Grace Kelly y Rainiero de Mónaco, los grandes momentos de una boda real que hizo historia

  • Se cumplen 65 años de una de las bodas más impresionantes del siglo pasado: la de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco.

  • La actriz y el príncipe sorprendieron al mundo con una historia de amor que culminó en una celebración de cuento de hadas.

  • Hollywood y la realeza europea se dan la mano en una boda en la que no faltó ni la mismísima Ava Gadner.

La boda de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco fue una de las más mediáticas y del siglo XX. El pasado mes de abril de cumplían 65 años de la celebración de un enlace que parecía sacado de un cuento de hadas. Con esta boda se convertía en Princesa de Grimaldi la actriz ganadora de un Óscar, y por la que suspiraba medio mundo, con el Príncipe Rainiero III de Mónaco. Fue el 19 de abril de 1956, y las imágenes de ese día no dejan de causarnos admiración.

Lo de ellos fue algo casi casual. Grace Kelly y Rainiero se conocieron para una sesión de fotos que casi se va al traste por numerosos motivos, y en la que. aparentemente, no surgió nada parecido al gran romance que vivieron después y que terminó en una boda inigualable en muchos aspectos.

El rechazo de la realeza europea...

Mucho han cambiado, por suerte, los asuntos amorosos en las casas reales, y está a la orden del día que los herederos al trono contraigan matrimonio con personas no vinculadas de ninguna forma con la realeza.

Pero en 1956 las cosas eran muy distintas, y aunque el mundo entero aguardaba con expectación la celebración de la boda, la realeza europea no veía con buenos ojos que un príncipe se casara con una plebeya que, además, era actriz de Hollywood. Tanto fue así que no asistieron a la boda. Solo el Rey Faruk de Egipto y el Aga Khan acudieron para acompañar a la pareja. También Onassis quiso estar junto a Rainiero ese día.

...y el apoyo de Hollywood

En cambio, las grandes estrellas de Hollywood mostraron todo su apoyo a la actriz y su futuro marido. Allí estaban, en el día señalado, nada más y nada menos que Ava Gadner, Cary Grant o el mismísimo Alfred Hitchcock, que había dirigido a Grace Kelly en Crimen Perfecto, La ventana indiscreta y Atrapa a un ladrón.

Sin lugar a dudas, para los habitantes del Principado de Mónaco era más llamativa la presencia de estas grandes figuras del cine que cualquiera otra. Aunque, evidentemente, habrían agradecido el respaldo de las otras monarquías. Con todo, hubo 600 invitados, 2.000 periodistas y la boda fue vista por 30 millones de espectadores.

Una primera boda civil

El día anterior a la gran celebración religiosa, Grace KJlly y Rainiero tuvieron un enlace civil, mucho más reducido e íntimo. Se cuenta que ese día Rainiero estuvo más nervioso que en la celebración que tuvo lugar al día siguiente. Grace, más serena, lució para la ocasión un vestido más discreto de dos piezas, diseñado, al igual que el de la ceremonia religiosa, por la modista de Hollywood Helen Rose.

El vestido de la gran boda

Podría haber elegido cualquier firma europea para que diseñara su vestido de novia, pero Grace Kelly tenía mucho que agradecer a Hollywood, que había sido su casa. Encargó esta misión a la prestigiosa diseñadora de vestuario Helen Rose, y fue elaborado durante seis semanas por 36 costureras. El icónico vestido llevaba cuello alto y manga larga, encaje de Bruselas en la parte superior, una falda de tafetán bordada con perlas y, como remate, un espectacular velo de 80 metros.

Momentos clave de la boda

La novia llegó a la Catedral de San Nicolás del brazo de su padre, John Brendan Kelly. La acompañaban seis damas de honor, vestidas con organdí de seda de color amarillo.

La ceremonia fue solemne, emotiva y a la salida les esperaba el fervor y la alegría del pueblo de Mónaco por el enlace.

Los recién casados salieron a saludar desde el balcón de palacio, para presentarse ante todo el mundo por primera vez como marido y mujer.

Como mandaba la tradición, la novia fue tras la boda a entregar su ramo de flores a la patrona de Mónaco, Santa Devota.

Se celebró un gran banquete y todos los monegascos adultos estaban invitados. Algo impensable en otros lugares, pero jugaba a su favor que el Principado de Mónaco es pequeño. Con todo, fueron 3.000 las personas que acudieron tras la invitación.

Y para mayor júbilo, se decretaron varios días de fiesta para que los monegascos pudieran celebrar la gran boda bailando y brindando. Sin duda fue para todos ellos el mayor acontecimiento del siglo.