Si alguna vez has cruzado la frontera con Portugal con el objetivo más o menos prioritario de ir a alguno de los supermercados de la cadena Pingo Doce, no estás sola. Estás haciendo turismo de supermercado.
El turismo de supermercado es una tendencia al alza, una que se ha puesto de moda en redes sociales. Tanto Instagram como TikTok están llenas de vídeos que comparan precios, cuentan los choques culturales con los que quienes los graban se tropiezan en los lineales o te muestran los básicos que deberías comprar cuando pasas por un super del país que protagoniza la visita.
Y, por supuesto, todos estos vídeos insisten en que no eres la única persona que cuando va de viaje necesita pasar por un supermercado cualquiera y no porque se haya olvidado de algo al hacer la maleta sino porque la experiencia le parece tan memorable y destacada como acercarse a los puntos turísticos más destacados. En tu visita a París tanto vale la foto con la torre Eiffel y la tarde en el museo de Orsay como cotillear precios y ofertas en el Monoprix.
María no comparte sus experiencias en redes sociales, pero es una de esas turistas que pasa por los supermercados en sus viajes. “No es que planifique mis vacaciones pensando en voy a conocer los supers de tal país, no he llegado a ese punto”, reconoce, “pero sí me parece un elemento guay para poder conocer algo más ‘auténtico’ de la zona”. “Un buen super no miente”, resume.
Suele fijarse en la zona de las patatas fritas, "porque suele cambiar mucho de sabores", y los dulces, "que es algo como muy propio de cada país". "Descubrir productos propios de la zona es una maravilla”, apunta. Viendo los expositores de vegetales y de comida precocinada, asegura, se sabe mucho de la gastronomía de un país, al tiempo que un paseo por el super te cuenta más de la economía local que otras muchas explicaciones que te puedan dar.
Las redes sociales no han inventado nada nuevo, porque cotillear en el supermercado y, sobre todo, traerte como souvenir algo comestible y típico se ha hecho ya desde hace bastante tiempo. Lo que sí han conseguido es que más gente se sume a la tendencia y, en cierto modo, dotar de una cierta legitimidad al proceso. El hashtag te ayuda ahora cuando quienes viajan contigo te miran con extrañeza cuando insistes en que quieres ir al super.
De hecho, el tema ha empezado ya a entrar en los medios globales —‘The New York Times’, por ejemplo, le dedicaba no hace mucho un reportaje— y a interesar a la propia industria de la alimentación. Incluso, una empresa británica del sector ha hecho ya un primer estudio sobre la cuestión, preguntándose qué supermercados buscan estos turistas de las compras y qué es lo que se prefiere comprar una vez que están allí.
Así, según The Bucket List Company, la gente pasa por los supermercados de Japón para comprar KitKats y otras chocolatinas con sabores sorprendentes, por los de México para hacerse con snacks picantes o por los de Italia para comprar productos que fuera se consideran gourmet pero que allí son parte del día a día, como pasta de gran calidad. En el top de los supermercados más buscados en todo el mundo están, en este orden, Carrefour Francia, Carrefour España y Walmart.
Igualmente, el boom del turismo de supermercado conecta con la cada vez mayor popularidad de un tipo de viaje, el que persigue lo auténtico. Los millennials lo pusieron de moda y la Generación Z lo ha abrazado: más que pisar todos los lugares-foto que recomiendan todas las guías turísticas (que también…), se quiere experimentar el lugar como lo hacen las personas que viven en esas zonas. El turismo de supermercado encaja con la idea de las experiencias.
"Los supermercados permiten echar un vistazo sin filtros a la vida local", concluye, de hecho, el estudio de The Bucket List Company. Te muestran lo que la gente de ese lugar come realmente y lo que les gusta. Su CEO, Keith Crockford, añade, explicándole los resultados de su investigación a ‘The New York Times’, que pasar por el super suma también al viaje la emoción "del descubrimiento". O lo que es lo mismo: ver cosas que para ti son ‘raras’ y enfrentarte a etiquetas en otros idiomas.
María puntualiza que lo que le gusta cuando viaja no es ir a las cadenas que son iguales en todas partes, sino a los supers locales, "los de las cadenas de ahí", porque así "ves lo que se come, lo que se compra, te maravillas al descubrir que productos que creías universales no lo son y descubres comidas propias". Hasta esas grandes cadenas que no son sus favoritas añaden textura al viaje cuando comparas las diferencias de oferta, como pasa también, ejemplifica, cuando cambias de comunidad autónoma.
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