La vida de Eliza está cambiando a un ritmo vertiginoso. Atrás quedó vivir en la calle, la ropa sucia y vender flores. Ahora vive en un buen barrio, tiene su propia habitación, ropa bonita... Todo empieza a ir bien. Ni siquiera Jojo parece ya un problema. La florista se está ganando poco a poco a la hija de su jefe.
Molesto porque su padre confía más en Jonathan que en él, Fabinho decide excluirle del proyecto. Necesita convencer a su padre de que es capaz de hacerlo solo. Sin embargo, las cosas no salen como ella esperaba. Al verles con tanto dinero en el barrio, la policía les detiene y les lleva a comisaría.
Germano será informado inmediatamente de lo ocurrido y volverá a humillar a su hijo al mandar a Jonathan a resolver el problema en el barrio. Y lo consigue. Con su humildad y carisma, el joven logra apaciguar a los vecinos. El dueño de Bastille se siente tremendamente orgulloso de él. "Eres la mejor contratación que he hecho en años. Te miro y me veo a mí", dice Germano, que cree que tiene un futuro prometedor.