7 curiosidades sobre Marc Giró que quizá no conozcas: de la familia multiespecia a su trayectoria

Marc Giró, uno de los presentadores de moda: su familia multiespecie, amigas y trayectoria
El showman no solo derrocha sentido del humor en los platós, sino también en las pequeñas anécdotas que salpican su biografía, como estas
Marc Giró está viviendo un momento dulce. Premiado con un Ondas en 2023 y feliz con su programa ‘Late Xou’, será ahora el presentador de las campanadas junto con Chenoa, en sustitución de Andreu Buenafuente y Silvia Abril. Pero ¿cuánto sabes de Marc? Conocemos su solidísima relación con Santi Villas, su familia multiespecie, su trayectoria previa a la televisión… Pero sí, aún quedan muchas cositas de él que quizá no sepas todav. ¿Te apetece conocer estas siete?
Su problema con la lectura del prompter
Como todos los presentadores de televisión, Marc tiene un teleprompter (una pantalla en la que puede ir leyendo el guion) para no perderse. “Yo lo leo mal”, explica. “Para mí el teleprompter ha sido tremendo”, reconocía ante Aimar Bretos en una entrevista. “Tiendo a la dislexia”, explicaba. Sin embargo, también confesaba que intenta aprovechar a su favor sus defectos: “Imperfecciones tengo varias, pero yo les saco partido”.
Los dibujitos que hace para no perderse
Las promociones de su programa son bailecitos con sus invitados en un ascensor. Obviamente, esos bailes no son improvisados, sino que hay un coreógrafo en la plantilla que se los prepara. Pues bien, Marc, que una vez explicó en ‘Forbes’ que tiene ritmo y sabe bailes de salón “nivel usuario”, le confesaba a Aimar Bretos su truco para aprenderse las coreografías. El coreógrafo “nos manda la coreografía vía internet”, decía: “Yo me hago unos dibujitos”. Es decir, que el presentador necesita dibujar sus bailes para interiorizarlos.
La profesión de sus padres ¿influye?
Claro, no podemos evitar pensar que, si plasma en el papel los bailes que hace después, muy mal no se le tiene que dar eso del dibujo. No sabemos a ciencia cierta lo diestro que es, pero no parece difícil que se le dé bien teniendo en cuenta la profesión de sus padres: su padre es arquitecto y su madre trabajó en un colegio como profesora de dibujo, tal como recoge 'El Mundo.
El curioso club del que es miembro
“Fíjate qué excentricidad”, les decía a Lourdes Lancho y a Javier del Pino en ‘A vivir’. Como ya sabes, Marc trabajó en ‘Marie Claire’. Pues bien, cuando le echaron utilizó la mitad de su indemnización para hacerse socio del Real Club de Polo de Barcelona.
Lo que llegó a hacer por su amor a los caballos
Desde niño, imaginamos que por influjo familiar, monta a caballo. Y entonces… “Cuando tuve 35 años tuve como una aparición, el convencimiento de que tenía que comprarme un caballo”, explicaba a los periodistas de ‘A vivir’. Y lo hizo. Pero claro, por entonces Marc vivía en Madrid y un caballo en un piso… pues como que no. Así que, para poder desplazarse y estar con él, necesitaba conducir hasta el establo. Pero… “Yo no tenía carné de coche, tuve que sacarme el carné”, decía. Es decir, se sacó el carné de conducir a los 35 años ¡por su amor a los caballos!

Uno de sus primeros trabajos fue de canguro
Antes, mucho antes de lo de ‘Marie Claire’, Marc Giró cuidó niños. Sí: trabajó de canguro, como tanta gente en su adolescencia. A los 17 años, y dada su afición por la hípica, escuchó precisamente en el club de polo ya mencionado que una pareja buscaba canguro. Les sorprendió que fuera un chico, pero como el propio Marc confesaba a ‘The New Barcelona Post’, terminó siendo “una oportunidad de negocio” porque a él no tenían que acompañarlo a su casa de noche, como a las chicas.
Su primer ‘Luisvi’ (y las penosas consecuencias)
Cuando trabajaba como periodista de moda tuvo que entrevistar a Isabel Preysler, la mujer que marcaba tendencia en los años 80 y 90. Así que, al terminar, tuvo un capricho. “Quería ser como ella y comprarme un Keepall [un modelo de bolso de Louis Vuitton]”, contó a ‘Forbes’. Lo hizo: cuando le ingresaron su segundo sueldo, se fue a la tienda y se hizo con un Keepall. Eso sí, las consecuencias fueron aleccionadoras: “Estuve dos meses sin comer. Con eso aprendí que esa vida no era para mí. Porque pensé: “Y ahora ¿qué como? ¿El Keepall?”.
