Los códigos no escritos de las bodas: cómo declinar una invitación sin perder la amistad

Casi el 20% de los invitados a una boda terminan por declinar la invitación por diferentes motivos. Desde la falta de cercanía con los novios, hasta problemas económicos, puede que recibas una invitación a una boda que debas o quieras rechazar. Y aunque sea algo normal, parece inevitable que te ponga en una situación violenta en la que te sientas obligada a dar una mala excusa y hacer sentir mal a los novios (además de a ti misma).

Ha llegado el momento de normalizar el poder decir que no a una boda, siempre que lo hagamos con elegancia y honestidad. Te lo hacemos más fácil con estos consejos para declinar una invitación sin ofender a los novios y siendo fiel a ti misma. 

Hazlo con tiempo

Postergar aquello que nos resulta difícil o incómodo es un mal de nuestra sociedad. Pero seguro que la experiencia ya te ha demostrado que retrasarlo no beneficia a nadie. Si estás invitada a una boda y sabes que no vas a ir, hazlo saber lo antes posible. Una boda exige un nivel de planificación enorme, y los cambios de última hora no resultan bienvenidos. En cambio, si los novios saben con tiempo que no vas a asistir, les estarás haciendo un favor en cuanto a la organización, por mucha pena que les dé no contar con tu presencia.  

Dilo en persona

A menos que la distancia lo impida, en esto no hay lugar a dudas: la mejor forma de declinar una invitación es diciéndolo en persona. Puede resultarte duro, pero si lo haces con una sonrisa y un abrazo, dándoles la enhorabuena y lamentando no poder asistir, tu noticia será mejor recibida. Hacerlo por un mensaje o por teléfono es siempre mucho más frío y puedes llegar a transmitir indiferencia, aunque no sea lo que sientes. 

No les dejes con la duda

Decir cosas que den lugar a dudas o incertidumbre, como “no sé si puedo ir”, “tal vez asista” o “ya os digo algo”, cuando sabes con seguridad que no vas a ir no es lo correcto. A ti no te hace ningún bien retrasar el momento de declinar la invitación y puede llegar a ser ofensivo para la pareja, que entienda que realmente no vas a ir pero ve que no eres capaz de decirlo con claridad. Si lo sabes, no des rodeos. La franqueza siempre es bienvenida. 

Ofrece una “compensación”

No nos referimos a un regalo de boda, que también es un bonito detalle aunque no asistas. Se trata de buscar un momento para compartir con ellos que sea especial, sin necesidad de que se trate de la boda: una cena, una tarde en un spa, una cata de vinos… Es una alternativa elegante con la que podrás demostrar que realmente te importan.