Realeza: vestidos para cazar
POR UN PUÑADO DE RENOS. ¿Podría haber ocurrido en cualquier otra Casa Real el incidente de Froilán? Los regentes europeos y sus familias mantienen el tradicional gusto por la cinegética. Además de buen ojo para la presa, tienen un perfecto control de los atuendos que hay que llevar a tal efecto. La familia real danesa al completo, atiende periódicamente a cazas de renos. En la imagen, la reina Margarita con un traje que recuerda los momentos más grises de Balmoral, pierde protagonismo en pro de su marido el príncipe Henrik, que lleva medias y jersey rojo pasión y un gorro que para sí quisieran muchos habitantes de Siberia. Les acompaña uno de sus hijos, el Príncipe Joaquín. Quizá el único hombre que va con corbata a una cacería. Nótese que a la celebración también se suman los infantes de éste, Félix y Nicolás, con sendos abrigos azules marino (bufanda marron a juego) y con el sombrero quitado a modo de ¿respeto? por el animal muerto.Realeza: vestidos para cazar
HEREDEROS, ¡PRESENTES! Federico de Dinamarca (ojito a la bufanda de rayas verdes) no duda en llevar a las cacerías de renos a su australiana favorita, la princesa Mary, que combina con elegancia el abrigo azul marino con las botas marrones de caña alta. Con ellos estaba su primogénito Cristián, vestido de un marrón brillante más apropiado para mafioso en miami que para niño en cacería.Realeza: vestidos para cazar
TALENTO NATURAL. Si hay un monarca consorte al que le quede bien el papel de cazador es al príncipe de Edimburgo. ¿Será ese aire estirado?, ¿Sera la naturalidad con la que lleva los bombachos?, ¿Por lo poco que le importa no combinar guantes? ¿O por cómo disfruta su nariz roja? Vaya usted a saber...Realeza: vestidos para cazar
OBJETIVO: SALIR VIVO. El príncipe Eduardo de Inglaterra mantiene vivos los hábitos de Balmoral (su hermano Carlos de Inglaterra y sus hijos también le dan a la caza del zorro; con Kate Middleton también ha pasado ratos vestido de militar). Bastón y escopeta en mano, tampoco le faltan los tapones para los oídos (en un azul que no pasa desapercibido) y el señor que recoge las piezas que va cazando. Así cualquiera.Realeza: vestidos para cazar
DESDE PEQUEÑO. También en España hay tradición cinegética en la Casa Real. El Rey Juan Carlos apunta y dispara en una imagen de archivo de los años 50 (ojo al machete en el cinturón de posguerra). Es una afición que siempre le ha acompañado, no exenta de polémicas, como cuando se aseguró que había cazado un oso amaestrado y borracho y probablemente causante de discusiones con la Reina Sofía. Se dice que este fin de año lo pasó en una cacería (para la que le hicieron una silla especial).Realeza: vestidos para cazar
DE CÁCERES A VOGUE. En 2002 la princesa Carolina de Mónaco (en la imagen, llevando una perdiz presuntamente cazada por ella misma) pasó unos días con su entonces esposo (Hannover) en la finca cacereña Aguas de Verano. La monegasca llenó de glamour la finca, y se vistió para la ocasión con una boina beis y una chaqueta a juego (con un detalle camel en el hombro) y unos pantalones verde oscuro. Ojo al dato: pendientes de perla. Lo dicho, mucho glamour.Realeza: vestidos para cazar
UN TRAGUITO MÁS. En un receso, durante su visita cacereña de 2002, Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover tuvieron (cómo no) tiempo de tomar un piscolabis. Él viste como si estuviera a punto de salir de safari (esos chalecos de mil bolsillos) y ella mantiene la estampa con un jersey mostaza, un chaleco marrón y botas altas. Sus acompañantes también prefieren los tonos ocres, para mimetizarse con el ambiente.Realeza: vestidos para cazar
CALDEANDO EL AMBIENTE. El Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y su hijo Carlos Felipe no dicen que no a una buena cacería, aunque no siempre sea en el terreno adecuado. Y les gusta vestir como gemelitos: sombrero con ribete naranja y Barbour a juego. Eso sí, Carlos Gustavo es de los de corbata en todas las ocasiones. La caza es una tradición familiar que ya disfrutaba su predecesor Gustavo.Realeza: vestidos para cazar
PARA QUE VEAS BIEN. Tatiana Liechtenstein también ha probado las dulces mieles del disparo a matar. En la imagen, con gafas de pasta y la centenaria chaqueta Barbour, una habitual en las cacerías de medio mundo.