¿Cuáles son las ventajas de no lavarse el pelo todos los días?
No lavarse el pelo todos los días tiene algunas ventajas, tanto para su aspecto, como para su equilibrio natural, pero hay que estar a cada caso particular
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Durante años se asumió como ciencia que lavar el pelo a diario era perjudicial, se decía que debilitaba la fibra capilar, irritaba el cuero cabelludo o aumentaba la producción de grasa. Luego llegó la tendencia ‘no poo’, que se situaba en el extremo contrario y apostaba por evitar lavar el pelo con champú y apostar por alternativas naturales como el bicarbonato de sodio y el vinagre de manzana, o métodos más suaves como el lavado solo con acondicionador (co-wash) o incluso solo con agua. La evidencia y la opinión de los especialistas en tricología han matizado ambos mensajes.
Actualmente la recomendación es más sencilla, pero también más lógica, hay que lavar el cabello siempre que sea necesario, según las características individuales de cada cuero cabelludo, pero al menos dos o tres veces a la semana. Esto significa que, aunque no hace falta lavarlo a diario, tampoco es saludable forzar una reducción artificial de los lavados.
Como en casi todo lo relacionado con el cabello, la clave está en entender qué necesita cada persona, no obstante, no lavarse el pelo todos los días tiene algunas ventajas, tanto para su aspecto, como para su equilibrio natural.
Recuperación del equilibrio hidrolipídico
El cuero cabelludo produce de forma natural una capa de sebo que actúa como protección. En cabellos normales o secos, no lavar el pelo diariamente permite que esta película lipídica se distribuya mejor por el tallo capilar, aportando brillo y reduciendo el encrespamiento. En este tipo de cabello el sebo no se acumula tan rápidamente, por lo que espaciar los lavados ayuda a que se vea más nutrido sin necesidad de recurrir constantemente a productos hidratantes. No se trata de lavar poco o mucho el pelo, sino de respetar el ritmo natural del cuero cabelludo. En cabellos secos, un ligero intervalo entre lavados de uno o dos días favorece que los aceites naturales cumplan su función protectora.
Pero los cabellos grasos generan dudas. Durante mucho tiempo se decía que había que “entrenar el cabello” para producir menos sebo, lavándolo cada vez menos. Sin embargo, los tricólogos coinciden en que esta idea es un mito. Si el cuero cabelludo graso no se lava cuando lo necesita, puede acumular sudor, suciedad y microorganismos que favorecen la inflamación, el picor o la caspa.
Aun así, un cabello graso sí puede beneficiarse de no lavarse todos los días siempre que no se fuerce el intervalo, pero hay que estar a cada caso particular: si no se nota grasa a las 24 horas o no aparece algún tipo de molestia, lavarlo cada dos días puede ayudar a regular el exceso de sebo sin generar un desequilibrio. Se trata de encontrar una frecuencia cómoda y saludable, no de dejar pasar más tiempo del indicado.
Mejora de la textura y menor encrespamiento
Los cabellos ondulados, rizados o afro suelen beneficiarse de lavados más espaciados. Su estructura hace que la hidratación natural tenga más dificultades para recorrer toda la fibra y lavarlos en exceso puede acentuar la sequedad. Reducir la frecuencia puede traducirse en rizos más definidos, más suaves y con menos frizz, aunque entre lavados sea necesario reactivar los rizos.
Menor desgaste por fricción y manipulación
Lavar el pelo implica mojar, frotar, desenredar y, en muchos casos, secar con calor. Aunque el lavado en sí no daña el cabello, la suma de estas manipulaciones sí puede generar más roturas o puntas abiertas, especialmente en cabellos finos o debilitados. Por otra parte, se reduce la necesidad de usar herramientas de calor, lo que implica menos daño térmico acumulado en el cabello. Espaciar los lavados disminuye esta fricción repetida y, por tanto, puede mejorar la resistencia de la fibra capilar a largo plazo.