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Decorar un casa de manera armoniosa y lograr que nos dé una sensación de bienestar es un objetivo queremos cumplir a toda costa. Pero lo cierto es que no siempre resulta sencillo, y es muy normal que no sepas cómo colocar determinados objetos, o que para mantener el orden necesario no encuentres por dónde empezar.
Cuando esto ocurre, y nos encontramos con que nuestra casa es un espacio saturado o con cierto caos, se produce el llamado “ruido visual”. La acumulación de cuadros, objetos de decoración o el desorden continuado nos hacen estar incómodos en nuestro propio hogar. En lugar de sentir la paz y el descanso que buscamos, se genera una especie de desequilibrio interior que produce incomodidad, ansiedad e, incluso, dolores de cabeza.
Para acabar con el ruido visual hay que partir de la regla “menos en más”, saber combinar colores y encontrar recursos para mantener el orden. No te pierdas estos tips de experto para conseguirlo y lograr que tu casa se convierta en tu pequeño rincón del paraíso.
La acumulación innecesaria de objetos es la principal causa del ruido visual. Empieza por limpiar el espacio de todo lo que sea accesorio, dejando solo los muebles necesarios. Y una vez despejado al máximo, procura sumar solo aquello que sea realmente importante y que tenga un valor real para ti. No importa que te hayan regalado con mucho cariño una escultura, un cuadro o una figurita. Si no tiene un sentido para ti y altera la armonía de tu hogar, no debe estar a la vista.
Posiblemente el punto más difícil de conseguir es este, pero también es el más importante. Si la ropa se acumula sobre sillas, el suelo está lleno de zapatos u otros objetos, y las mesas de centro o de trabajo son un caos acumulativo. Esfuérzate por mantener el orden al máximo e invierte en aquellos elementos que te ayudan a conseguirlo: zapateros, archivadores, cajas de almacenaje…
Para combinar colores con acierto y alcanzar el equilibrio visual, puedes utilizar la regla del 60/30/10. Elige un color predominante para tu hogar y, a ser posible, que sea uno claro, ya que hace que los espacios parezcan más amplios y luminosos. Combínalo con una tonalidad a contraste que te guste, y reserva el 10% para aquellas cosas que te gustan, sin importar del color que sean.
También debes prestar atención a la uniformidad del color en determinados lugares. Por ejemplo, si usas archivadores para el trabajo, o cajas para organizar el baño, es fundamental que sean del mismo color. Lo contrario genera el ruido visual que estamos tratando de evitar.
A veces, la clave está en dar con esos pequeños detalles que suponen grandes cambios. Por ejemplo, un organizador de cables puede hacer maravillas despejando las típicas marañas de cables que se generan sin que apenas te des cuenta. O un organizador para el sofá en el que puedas tener el mando de la tele y otros objetos similares. Así no estarán en la mesa de centro, y dejarán espacio para, por qué no, una pequeña planta.