¿Qué porcentaje de gente falla en una boda?

Una de las cuestiones que más preocupan de cara a organizar la celebración del gran día
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Organizar una boda no es tarea fácil. Podía decirse incluso que es como un trabajo ‘a tiempo parcial’ para los novios, pues detrás de cada celebración hay meses de organización con todo tipo de decisiones, listas, citas, presupuestos y algún que otro dolor de cabeza. Desde elegir el espacio y definir el menú, hasta cuadrar el seating o encontrar el equilibrio perfecto entre protocolo y fiesta, todo forma parte de un engranaje que los novios intentan encajar con mimo y paciencia.
Y entre todas esas piezas, hay una que suele generar mucho estrés y que no es tan comentada como otras cuestiones: las confirmaciones. Y es que saber quién va a venir (y quién no) resulta clave para prácticamente todo: desde el número de mesas a las cantidades de comida, los regalos personalizados o incluso el ambiente general de la boda. Por eso, cuando llega el gran día y algunas sillas aparecen vacías, no solo descoloca… también duele un poco.
Entre la estadística y el imprevisto
La gran pregunta es, ¿cuánta gente suele fallar realmente en una boda? ¿Y por qué, incluso habiendo sido confirmado, hay ausencias inesperadas? Según datos de organizadores de bodas y expertos en eventos, entre un 10% y un 20% de los invitados confirmados no se presenta finalmente a una boda. La cifra varía según el tipo de celebración, la ciudad, el número total de asistentes y, cómo no, la época del año. Pero en líneas generales, es bastante habitual que al menos uno de cada diez invitados no aparezca, incluso aunque haya dicho que sí.
Las razones son múltiples. Desde enfermedades de última hora o contratiempos familiares, a cancelaciones de vuelos, o, simplemente, un cambio de planes del que no siempre se informa con tiempo. A veces, se trata de compromisos laborales ineludibles; otras, de olvidos, descuidos o falta de ganas. Puede doler, pero ocurre.
En bodas más pequeñas, las ausencias se notan más, y en las grandes, aunque el impacto práctico es menor, sigue resultando molesto. Porque cada comensal cuenta: en la organización, en el presupuesto y en el equilibrio de las mesas.
Confirmar no siempre significa un “sí”
Como en la organización de cualquier evento, uno de los problemas más habituales en la planificación de bodas es la respuesta al famoso SRC. Aunque parezca increíble, aún hay quien no confirma, lo hace tarde o da el “sí” sin demasiada convicción. Y eso complica bastante las cosas.
En algunos casos, el fallo no es tanto la ausencia como la falta de aviso, ya que, si un invitado no puede asistir pero lo comunica con antelación, es posible ajustar el menú, reorganizar las mesas e incluso invitar a alguien de la “lista B”. El problema surge cuando alguien dice que irá… y simplemente no aparece. Ni un mensaje. Ni una explicación. Nada.
Por eso, muchos novios y wedding planners están empezando a tratar las confirmaciones con más estrategia. Desde pedir respuestas por WhatsApp para agilizar, hasta fijar una fecha límite muy clara o incluir recordatorios tipo “solo contamos con quienes hayan confirmado antes del día X”.
Para no tener sorpresas. Lo ideal es asumir desde el principio que habrá imprevistos. Lo importante es tener margen de maniobra, un plan B en la distribución de las mesas y, sobre todo, la mentalidad adecuada: no tomárselo como algo personal.
Si falta alguien importante, dolerá. Pero hay que recordar que una boda no se mide por las ausencias, sino por la gente que sí está, que baila, que brinda y que se emociona. Así que ya sabes, en estos casos, nunca hay que perder la sonrisa.