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¿Por qué tanta gente se graba a sí misma cantando en los conciertos en lugar de a los artistas?

Captura de Aitana llorando en el concierto de Adele
Captura de Aitana llorando en el concierto de AdeleInstagram: (@aitanax)
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Entre las personas que fueron a ver a Olivia Rodrigo en Lisboael pasado junio estaba la cantante Aitana, que subió a Instagram un reel muy representativo de su generación (la Z, los nacidos entre 1997 y 2010): en vez de ver a la cantante americana en el escenario, veíamos a Aitana en el palco desde el que disfrutaba del concierto cantando hacia la cámara del móvil. En un momento, cuando llega el estribillo de la canción ('Driving license'), Aitana coge directamente el teléfono y se graba a sí misma gritando los versos emocionada (intentando mostrar también el escenario, al fondo, en el que está Olivia Rodrigo). 

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Este fenómeno, el de sacar el móvil en mitad de un concierto y, en vez de grabar lo que está pasando sobre el escenario, grabarse a una misma cantando o emocionándose, empieza a ser habitual en muchos eventos de música en vivo. En el pasado Eras Tour, la macrogira mundial de Taylor Swift, las redes se llenaron de swifties reaccionando a sus canciones preferidas: las vimos temblar de emoción antes de saber los temas sorpresa que tocarían en su concierto, llorar al reconocer unos primeros acordes, cantar a voz en grito los versos en cuestión. También se compartieron muchos vídeos de la cantante, pero son los otros los que constituyen una novedad que deja a los más mayores sorprendidos y algo escandalizados.

No te estás haciendo vieja, los conciertos se han vuelto raros, titulaban en el medio americano 'Mashable' en enero de 2023. En el artículo, dos periodistas repasaban cómo ha cambiado la experiencia de ir a ver música en vivo en los últimos años: la búsqueda de clips que se vayan a hacer virales (para lo que se llevan pancartas que generen la respuesta del artista o se le tiran cosas al escenario), la importancia que se les da a los outfits y, también, la moda de los asistentes que se graban a sí mismos.

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La explicación más generalizada que se da a todo esto es la llegada de los más jóvenes al mundo de la música en directo tras la crisis del covid: perdieron parte de esas experiencias formativas (el primer concierto, el primer festival) confinados, consumieron muchísimo contenido online de conciertos y ahora han llegado en masa sin conocer bien la etiqueta de este tipo de eventos. Les dan, además, muchísima importancia: según una encuesta de 'YouGov' y 'Viagogo', el 19% de los centennials fingirían estar enfermos para no ir al trabajo por viajar a un concierto; frente al 8% de los millennials. Además, 20% aseguraron haber llorado en algún concierto, frente al 18% de los millennials y el 11% de los baby boomers.

¿Por qué grabarse?

De vez en cuando, en X (antes Twitter) aparece algún tuit de alguien comentando entre la incomprensión y el enfado esta moda de grabarse que han visto en algún concierto: acusan a los jóvenes de egolatría, de no estar a lo que tienen que estar, de fingir una emoción para la cámara en vez de disfrutar sin más. ¿Es esto así?

“Si te grabas yo creo que es para compartirlo en redes sociales”, señala Paula Marcos Carregal, psicóloga clínica, terapeuta familiar y vicepresidenta de la sección de Psicología Clínica y Salud del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. “Las redes sociales son una carta de presentación en la que los jóvenes y no tan jóvenes eligen mostrar una parte de su gusto. Una de las cosas que se puede querer mostrar son las emociones. Grabarse en un concierto y publicarlo es mostrar cómo uno se divierte, qué le gusta, cómo sonríe”, explica. Esto, en realidad, no es nada nuevo y ha ido evolucionando con la tecnología: antes se compartían vídeos del concierto en sí, cuando la calidad de estos era aún mala se compartían fotos (y también selfies), antes de las redes esas fotografías se enseñaban a amigos y familiares en un álbum.

Karol G durante su primer concierto en Madrid

Pero compartir y mostrarse de un modo u otro no es la única razón por la que alguien puede decidir grabarse en mitad de un concierto. “Yo no subo ni la mitad de lo que grabo, lo hago principalmente por tener un recuerdo”, explica Rossana, que a sus 30 años es en realidad millennial (de las más jóvenes). “De las veces que me he grabado a mí misma en un concierto, y por eso lo empecé a hacer más, al final es el recuerdo más bonito que tengo”, apunta. De hecho, asegura que antes solo grababa partes de la actuación en sí, pero que esos vídeos nunca los volvía a ver. Los de la cámara delantera, en cambio, sí. “No al día siguiente, claro, pero es bonito unos años después ver cómo me emocioné en determinado momento”, asegura. Además, de cualquier concierto hay siempre vídeos mucho mejores en YouTube, así que no le ve mucho sentido a grabar lo que pasa en el escenario.

Pone como ejemplo el último concierto al que fue, de Taylor Swift. “Yo ahí tenía unos 17 años siendo fan de Taylor y nunca había ido a un concierto de ella. Es un momento muy especial de emoción y me gusta tener ese recuerdo”, asegura. Además, en general le gusta ver vídeos de otras personas emocionadas en conciertos. Por eso empezó a hacerlo, porque le gustaba verlo en otras personas.

“Es la parte buena de la tecnología, tampoco tenemos que demonizarla. Siempre se han hecho fotos y vídeos para eso, para recordar. Y vernos cinco o diez años más tarde, cuando el móvil te envía el típico recordatorio, nos remueve por dentro, nos hace pensar y recordar, con quién compartíamos nuestra vida, cómo disfrutábamos…”, coincide la psicóloga del COP de Galicia.

Concierto de Luis Miguel en Madrid.

¿Es la emoción auténtica o performada?

Rossana relaciona lo de grabarse en conciertos con los vídeos de reacciones que desde hace unos años llenan YouTube. En estos vídeos, youtubers ya especializados en este género, ‘reaccionan’ a escuchar canciones por primera vez, a actuaciones en conciertos, a tráilers de películas. Es decir: vemos al youtuber darle play al contenido en cuestión y su reacción (sus gestos, a veces comentarios) a lo que escucha u oye. En muchos casos, esta reacción será todo lo auténtica que pueda ser cuando se está haciendo para una cámara; en otros, posiblemente haya exageraciones o primeras veces que en realidad no lo sean.

Ella entiende que es normal la desconfianza también en los vídeos de personas cantándole a la cámara en un concierto, pero asegura que, en su caso, no es algo que le preocupe. “Yo sé que es mi reacción a cosas, que yo me grabo a mí misma siendo genuina porque no las hago con la intención de que alguien lo vea”, explica. “Una de las canciones sorpresa del concierto de Taylor al que yo fui era mi canción favorita de cuando tenía 13 años. Fue un momento que me hizo mucha ilusión y tener mi reacción a eso me gusta”, ejemplifica.

Sobre la autenticidad o no de esas emociones grabadas, Paula Marcos Carregal sostiene que, en realidad, “la mirada del otro siempre está ahí”. La diferencia ahora es que en ese cómo nos queremos mostrar (algo que hacemos ya desde que nos vestimos por la mañana) existe la posibilidad de que el público sea de millones de personas. En cuanto a si todo esto de grabarse y mostrarse puede llegar a ser preocupante, asegura que lo será si es algo extremo. “La tecnología puede ser muy positiva, pero también puede hacer que vivamos excesivamente pensando en qué pensará el otro. Hacer que nos perdamos momentos vitales, que estemos más pendientes en nuestras cabezas de qué pensarán que de disfrutar o vivir el propio proceso”, elabora.

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Es decir, en principio, grabarse a una misma cantando en un concierto no debería tener nada de malo, siempre que se respete al resto de los asistentes. Rossana tiene este punto muy claro: “Hay quien se graba con la luz del flash para iluminarse, eso molesta a la gente que está cerca”. Lo mismo sobre gritar canciones (si no es el 'mood' general del concierto) o tener una pancarta elevada todo el rato que impide a los de detrás ver o pasarse el concierto hablando o grabar todas las canciones. En 2022, la cantante Mitski publicó un comunicado en redes sociales en el que pedía a sus fans que, por favor, no se pasaran el concierto grabándolo todo. “Cuando veo a las personas filmar canciones enteras o conciertos completos, me hace sentir como si no estuviéramos juntos (…). Amo los shows por el sentimiento de conexión, de compartir un sueño y recordar que tenemos un milagroso momento de estar vivos al mismo tiempo antes de separarnos. Me siento como parte de algo más grande”, explicaba.

 Así que como en todo: canta, grábate si quieres, disfruta. Pero pensando siempre en las personas que te rodean y en las que están encima del escenario, actuando