Aitana y Dulceida sufren hipocondría: en qué consiste este trastorno y por qué es importante visibilizarlo
“La hipocondría es como llevar unas gafas empañadas que no nos podemos quitar”, explican dos expertas médicas, que recomiendan buscar acompañamiento profesional que ayude a eliminarlas
Dulceida, sobre su hipocondría cuando nació su hija y la petición que hizo a su entorno: “Quería protegerla"
Aitana ha hablado de ello en horario de máxima audiencia en la tele y en varias entrevistas en la radio: “Soy hipocondríaca a nivel extremo”. Las palabras de la cantante se hicieron virales. Compartía no solo que se había imaginado padeciendo toda clase de enfermedades, sino también que este era un tema que abordaba en terapia. “Os reís, pero juro por mi vida que es una enfermedad que tienes en tu cabeza y piensas de verdad que te vas a morir porque te ha salido algo en un brazo”, le decía a la audiencia de ‘La Revuelta’. Antes, ya había abordado su salud mental en su documental, ‘Aitana. Metamorfosis’.
No es la única famosa que ha sido abierta hablando de su salud mental y de sus problemas de hipocondría. Kendall Jenner ha compartido cómo le afecta y sus problemas de ansiedad en el reality ‘Las Kardashian’. Dulceida nos contaba en una entrevista en Divinity.es, como puedes ver en el siguiente vídeo, por el estreno de su docuserie ‘Dulceida al desnudo 2+1’ que era “un poco hipocondriaca”, cuando nos explicaba qué normas había impuesto a su familia para proteger la salud de su hija Aria mientras era una recién nacida.
¿Ayuda que estas celebridades cuenten sus vivencias? “Sí, sin duda”, confirma Rocío Gómez Juncal, profesora e investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “Tener modelos ayudan a sensibilizar a la población”, señala. Hablar de salud mental la normaliza, añade Clara Morgades Bamba, doctora en Psicología y miembro del Colegio Profesional de Psicología de Aragón. “Normalizar no implica promover su aparición en la sociedad, sino desestigmatizar y que deje de ser tabú, pudiendo hablar de ello, comprenderlo mejor y precisamente prevenirlo”, suma.
Pero ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de hipocondría?
No es "rayarse" un poco con tu salud
Lo cierto es que la hipocondría va más allá de preocuparse por la salud. Las expertas señalan que el trastorno de ansiedad por enfermedad —el nombre correcto actual de lo que comúnmente llamamos hipocondría— implica una preocupación por la salud constante (al menos de 6 meses), sin síntomas físicos o leves y con “conductas desadaptativas”, como hacer constantes comprobaciones o evitar ir a la consulta médica. Incluso, no neutraliza el temor contar con resultados de pruebas médicas que demuestran que no pasa lo que se teme.
“Preocuparse ocasionalmente por la salud es una conducta común y adaptativa”, apunta Gómez Juncal. “Cuando estas preocupaciones interfieren significativamente en la vida de la persona, hablamos ya de un problema serio de salud mental”, suma. “Las personas que la padecen ven afectada su vida de manera integral”, señala Morgades Bamba.
¿Somos ahora más hipocondríacos que hace unos años? Gómez Juncal confirma que, en efecto, “estamos asistiendo a un aumento en los niveles de ansiedad relacionada con la salud”. Haber vivido una pandemia e interiorizar todas las medidas de prevención necesarias entonces no ayuda, pero tampoco lo hace que la información sobre enfermedades y síntomas sea tan accesible. La experta cita un estudio reciente que ha detectado “detectado una creciente “adicción” a buscar síntomas y diagnósticos en internet”. Es lo que se llama ya cibercondría: “buscar síntomas en Internet y terminar convencido de tener una enfermedad grave”. En este caso, la profesora recomienda una visión crítica de la información que leemos.
No son ‘enfermos imaginarios’
Desde fuera, se tiende a juzgar la hipocondría con un poco de dureza, asumiendo que quienes presentan ansiedad por enfermedad son una suerte de enfermos imaginarios y olvidando el impacto que estas preocupaciones tienen en su vida cotidiana.
¿Minimizamos lo que supone? “Muchos problemas de salud mental están minimizados, no entendiéndose la importancia real que revisten, y otros están magnificados, otorgándoles unas connotaciones que se derivan más de la ficción que de la realidad científica”, señala Morgades Bamba, que señala que “ninguno ha de tomarse a risa”. “Si lo dejamos campar a sus anchas y no le ponemos remedio puede llegar a tornarse muy grave y la intervención luego requiere de mucho más tiempo”, advierte, aunque puntualiza que tampoco hay que caer en el alarmismo y que es importante “comprender las cosas en su justa medida”.
Para las propias personas que lo padecen, a veces el propio trastorno y el estigma de lo ‘imaginario’ lleva a que no busquen tratamiento. “Muchas personas con ansiedad por la salud se sienten incomprendidas por su entorno o incluso por profesionales sanitarios”, explica Gómez Juncal, lo que les empuja a hacerse pruebas innecesarias y a rechazar el abordaje psicológico.
La hipocondría, como muchos trastornos, es como llevar unas gafas empañadas que no nos podemos quitar
Cómo gestionar la hipocondría
Por tanto, ¿qué es lo más recomendable ante la hipocondría? “Hay múltiples tratamientos o intervenciones psicológicas que pueden ayudar a recuperarse”, señala esta experta, y cita la psicoeducación, las terapias de tercera generación o la terapia cognitivo-conductual. Todo debe hacerse, eso sí, “a partir de una buena evaluación diagnóstica” y de la mano de profesionales.
El tratamiento terapéutico ayuda a gestionar la preocupación y el miedo. “Ante el miedo, lo mejor siempre será enfrentarlo para arrebatarle su poder sobre nuestra vida”, apunta Morgades Bamba. “Si lo evitamos, cada vez lo haremos más fuerte, y cada vez tendrá más las riendas”, explica. Aprender a gestionar los pensamientos intrusivos “descomponiéndolos y aceptándolos en lugar de negarlos o rechazarlos”, suma, ayuda a desactivar los bucles a los que nos empujan. Como ejemplifica la psicóloga, se trata de no caer en las peores conclusiones ante las cosas que nos pasan, que si notamos un bulto no pensamos ya por descontado que es cáncer.
“La hipocondría, como muchos trastornos, es como llevar unas gafas empañadas que no nos podemos quitar. Necesitamos dar la mano a alguien en quién confiemos y seguir el camino que nos brinda”, resume.
Igualmente, también es importante qué hace el entorno de esas personas. “Quizás la clave es encontrar un equilibrio entre la empatía y los límites sanos”, teoriza Gómez Juncal, no reforzando sus temores y escuchándolas sin juzgar, pero evitando invalidar sus emociones. Se trata de “entender que lo están pasando mal”.