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La infancia y vida familiar de Lamine Yamal en Mataró junto a su abuela, su padre y su hermano pequeño

Lamine YamilRedes sociales (@lamineyamal)
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A sus 18 años recién cumplidos, Lamine Yamal no solo ha conquistado los estadios como una de las grandes promesas del fútbol, sino que también ha sabido mantenerse cerca de su familia gracias a sus orígenes humildes y su estrecho vínculo familiar. Criado en el barrio de Rocafonda, en Mataró, el futbolista del FC Barcelona creció en un entorno multicultural y obrero que ha marcado profundamente su personalidad. Su historia familiar está marcada por la separación de sus padres y la buena relación con su abuela, que es su apoyo incondicional.

El joven futbolista nació en Esplugues de Llobregat, pero su verdadera infancia transcurrió en Rocafonda, un barrio de Mataró con una fuerte presencia de comunidades migrantes y donde la convivencia multicultural es parte del día a día. Es precisamente este barrio el que Lamine lleva tatuado en el alma: cada vez que marca un gol, levanta las manos con un gesto que simboliza el "304", los tres últimos dígitos del código postal de su barrio. Un homenaje a sus orígenes que demuestra que, pese a la fama, no olvida de dónde viene.

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Su infancia en Rocafonda y la separación de sus padres

En Rocafonda, Lamine Yamal pasó gran parte de su infancia entre calles humildes y canchas improvisadas donde comenzó a dar sus primeras patadas al balón. El barrio, de mayoría inmigrante y con fama de conflictivo, le enseñó a moverse confiando en su instinto y a enfrentarse desde pequeño a las adversidades. Era habitual verlo jugando al fútbol con niños mayores en la plaza o en el polideportivo del barrio, donde ya despuntaba por su rapidez, su desparpajo y su capacidad para regatear incluso a los más fuertes.

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Desde entonces, Rocafonda se convirtió en parte de su personalidad. Sus amigos de la infancia siguen siendo parte de su círculo íntimo, y cuando vuelve al barrio, es recibido como un héroe por vecinos que lo vieron crecer. Lamine sigue visitando los mismos bares, saludando a los conocidos de siempre y recordando con cariño los días en los que soñaba con ser futbolista mientras corría por las cuestas del barrio.

Lamine Yamal es hijo de Sheila Ebana, de origen guineano, y Mounir Nasraoui, de raíces marroquíes. Ambos se conocieron en Mataró y tuvieron a Lamine cuando apenas tenían 21 años. Aunque su relación sentimental no prosperó y terminaron separándose, han sabido mantener una relación cordial por el bien de su hijo. Sheila es la fan número uno del joven futbolista y no ha dejado de acompañarlo en cada paso, incluso viajando para verlo jugar en la Eurocopa. Mounir, por su parte, ha sido un impulsor clave en la carrera de su hijo, aunque su nombre no ha estado exento de polémicas mediáticas. Pese a las controversias, el futbolista mantiene una relación muy cercana con su padre. En el documental 'Revolució 304', emitido por TV3, el joven confiesa que lo considera como un amigo: "Nos vemos cada día y jugamos a la PlayStation juntos".

Fátima, su abuela y gran apoyo y su hermano Keyne

Pero si hay una figura que destaca en el entorno de Lamine Yamal es su abuela paterna, Fátima. Ella fue la primera en llegar desde Tánger a España, concretamente a Madrid, donde trabajó incansablemente antes de reunir a sus hijos en Cataluña. Lamine siente una profunda admiración por ella y la visita siempre que puede en Rocafonda, donde le pide su plato favorito: pollo empanado. Gracias a su éxito, el futbolista incluso ha podido comprarle una casa a su abuela, en un gesto que resume el amor y el orgullo que siente hacia ella.

La familia de Lamine creció con la llegada de su hermano menor, Keyne, fruto de la relación de Sheila con su actual pareja. El pequeño, que cumplirá tres años, es una figura muy presente en la vida del futbolista. En sus redes sociales, Lamine suele compartir emotivas fotos junto a su hermanito, a quien cuida y protege, y junto a su madre.

Aunque él mismo ha reconocido que "no tuvo la mejor infancia del mundo", siempre destaca el esfuerzo de su madre para que "solo viera lo bonito" dentro de lo posible. Entre partidos de fútbol, entrenamientos y estudios, Lamine ha encontrado en su familia el refugio y la motivación para seguir creciendo, tanto personal como profesionalmente.

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