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Rocío Jurado pudo despedirse de su público. Era diciembre de 2005, faltaban seis meses para que 'La más grande' se fuese para siempre y, tras un año de inactividad para centrarse en el tratamiento contra el cáncer de páncreas que terminó llevándose su vida, la de Chipiona se subía por última vez a un escenario en una gala-homenaje que arrancó "muy nerviosa", pidiéndole "al Señor" y a su público que le ayudasen a caminar.
Aún había esperanzas de que la enfermedad remitiese. La artista ya estaba en España después de una larga temporada en el Hospital MD Anderson de Houston. Sin embargo, una complicación le obligó semanas después a regresar a esta prestigiosa clínica estadounidense donde finalmente le dieron la fatal noticia. Lo demás es historia. Y de eso se acaban de cumplir 15 años.
Tres lustros en los que el recuerdo de la cantante sigue más vivo que nunca. Este mismo fin de semana, el clan Mohedano se reunía en el cementerio de la ciudad que la vio crecer. Su hija Rocío Carrasco, desligada de esa pata de la familia desde hace más de una década, se presentaba un día después para honrar la memoria de su madre en pleno conflicto por lo revelado en su serie documental. Pero no solo ellos se han acordado de ella en una fecha tan especial como este 1 de junio.
Mónica Naranjo, que estuvo presente en esa gala de 'Rocío, siempre' emitida por la televisión pública, ha decidido escribirle una carta abierta a la que fue su ídola a través de Vanitatis. Por aquel escenario pasaron nombres como Raphael, David Bisbal, Paulina Rubio, Chayanne o Malú. Pero ese dueto en el que la chipionera y la Pantera de Figueras entonaron juntas 'Punto de partida' es imborrable. Y sobre ello ha querido hablar la catalana.
"Me piden que escriba unas palabras acerca de ti y lo primero que siento es cuánto te echo de menos. Habrá muchos que, basándose en las actuaciones que te disfrutaron, hablen de tu calidad artística (...). Eras tan grande, tan innegable y tan apabullante que no hace falta añadir nada más", comienza su misiva. Pero todos esos méritos, por los que la compara con Montserrat Caballé, huelga reivindicarlos. Lo que ha querido plasmar sobre el papel ha sido su rol como "madre, esposa, amiga y persona", el de "una mujer que dentro de ella atesoraba las más bellas paradojas que la hacían aún más grande".
A Mónica le costó años volver a ver ese 'Punto de partida'. "Sencillamente porque dolía demasiado", le ha manifestado. Echar la vista atrás y volver a ese "momento de intimidad en el camerino, donde con ese temple apabullante me dijiste que esta vez sabías que te ibas, pero que al menos esa noche, doliese lo que doliese, la artista iba a doblegar a la enfermedad" le sigue sobrecogiendo.
"En cambio, ahora, amiga mía, la veo y solo puedo decirte 'gracias por querer compartir ese momento conmigo, gracias por la lección de vida y coraje", ha expresado con orgullo. Unas palabras de admiración hacia su colega de profesión que Naranjo ha cerrado con el siguiente mensaje: "Espérame arriba, amiga mía, que a ti y a mí nos quedan muchas canciones por cantar juntas".