El kinfolk ya está aquí: la nueva tendencia es vestir a tus niños como Amish

divinity.es 04/12/2017 16:31

El kinfolk es algo más que una tendencia nacida en Estados Unidos e inspirada en la comunidad Amish. Kinfolk significa padres y familia y consiste en un estilo de vida que promueve la vuelta a la naturaleza, a las costumbres sencillas, a la comida tradicional y al hogar. Influye en todos los aspectos de la vida, desde la decoración a la alimentación y ahora llega para revolucionar la manera de vestir de los más pequeños de la casa.

El kinfolk: la estética que quiere volver a las raíces

Este movimiento nace en 2011 cuando una comunidad de artistas crea Kinfolk Magazine en la que tienen cabida el interiorismo, la moda, la cultura, el diseño, el arte, la música e incluso la comida, con un interés común: combinar su gusto por el arte y el diseño con su amor por el tiempo que pasan con la familia y los amigos. Y todo enfocado desde un punto de vista muy natural y sencillo en el que la mesa, más que un lugar de encuentros esporádicos, es el centro de la vida.

Entre sus principios está la conexión con la naturaleza, la vuelta a las materias primas orgánicas (madera, ratán, piedra, lino, algodón…), los colores neutros, la artesanía, el reciclaje, la comida orgánica, las recetas y las técnicas culinarias tradicionales y todo lo que permita conectarse con los orígenes y la vuelta a la naturaleza.

Las pautas de este estilo: piensa en Laura Ingalls y acertarás

Toda esta filosofía ha sido trasladada a una nueva estética infantil que consiste en vestir a los niños como pobres campesinos, con prendas que son la antítesis más absoluta de la sofisticación. Enaguas, mangas abullonadas, vestidos amplios, pantalones anchos, delantales, talles por encima de la cintura, tejidos naturales, colores neutros o muy desteñidos, materiales nobles como el lino (aunque con aspecto de arpillera) y los botones de carey, estampados tradicionales como las rayas o los cuadritos de vichy, gorros de lana que parecen de oveja recién esquilada o peleles de hilo como tejidos por la abuela.

Todo muy campesino, muy colonial, muy amish. En definitiva, el estilo de Mary y Laura que huele a campo y a magdalenas recién hechas por la Señora Ingalls. Seguro que lo pillan quienes pasaron una década frente a la tele viendo La casa de la Pradera.

Las marcas que visten de amish a los niños

Una de las marcas insignia de esta tendencia es Little Creative Factory, una firma que produce sus prendas en Barcelona con una filosofía basada en tres pilares: fabricación lenta, kilómetro cero y menos es más. Crear con ilusión, hacer los sueños realidad, la sostenibilidad y crear prendas que perduren, son las marcas de la casa.

Desde Brookling, Soor Ploom proclama su deseo de enseñar a los hijos a preocuparse por la ropa, intentar que aprecien la calidad y no la cantidad y enseñarles que la moda rápida no es satisfactoria.

Tras el nacimiento de su hija, Rachel Goode creó la marca Briar Handmade: una firma que vende gorritos para bebés, realizados a mano con materiales nobles (100% algodón, lino y lana). En esta misma línea encontramos Petite Soul, fundada por Stef Grill y Mary Grace, otra marca especializada en gorritos para niños fabricados éticamente en Estados Unidos.

Desde Australia, Yoli & Otis, fundada por Lena Catterick, comenzó con una línea de portabebés y ahora crea accesorios y prendas de tejidos 100% naturales e incluso teñidas con tintes vegetales como la cúrcuma, el aloe vera o el índigo, tanto para los peques como para sus madres.

Crear nuevas aficiones con fotos en Instagram

Llama mucho la atención que estos niños, vestidos como campesinos, vivan (al menos en la foto) lejos de tecnología, de juguetes de plástico y de las diversiones propias que todos conocemos. Más que probablemente, estas marcas tratan de inculcar a través de sus cuentas nuevos-antiguos modos de diversión para ellos: que vuelvan a jugar al campo, que disfruten con muñecos básicos, con sonajeros de madera y ¡un palo!, que incluyan la lectura entre sus aficiones, más actividades al aire libre, menos sedentarismo y más contacto con la naturaleza. Y si hay que empezar por la ropa, pues por algo se empieza.