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La pandemia nos ha afectado a todos. Desde marzo de 2020, nuestra vida ha cambiado por completo; pasamos de valorar las cosas sencillas de nuestro día a día a no poder hacer planes ni a medio ni a largo plazo. De disfrutar de nuestra libertad a estar encerrados en casa durante más de dos meses y, sobre todo, aprendimos a empatizar y a tomar conciencia de lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor. Este cambio ha afectado a todo el mundo, sin excepciones. Por eso, muchas personas tuvieron que adaptar su vida y su trabajo a esta nueva realidad.
Así les ha sucedido a todas las Casas Reales, que pasaron a hacer ese trabajo de representación de una nueva forma, que tuvieron que decir ‘adiós’ a sus viajes humanitarios y, también, a estar cerca del pueblo, pero a la vez manteniendo la distancia de seguridad. Este ha sido el caso del rey Felipe, Letizia, de Guillermo y Máxima de Holanda, Haakon y Mette Marit de Noruega, el príncipe Harry y Kate Middleton o Sofía de Suecia. Pero, ¿cómo ha afectado esta pandemia al día a día de las Casas Reales?
Cuando todo esto estalló, allá por el mes de marzo, la Casa Real sueca fue la primera monarquía en tomar medidas. Su objetivo era intentar contener el virus, aunque este ya estuviera en casi todos los rincones del mundo. De esta forma, la princesa Victoria, el príncipe Carlos Felipe y la princesa Magdalena cancelaron todas sus citas y comenzaron a trabajar desde casa. Además, Victoria dejó de llevar a su hija, Estelle, a clase después de un caso positivo.
Fue en ese momento cuando todos comenzaron a tomar conciencia de que algo estaba sucediendo. Viendo lo que hacían otras Casas Reales, la reina Isabel II de Inglaterra decidió seguir los mismos pasos y canceló todos los compromisos. Es más, se atrevió a posponer uno de los eventos más especiales para los británicos: la Orden de la Jarretera. Tampoco el tradicional desfile Trooping the colour llegó a celebrarse.
También, la familia real danesa canceló sus festejos de Año Nuevo y la princesa Leonor fue testigo de cómo se posponían los Premios Princesa de Girona, que iba a presidir por segundo año consecutivo. Durante toda la pandemia, los respectivos reyes y príncipes trataron de mantener la cercanía con el pueblo de la que siempre hacen gala. Por eso, mantuvieron reuniones a través de videollamada y trataron de estar presentes en la medida de lo posible. Por su parte, Guillermo y Máxima de Holanda, tras el estallido de la pandemia, también decidieron quedarse en casa. Así, las Casas Reales adaptaron sus despechos e hicieron todo lo posible para sumergirse en las nuevas tecnologías.
Las videollamadas fueron constantes e incluso entre distintas Casas Reales. También, los Grandes Duques de Luxemburgo tuvieron que ver, por primera vez, la cara de su nieto, Charles, a través de una pantalla. Pero, a partir del mes de mayo, la cosa fue cambiando y, poco a poco, comenzaron a retomar sus agendas y a salir de palacio. Además, pudimos ver cómo muchos miembros de la realeza se sumaban al llamado ‘aplauso sanitario’, una ola de solidaridad que recorrió todo el mundo a través de aplausos.
También, algunos miembros de las Casas Reales se volcaron tanto con los problemas que hasta decidieron participar de forma activa en mejorar la vida de las personas durante la pandemia. Una de las que más se esforzó fue Sofía Hellqvist, quien estuvo de voluntaria en un hospital durante unos meses. Además, las Casas Reales tuvieron que vivir momentos especiales lejos de su familia y tuvieron que seguir las instrucciones dadas por el Gobierno. Así, algunos como Felipe VI o la princesa Leonor tuvieron que hacer cuarentena tras un contacto con una persona positiva.
Uno de los premios más importantes y la cita por excelencia de los reyes de España y sus hijas, los Premios Princesa de Asturias, se tuvieron que vivir de una forma muy diferente a la que nos tienen acostumbrados. Aún así, la Casa Real intentó que ese espíritu no se perdiera y que el homenaje siguiera adelante. Por tanto, la vida de las Casas Reales europea ha cambiado mucho en los últimos, pero al igual que ha sucedido con el día a día de las personas de a pie, que han tenido que cambiar los abrazos por videollamadas y han tenido que decir ‘adiós’ a su forma de vida.