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La casa de Irene Rosales en Castilleja de la Cuesta donde vive junto a sus hijas: de estilo nórdico y con materiales naturales

Así es la casa sevillana de estilo nórdico y materiales naturales de Irene Rosales en Castilleja de la Cuesta donde vive junto a sus dos hijas
Irene RosalesRedes sociales (@irenerova24)
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Tras su separación de Kiko Rivera, Irene Rosales ha comenzado una nueva etapa en su vida centrada en la estabilidad junto a sus dos hijas, Carlota y Ana. La colaboradora de televisión continúa viviendo en la vivienda familiar de Castilleja de la Cuesta, en Sevilla, una casa amplia y luminosa que se ha convertido en su refugio personal. La propiedad, que compartía con el hijo de Isabel Pantoja, fue reformada íntegramente hace pocos años y destaca por su estilo nórdico, el uso de materiales naturales y una distribución funcional pensada para el confort familiar.

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Situada en una tranquila urbanización a las afueras de la capital andaluza, la casa cuenta con todas las comodidades de un hogar moderno y una decoración cuidada en la que predominan los tonos neutros, la madera clara y la luz natural. En ella, Irene ha creado un entorno acogedor y cálido, ideal para criar a sus hijas en un ambiente sereno y confortable.

Una vivienda moderna y luminosa a las afueras de Sevilla

La casa de Irene Rosales se distribuye en dos plantas principales, con amplios ventanales que favorecen la entrada de luz y conectan las distintas estancias con el exterior. La vivienda combina un diseño contemporáneo con toques naturales, siguiendo una estética nórdica donde los colores suaves y los materiales orgánicos son protagonistas. El color blanco domina las paredes, aportando una mayor sensación de amplitud, mientras que la madera clara y los textiles en lino y algodón refuerzan la calidez de las estancias. El mobiliario destaca por ser minimalista y funcional: mesas con estructuras de hierro negro, sillas tapizadas en tonos arena y sofás modulares que se adaptan al espacio.

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En los suelos, el parquet laminado de tonalidad roble unifica todas las estancias principales, aportando continuidad visual. La iluminación también juega un papel esencial en la decoración: lámparas suspendidas de diseño sencillo y luces empotradas proporcionan un ambiente equilibrado durante las horas nocturnas. En la planta baja se ubican el salón, la cocina y el comedor, que comparten una distribución abierta y diáfana, mientras que la parte superior alberga las habitaciones privadas, incluidos los dormitorios de las niñas y el principal. En el exterior, la vivienda cuenta con una piscina privada y una zona ajardinada, rodeada de setos que aseguran la privacidad.

La cocina de la vivienda sigue el mismo estilo minimalista, priorizando la luminosidad y la practicidad. Con muebles blancos y encimeras en acabado de madera natural, el espacio resulta ser muy cómodo y funcional a la hora de cocinar. La isla central actúa como punto de conexión con el comedor, facilitando la comunicación entre ambas zonas. Los electrodomésticos están integrados para mantener una imagen limpia y uniforme. En la decoración predominan los detalles en acero y los pequeños toques de color que aportan los utensilios y plantas aromáticas situadas junto a la ventana. La estancia, muy utilizada en el día a día, refleja la importancia de la vida familiar en el hogar.

Así como el dormitorio principal, que es uno de los espacios más personales de la vivienda. De dimensiones amplias y con acceso a una pequeña terraza, mantiene el estilo general del resto de la casa. Las paredes blancas, combinadas con ropa de cama en tonos beige y gris claro, crean una atmósfera de descanso y serenidad. El mobiliario es sencillo pero funcional: una cama de estructura baja, mesillas en madera natural y lámparas colgantes de diseño escandinavo. A los pies de la cama, una banqueta tapizada completa la decoración, mientras que en un lateral se sitúa un pequeño tocador con espejo redondo y taburete. Los textiles, como las cortinas de lino y las mantas de punto, ayudan a reforzar ese ambiente cálido. En este espacio, Irene ha optado por una decoración ligera centrada en el confort y la luminosidad.

Además, la vivienda está rodeada por un amplio jardín privado que aporta frescura a la casa. La zona exterior combina césped natural con senderos pavimentados y diferentes rincones pensados para el descanso. En uno de los laterales, destaca un porche cubierto con mobiliario de exterior en madera y fibras naturales, donde Irene disfruta de las tardes con sus hijas. Este espacio, protegido por una pérgola blanca, funciona como una extensión del salón y es ideal para comidas o reuniones familiares al aire libre. Al fondo del jardín se encuentra una piscina rectangular de diseño moderno, rodeada por una terraza de piedra clara que refleja la luz, convirtiendo la zona exterior en uno de los espacios más agradables y funcionales de la vivienda.