Durante años, nos vendieron una historia simple. Harry y Meghan abandonaron sus funciones reales en una especie de espantada caprichosa. Pero la verdadera historia — confirmada por documentos, abogados y hasta policías de alto rango — tiene más de conspiración que de crisis familiar. El Megxit no fue una ruptura. Fue la respuesta desesperada a una traición interna. Te cuento todo lo que ocurrió y cómo se desarrollaron los acontecimientos en el vídeo que encabeza esta noticia. Dale al play y descubre todos los detalles.

Los acontecimientos que desencadenaron el Megxit

Todo empezó cuando un periodista retirado, con quien he hablado personalmente, recibió un correo. El mensaje contenía pruebas irrefutables: en la Casa Real británica había, al menos, un topo. No era una filtración accidental, ni una indiscreción de pasillo. Era una operación con dinero de por medio. Un periodista en activo estaba pagando a un funcionario real a cambio de información privada sobre los duques de Sussex. Y esa información acababa — cómo no — en los tabloides.

En la Casa Real británica había un topo. Era una operación con dinero de por medio

Cuando Harry se entera, lo hace a través de su abogado, lo que sigue, no es una crisis, sino una implosión. El príncipe quiere denunciar. Está en su derecho, en su lógica, en su límite. Pero entonces intervienen dos nombres clave: su padre, el entonces príncipe de Gales, y el abogado Gerard Tyrrell, del reputado bufete Harbottle & Lewis. Ambos le comunican que no puede actuar legalmente contra el medio por un importante motivo.

Sin embargo, la traición no vino solo de fuera, sino desde dentro. ¿Quién le daba las órdenes al funcionario que pasaba la información? Quien lo hacía, lo hacía con la seguridad de que nada le pasaría. Porque el sistema estaba diseñado para callar, no para proteger.

El príncipe quiere denunciar, pero su padre y el abogado Gerard Tyrrell le comunican que no puede actuar legalmente contra el medio

La reacción de Harry

Harry, desobedeciendo las instrucciones de su padre y del abogado del Palacio, decide actuar por su cuenta. Y entonces se desata el mecanismo del miedo. Comienzan a llegar amenazas anónimas, igual que ocurrió con su madre tras la entrevista de Panorama. La investigación fue dirigida por Neil Basu, comisario de Operaciones Especiales de Scotland Yard. Y sus palabras no dejan lugar a dudas: “las amenazas eran reales”.

El resultado no fue una simple mudanza a Canadá o California. Fue una fuga en toda regla. Y no solo del país. También de un sistema que eligió proteger sus pactos mediáticos antes que a uno de los suyos. El Megxit no fue una rabieta. Fue el último recurso de alguien que ya no tenía dónde esconderse. "El Megxit no fue un portazo. Fue una emboscada".

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