Tamara Gorro se retoca la papada: "Yo no oculto nada de lo que me hago"

  • Tamara Gorro se somete a un tratamiento estético en la papada y muestra el resultado

Tamara Gorro, que por fin vuelve a tener a sus hijos en casa tras dos meses separada de ellos, está encantada con esta recta final del confinamiento. Los inicios del encierro no fueron nada fáciles: tras el positivo de Ezequiel Garay en coronavirus, la influencer se vio obligada a mandar a Shaila y Antonio a Madrid con sus abuelos.

En todo este tiempo, tanto ella como su marido han estado aislados el uno del otro para evitar el contagio. Una vez el futbolista ya estaba recuperado y había pasado la cuarentena, el matrimonio tenía un nuevo reto por cumplir. Recuperar a sus pequeños durante la desescalada no fue sencillo por la movilidad interprovincial que implicaba este desplazamiento. Pero finalmente, después de mucho papeleo, lo consiguieron.

Ahora ambos se han tenido que enfrentar a una nueva realidad. Aunque están encantados de volver a experimentar su faceta como padres al cien por cien, antes todo era mucho más relajado, sin prisas. Quizá por ello, con tanto revoltijo en casa de la noche a la mañana por la presencia de sus hijos, Tamara Gorro haya decidido tomarse una tarde para ella y someterse a un tratamiento estético del que ha mostrado el resultado a su familia virtual.

El resultado del último retoque estético de Tamara Gorro

Tal y como ha explicado a través de sus stories, lo que se ha realizado es un pequeño retoque en la papada. “Es un tratamiento para esa piel que está más blandita, que si la pellizcamos ofrece poca resistencia a la tracción. Vamos a hacer algo que mejore la calidad, la firmeza de la piel. Todo va a quedar igual”, ha explicado la doctora. El proceso, que se realiza con colágeno (y no con botox, como ha querido recalcar), se ha llevado con las medidas sanitarias para este tipo de procesos.

Una vez terminado el tratamiento, Tamara Gorro ha regresado a casa con su familia, muy feliz y orgullosa de haberse sometido a este pequeño retoque ambulatorio en un “quirófano placentero” como le gusta llamar a los centros de estética: “No es nada, lo tengo un poco hinchado. Ya no sale tanto. Es una tontería. Yo no oculto nada de lo que me hago. Lo que no me gusta, me lo arreglo”.