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6 de junio de 2019. Una de las salas de los juzgados de Esplugues de Llobregat, en Barcelona. Shakira toma la palabra en el juicio por el que está siendo investigada por presunto fraude de 14,5 millones de euros a la Hacienda española. Su intención es desmontar lo que defiende la Fiscalía, que es que desde 2011 pasaba en nuestro país más de la mitad del año y que, por ende, debería haber pagado los pertinentes impuestos como residente fiscal. Y para defenderse, tal y como ha sacado a la luz El País tras tener acceso a su declaración íntegra, no le quedó otra que hablar de su relación con Gerard Piqué.
En aquel momento aún faltaban cuatro años para que su historia de amor llegase a su fin (y de qué manera). Y ya entonces, aunque fuese en unos términos muy distintos a los que maneja hoy, la artista definió su relación como "turbulenta", puso sobre la mesa el papel que jugaron los "celos" en sus inicios y dejó caer que, de no haberle conocido y haber hecho ese "sacrificio enorme" que fue venirse a vivir a España, jamás se habría enfrentado a la petición de ocho años de cárcel y 23,7 millones que se dirimirá en noviembre de este año.
En 2011, meses después del hito que marcó en su carrera el fenómeno 'Waka Waka', Shakira "la estaba rompiendo a nivel mundial". Era "una nómada", "pasaba más horas en un avión que un piloto", en un mismo día podía pisar tres países diferentes y le era imposible tener "raíces ni estabilidad". Entre medias estaba conociendo a Piqué, cuyo flechazo tuvo lugar en el Mundial de Sudáfrica al que la de Barranquilla puso banda sonora. Motivo por el que en pleno tsunami profesional se vio forzada a tener una base en Barcelona.
Antes de aquello, en 2004, su idea era fijar su residencia en Bahamas. Aunque en Colombia estaban los suyos y Estados Unidos era su "trampolín al resto del mundo" y su "centro de negocios", pocos años de empezar con el que es el padre de sus hijos Milan y Sasha se "enamoró" de este archipiélago paradisiaco (tanto por sus playas como a nivel fiscal). Vio en él el "lugar donde volver a encontrar a la persona y separar al personaje público", un espacio que le aportaba la "privacidad suficiente" para desconectar. Pero claro, en aquel momento, cuando se compró su casa de Nassau junto a Antonio de la Rúa, su pareja por entonces, Gerard no estaba en sus planes. Hasta que llegó y se los trastocó.
Fue cuando inició su noviazgo con el jugador del Barça cuando Bahamas dejó de ser su refugio principal. "Empiezo a salir con él y, si tengo un poco de tiempo libre, prefiero ir a verlo a él y no ir a Bahamas a encontrarme a mi ex", dijo en su declaración. "Era una situación que no le hacía nada de gracia a Gerard. Entonces, por apaciguar un poco los celos de Gerard, que eran naturales porque no teníamos una relación consolidada, había mucha inseguridad por ambas partes y las heridas con mi anterior pareja estaban abiertas", detalla el documento al que han tenido acceso los compañeros de El País.
"En 2011, cuando empiezo a salir con él, casi no nos veíamos. [Él] tiene 23 años, diez años menor que yo. Futbolista, guaperas, con fama de Playboy… Era un loquito en esa época. Ahora mismo es un tipazo, pero entonces era un loquito y no tenía garantía de que las cosas iban a tirar adelante o que íbamos a formar una familia", explicó. "¿Cómo iba a sacrificarlo todo por un chico al que estaba conociendo, ahí asaltando la cuna?", manifestaba para argumentar su incomprensión por que Hacienda quiera demostrar que en ese momento su residencia fiscal era España.
En sus inicios, tal y como expresó ella misma, su relación con Gerard era tan "turbulenta" que podía compararla con el "Dragon Khan". "Nuestras vidas profesionales no compaginaban, era como juntar agua y aceite. Yo era una trotamundos y él tenía que cumplir un horario. No nos entendíamos muy bien, y espero que esto no se filtre a la prensa", deseó (justo lo que ha sucedido ahora, a través de este reportaje con el que hemos podido conocer al dedillo los entresijos de su relación.