fuera

La prisión y el desprecio social no impidieron que Carmen luchase por ser quien quería ser. En los años 70, después de que una pareja le dejase porque tenía rostro masculino, transformó su rostro para intentar acercarse al de sus ídolos: Sara Montiel y Maruja Díaz. Lo hizo de manos de Marisol, una falsa cirujana que atendía a las transexuales de la época con silicona líquida. “Yo quería ser otra persona”, relataba.

Personaje popular

La televisión de los años 90 sacó a Carmen del circuito transformista para convertirla en alguien conocido por todos. Aunque desde el plató de Xavier Sardá podría parecer que el periodista catalán intentaba ridiculizarla, el descaro y simpatía de la diva consiguieron hacerse con el cariño de la audiencia. “Cuando me han querido ridiculizar, yo les he ridiculizado a ellos”, aseguraba. En aquella época de gloria llegó a tener un papel hasta en la taquillera saga de Torrente.

Frases para el recuerdo

El paso de Carmen por los platós dejó un montón de frases divertidas y picantes para el recuerdo. A pesar de su contenido soez y grosero, la simpatía y candidez del personaje se sobreponían y son muchos los que la repiten sin rubor. “Soy como la Pantoja, polla que veo, polla que se me antoja”, “Ayer me lo hice con un vasco, y me dejó el culo hecho un asco” o “Me llaman puta y yo digo: ¡Mi coño lo disfruta!” forman parte del lenguaje popular español.

Coqueteos con la política

Tan querida y popular era Carmen que la política llamó a su puerta. El partido Coordinadora Reusenca Independent (CORI), la puso como cabeza de lista en 2010 y alcanzó en las elecciones autonómicas de aquel año casi 7.000 votos. El programa electoral de Mairena contemplaba medidas como follódromos o aparcamientos para OVNIs. "En democracia hacemos lo que nos da la gana", dijo entonces. No todo era humor en su paso por la política y es que Carmen se convirtió en la portavoz de las prostitutas más desamparadas del Barrio del Raval.

Años de ocaso

Tras su efímera celebridad en televisión los focos volvieron a apagarse. Carmen intentó reinventarse en el cine para adultos y volvió a ejercer la prostitución. En 2008 volvió a ser detenida por un delito de proxenetismo: alquilaba las habitaciones de su casa a cambio de dinero para que las prostitutas ejerciesen. Según ella, lo hizo como una ayuda a las chicas que estaban en la calle. Su última aparición televisiva tuvo lugar en Salvame Deluxe en 2013, allí hizo balance de su vida "A pesar de todo he sido feliz". Aquel año la fiesta "Que trabaje Rita" le hizo un homenaje en Barcelona.

Los últimos años de Carmen han tenido lugar en una residencia geriátrica y con problemas de movilidad. Muchos de sus recuerdos se perdieron para siempre. En 2016 sus objetos aparecieron junto a un contenedor. Fotos, cuadros, ropa, premios, objetos... todo su pasado, que es Historia de España, tirados literalmente a la basura.

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