Las luces y sombras de Britney Spears: ¿Por qué tiene su ex la custodia de sus hijos?

  • Britney Spears no ha vivido una vida fácil y siempre ha estado marcada por las luces y las sombras. Eso sí, sus hijos siempre han sido su motor.

  • Ahora, la cantante se enfrenta a un nuevo problema: un juez ha concedido a su exmarido el 70 por ciento de la custodia de sus pequeños.

La vida de Britney Spears no ha sido nada fácil. La joven pasó de tocar el éxito con la punta de los dedos a caer en una auténtica depresión, debido a sus adicciones y al ritmo de vida que había llevado durante muchos años. Britney comenzó a aparecer en televisión desde muy pequeña y le pasó lo mismo que a Lindsay Lohan o Macaulay Culkin; no pudieron gestionar tanta fama ni tanta fortuna. Así, cayeron en distintas adicciones y tuvieron que pasar por varios centros de desintoxicación. Por no hablar de la presión a la que se vieron sometidos desde su infancia, no pudiendo disfrutar de una de las etapas más bonitas y de crecimiento de la vida. Aunque sí que es cierto que otros muchos actores pasaron por estos momentos de luces y sombras, muchos ellos lo llevaron a escondidas, sin que la prensa se enterara de lo que estaba sucediendo. Pero este no es el caso de Britney, de quien no podemos olvidar la famosa fotografía de la cantante con el pelo rapado y siendo arrestada, por su indebida conducta.

La familia Spears siempre ha intentado alejar a su hija de todas esas malas influencias de las que se había rodeado durante tantos años. A pesar de esto, parece ser que a Britney le costó un poco reconducir su vida. Su inestabilidad hizo que su primer matrimonio durara menos de un año. Luego, volvió a pasar por el altar con el rapero Kevin Federline, con quien tuvo sus dos únicos hijos. Parece ser que, para aquella época, cuando ambos decidieron poner punto y final a su matrimonio, Britney ya se encontraba mejor. Consciente de ello, el juez dictó que la custodia fuera compartida. Eso sí, después de varios escándalos, el pasado septiembre de 2019 esto cambió y Federline es quien cuida ahora de los pequeños. Esto ha afectado mucho a la cantante, ya que sus hijos le proporcionaban esa calma y serenidad que tanto necesita. En Divinity, te contamos dónde viven sus hijos ahora y cómo es su vida.

Britney se casó con su bailarín, Kevin Federline, en 2004

Britney nació hace más de 38 años McComb, una pequeña ciudad de Misisipi. Comenzó a actuar desde que era muy pequeña en distintas producciones teatrales de su colegio. Más adelante, dio un gran salto en su carrera tras haber protagonizado The Mickey Mouse Club, junto a otros rostros famosos como Justin Timberlake o Christina Aguilera. Fue en 1997 cuando comenzó a hacerse realmente conocida en el mundo de la música, después de lanzar su álbum debut, que se convirtió en todo un éxito. Es más, muchas de esas canciones siguen siendo las más escuchadas en la actualidad.

Por aquella época, Britney comenzó a salir con su compañero Justin Timberlake y el romance duró poco más de cuatro años, convirtiéndose en la envidia de todo Hollywood. Tras romper, la cantante mantuvo un breve romance con un amigo suyo de toda la vida, pero tampoco cuajó. Poco después comenzó a salir con el rapero y bailarín Kevin Federline. Corría entonces el año 2004. Con él tuvo dos hijos, Sean y Jayden, que ahora tienen 15 y 14 años respectivamente. El amor se acabó para la pareja en 2007, cuando la vida de Britney comenzó a desmoronarse.

La denuncia de Federline que lo cambió todo

Lo cierto es que a partir de ese momento, de su separación, es cuando comenzó la decadencia a nivel personal dela cantante. Britney empezó a consumir sustancias y esto hizo que se viera, en más de una ocasión, bastante afectada en público. La joven tuvo que ser internada, varias veces, en una clínica de rehabilitación para recuperarse de sus adicciones, algo que parecía totalmente olvidado hasta hace unos meses.

Fue el pasado año cuando Britney volvió a ingresar en un centro, aunque en este caso debido a la ansiedad que sufría por la enfermedad de su padre, Jamie Spears, quien ha estado sufriendo problemas intestinales y de colon, una situación que sería totalmente irreversible. Y todo se enturbió en abril de 2019, cuando Kevin Federline acusó a su exsuegro, Jamie, de haber agredido físicamente a su hijo mayor, Sean, tras una discusión.

Antes de que se diera este controvertido suceso, Kevin había estado peleando por la custodia de sus dos retoños desde hacía más de un año. Por eso, este suceso lo que hizo fue facilitar que el juez autorizara al exbailarín a tener a sus hijos el 70 por ciento del tiempo, mientras que la cantante solamente tendría derecho al 30 por ciento restante. Todo esto provocó que Britney tuviera una fuerte discusión con su padre.

“Britney no ha pasado mucho tiempo con su padre, y sigue muy enfadada porque no ve tanto a los niños como antes. Jamie está preocupado porque no tiene un horario establecido para trabajar que la mantenga ocupada”, explicó una fuente cercana a la familia a US Weekly. Sí que es cierto que Britney medió para que la orden de protección para que Jamie no se acercara a su nieto no siguiera adelante, pero no pudo evitar que sí que cambiaran los términos de la custodia.

Un directo muy polémico que no dejó en buen lugar al padre de Britney

Esto se suma a que su hijo pequeño, Jayden, hizo un directo en su perfil de Instagram, donde no dejaba en muy buen lugar a su abuelo. En el directo contó la mayoría de secretos familiares, admitiendo que su madre tiene ganas de retirarse y que ganaba mucho dinero en el mundo de la música. También, profirió varios insultos a su abuelo, a quien llamó “gilipollas” y afirmó que “podía morirse”.

Además, antes de terminar el vídeo, comentó que estaba dispuesto a contar más secretos familiares si ganaba algún seguidor más. Al ser preguntado si esto no le iba a molestar a su padre, comentó que no, que él era mejor y que iba a estar de acuerdo con su decisión. Pero nada más lejos de la realidad. Unas horas después del directo, el abogado de Kevin Federline mandó un comunicado, donde afirmó que se trataba de una trastada propia de un niño de 13 años.