Daniela y Salma, las hijas adolescentes de Joaquín Sánchez que son igual de gamberras que él

  • El futbolista siempre ha tenido claro que sus hijas y su familia es lo más importante de su vida

  • Las pequeñas, de 16 y 12 años, han crecido bajo la atenta mirada de los seguidores del deportista y su mujer en Instagram

  • La niñas no solo comparten un gran parecido con su madre, también la afición por el futbol de su padre y disfrutan viéndole jugar con la camiseta del Real Betis Balompié

Nacido en el seno de una familia numerosa, el futbolista Joaquín Sánchez tuvo claro desde pequeño que para él la familia siempre sería lo primero. Y así ha sido. Ahora, diecisiete años después de darse el ‘sí quiero’ en el Puerto de Santa María con la que actualmente es su esposa, Susana Saborido, el centrocampista tiene claro que sus dos hijas son lo más importante de su vida.

Daniela y Salma son el fruto del amor que la pareja que lleva más de veinte años juntos, dos niñas nacidas en el Hospital Nou d'Ocubre de Valencia durante la etapa en la que el futbolista debutaba en el Mestalla, pero por las que corre la sangre andaluza de sus padres.

Además de su pasión por el futbol y de su faceta como humorista, el jugador del Real Betis Balompié también ha compartido parte de su vida y las de sus hijas en sus redes sociales desde que estas eran pequeñas. Los seguidores del gaditano y los de su mujer han podido ver cómo han ido creciendo las pequeñas con el paso de los años y como han disfrutado de una vida familiar repleta de amor.

Joaquín Sánchez presume de hijas

Desde sus cumpleaños hasta las vacaciones de verano, las comuniones o la felicitación de navidad. Daniela y Salma han sido claras protagonistas del Instagram de sus padres en diferentes ocasiones en las que el del Betis y su mujer no han dudado en demostrarle al mundo entero el amor que sienten por sus pequeñas.

La mayor, Daniela, nació el 22 de septiembre de 2010. Una niña que como asegura su padre está llena "de bondad y alegría" y que acaba de cumplir 16 años. "Cariño mío, 15 años ya. Parece que fue ayer cuando nos llenaste de amor y felicidad con tu llegada", así eran las palabras que dedicó el futbolista a su primogénita el año pasado por su quince cumpleaños. Daniela llegó a la vida de sus padres tan sólo un año después de la romántica boda que los andaluces celebraron en Cádiz, y cuatro años después nació su hermana Salma.

La pequeña, que cumplió 12 años un día después que su hermana, es el terremoto de la casa. En palabras del centrocampista es un "petardo de los gordos" que ha heredado todo el arte y el salero andaluz de su padre. La pequeña gitana, como sus familiares la llaman cariñosamente, canta, baila e incluso realiza trucos de magia ante la atenta mirada de los seguidores del futbolista que acogen a la pequeña con gran cariño cada vez que aparece en sus pantallas.

Verdiblancas como su padre

Siempre acompañando al capitán verdiblanco en sus proyectos profesionales. Las dos hijas del matrimonio han viajado y convivido con la familia en cada uno de los lugares a los que el futbolista ha tenido que mudarse para continuar su carrera. Desde Valencia hasta Málaga, Florencia y, por supuesto, en su vuelta a Sevilla, donde Joaquín ha encontrado el hogar perfecto para su familia.

El ansiado regreso de Joaquín al Benito Villamarín fue uno de los momentos más felices para la familia. El jugador ha asegurado en varias ocasiones que su máxima ilusión era volver a jugar en el equipo en el que debutó hace más de treinta años y así lo consiguió en 2015. Sus hijas, béticas de corazón como su padre, han acudido a verle jugar en múltiples ocasiones. Sin embargo, la convocatoria más emotiva fue a la que acudieron el pasado abril, cuando el Real Betis Balompié se hizo con la Copa del Rey.

El portuense no pudo contener las lágrimas cuando se acercó a las gradas y celebro con sus dos hijas, que también rompieron a llorar, el titulo con el que tanto él como las niñas habían soñado. "Me dijiste que me iba a retirar y no me ibas a ver ganar un título. Aquí está", esas fueron las emotivas palabras con las que el deportista les dedicaba el triunfo a las hermanas.