Tamara Gorro: "Si mis hijos no quieren estudiar ni trabajar, no les daré dinero"

  • Entrevista dcerca (aunque algo más dlejos de lo que nos gustaría) con Tamara Gorro

  • Hablamos con ella de su infancia en Móstoles, de su firme intención de no consentir a sus hijos, de las lecciones que se lleva de Ezequiel y de la fuerza que le dio luchar por los derechos de Shaila

Sin filtros. Dos palabras que, de tanto usarlas, casi no significan nada. Lugar común, lo llaman. Aún así no hay expresión que le venga mejor a Tamara. Cualquiera que se tope por casualidad con un story de la Gorro se encontrará con esa faceta dicharachera que tanto chifla a sus fans. "Parece que esta chica siempre está feliz", creerán algunos. Pero basta con rascar un pelín para descubrir a la otra Tamara, la que no siempre tiene ganas de salir de la cama, que reconoce ser rencorosa, que pide perdón aunque le cueste y que un día decidió cargar con una mochila que por suerte ahora ya no le pesa.

"Una persona normal, ni más ni menos", se define con rotundidad. Y sobre esta versión de sí misma ha querido profundizar en 'Entre sentimientos', un libro que surgió en uno de los momentos más "jodidos" de su vida. "Estaba perdida, dolida, y pensé que lo mejor que podía hacer era ayudarme". No servía con 'ser ella misma' sin más. Esta vez tocaba ser "transparente" y abrirse con todas las de la ley. "Se lo debía" a su familia virtual.

De aquello logró salir sola, sí. Pero porque tenía mucho camino andado y recursos suficientes para recomponerse. Esa infancia que vivió en su Móstoles "de explanada y banco" le enseñó más que cualquier carrera. Aprendió de su madre, que salía de trabajar a las tres de la madrugada y la despertaba a las ocho para llevarla al cole. De su padre, que una noche le prometió que, aunque se fuese demasiado pronto, siempre la estaría cuidando y vigilando. Y también de sus yayos. Por eso se parte de risa cuando escucha que al conocer a Ezequiel Garay.

A él siempre le da las gracias por ayudarla a crear una familia. "Sin él no habría podido en ese momento", asume. Primero vino Shaila, a la que tuvieron por gestación subrogada, y dos años después nació Antonio, un embarazo que llegó por sorpresa cuando ya habían tirado la toalla. Pero que papá y mamá sean futbolista e influencer no les ha hecho diferentes, salvo por una pequeña gran concesión: "La frustración de mi madre era llevarme a Disney, pero nunca pudo porque era un dineral. Yo a los míos les puedo llevar cinco veces, sí, pero sin perder el norte ni olvidar los valores que he mamado. Me critican por no llevar una vida de grandes lujos, pero yo soy así y no lo pienso cambiar".

Pregunta: En tu libro repites varias veces: 'Esta soy yo, Tamara Gorro'. ¿Cómo te definirías en este momento de tu vida? ¿Cómo le explicarías a alguien que no sepa nada de ti quién es esa nueva Tamara Gorro que tanto te gusta reivindicar?

Respuesta: Es que es probable que la mayoría de la gente no sepa quién es Tamara Gorro porque no soy nadie. Soy una persona con problemas, con muchas alegrías, con dificultades, con días altos, días bajos, días en los que me apetece comerme el mundo y otros en los que no me apetece salir de la cama. Una persona normal y corriente, ni más ni menos. Se suele destacar mucho que soy muy positiva, que parece que nunca tengo un día de bajón, pero eso no es así.

Estaba perdida, dolida, mal, muy mal, y empecé a perderme un poco

Yo me muestro sin filtros porque considero que no soy anormal, que todo el mundo tiene días buenos, días malos. Tengo una gran virtud: y es que de verdad que soy muy buena persona. Y no es por que lo diga yo. Mi gran defecto es que soy muy rencorosa, eso es así, pero todo dentro de lo normal. ¿Quién no lo es de vez en cuando?

P: Cuando escribiste 'Entre sentimientos' pasabas por uno de los momentos más complicados de tu vida. ¿Por qué? ¿Qué pasaba por tu cabeza para que te vieses en la necesidad de analizarte a ti misma?

R: Yo iba a ir en la misma línea que los dos libros anteriores. Contar ciertas experiencias y compartir cómo había salido de ellas. Pero cuando agarré el ordenador dije: 'Uy, no puedo, ahora mismo todo lo que me sale es negativo'. Estaba intentando encontrar respuestas a ciertas situaciones. Me sentía perdida, estaba dolida, estaba mal, muy mal. Empecé a perderme un poco, esa confusión me hizo irme. Y cuando me puse a escribir pensé que lo mejor que podía hacer era ayudarme a mí misma, por lo que estaba a punto de pedir ayuda psicológica. Esta fue mi motivación para salir de un momento muy jodido, muy inesperado. No hablo de lo que me pasó porque también tengo mi parcela íntima. Los temas que no gustan es mejor no removerlos.

P: En esta autoexigencia, este 'salir sola de esto', habrán tenido mucho que ver los valores que te grabaron a fuego los tuyos. ¿En qué te influyó tu infancia en Móstoles, ese criarse en una familia humilde que te enseñase a apreciar lo verdaderamente importante?

R: Gracias a dios la forma de vida que tengo es la que he mamado. Me arrepiento mogollón de haber dicho en el pasado que soy humilde, ¿qué gilipollez es esa? Todos tenemos que tener humildad. Mi familia es una familia normal. Mi Móstoles es un barrio, barrio, con un olor especial. Y yo crecí viendo a mi madre trabajar desde las tres de la tarde que se iba hasta las cuatro de la madrugada que volvía. Y a las ocho de la mañana se despertaba para llevarme a mí al colegio. Cuando lo pienso digo: 'Joder, mi madre dormía cinco horas diarias'. La he visto quitarse cosas ella para dármelas a mí.

También he visto a mi abuelo trabajar de aparcacoches, buscándose la vida. Mi abuela trabajaba los sábados limpiando un centro cultural, me levantaba a las 5:45 horas, cogíamos el metro, el autobús, y me quedaba dormida en unas colchonetas. Yo nunca me he criado entre lujos, de hecho a veces los envidiaba. A mí de siempre me habría encantado ir a Disney. Mi madre me lo juraba, pero ahora eres consciente de que no se podía, no llegaba el dinero. La frustración de mi madre siempre fue esa.

He mamado ver trabajar a mi madre hasta las 3 de la madrugada y llevarme al colegio a las 8 de la mañana”

P: Habéis conseguido romper con los estereotipos de una familia formada por un futbolista y una influencer. Normalizar, demostrar que sigues siendo la misma a pesar del dinero y los lujos a los que podáis tener acceso. Porque también te han criticado por eso...

R: Donde yo me he criado, para mí, es lo normal. Y eso lo llevo a mi vida de ahora. Algunos me dirán: 'Claro, pero tú te vas cinco veces a Disney'. Porque gracias a dios la vida me ha sonreído y puedo hacerlo, pero la dinámica que llevo es la misma que he mamado. Mis hijos no van a la calle y saben que cada vez que salen se les compra algo. Un día a la semana nos vamos a cenar fuera, pero nos vamos a un Burger King, no me los llevo a un restaurante de cinco estrellas. No es que yo me esfuerce en inculcarles nada, si en mi vida fuesen normal esos lujos se los daría a mis hijos. Hay gente de mi entorno que me critica por eso, pero yo soy de las que si mis hijos no quieren estudiar ni trabajar, no tendrán dinero, y no se lo voy a dar. No les faltará comida ni techo, pero eso es otra cosa. ¿Qué educación es esa?

P: Cuando conociste a Ezequiel decidiste empezar de cero. ¿Fue algo meditado? ¿Sentiste vértigo? ¿Estás satisfecha con tu decisión ahora que lo ves desde la distancia?

R: Yo cuando empecé con Eze nunca me dio la sensación de que estaba saliendo con un tío millonario. Fue el camino. Te empiezas a dar cuenta de que cambia la situación (no por el dinero) cuando empiezas a viajar. Ahí dije: '¿Qué hago?' Primero nos fuimos a Portugal, y ahí yo podía seguir trabajando en televisión. Pero cuando fui a Rusia dije: '¿Dejo todo y vivo de él? Porque qué narices hago si no trabajo...' Ahí pensé: el trabajo o el amor. Claro, es muy fácil decir eso cuando tu marido tiene dinero. Pero es que en mí no entraba eso, en mí entraba el amor y empezar a buscarme la vida.

Yo he sido independiente toda mi vida, lo sigo siendo y lo seré. En mi plan de vida entra que tengo que trabajar sí o sí, porque yo no sé si yo o mi entorno lo vamos a necesitar. Ezequiel no me vino a a cambiar mi concepto de vida, pero sí me aportó tranquilidad, estabilidad emocional y lo mejor de mi vida que es mi familia. Eso sí que me lo ha regalado él, porque yo no hubiese podido iniciar ese proceso en ese momento.

P: Te refieres a cuando decidiste ser madre por gestación subrogada. ¿Tuviste miedo a que te juzgasen por cómo habías decidido tener a tu hija Shaila?

R: Cuando pasó lo de mi niña me quité un lastre. Antes de contar mis problemas para ser madre yo estaba pintando una felicidad que no era. En realidad yo tenía una mochila que tela marinera. Y me di cuenta de que no tenía que ocultar nada, que tenía que ser yo. Hablar de ello me dio fortaleza, porque ¿sabes en quién pensaba todo el rato? En mi hija. No pensaba en mí, yo ya me fui a mirar ropa para la niña sin ninguna tripa. Pensaba en lo que podría acarrear Shaila por esas mentes cerradas, esos tabúes, ese tema del que no se podía hablar. Por entonces se había dado solamente con Cristiano Ronaldo y por encima. Y yo me senté y dije: '¿Pero esto qué es? ¿por qué tenemos que estar tapando este tema?'

Cuando conté la gestación de mi hija Shaila me quité un lastre, me di cuenta de que no tenía nada que ocultar

P: Desde entonces te han criticado tanto a ti como a tu hija por ello...

R: Tengo que destacar que no soy abanderada de nada. Yo he luchado por los derechos de unos niños. Yo no tengo ningún miedo, hablo sin tapujos. Pero esos niños van a crecer. Y no solo mi hija, muchos niños. Consideraba que tenía que alzar la voz, poner la mano en la mesa y decir 'hasta aquí hemos llegado'. Con el tiempo hemos considerado que se vaya normalizando y que ya no se vea mal. Hablar de este tema no significa que estés exponiendo a tu hijo, le estás ayudando. Esos niños no han hecho nada malo, y los papás tampoco.

P: Repites mucho el ejemplo que ha sido tu familia para ti. ¿Con qué te gustaría que se quedasen tus hijos de tu papel como madre?

R: Me encantaría que mis hijos pudiesen decir que su madre fue un ejemplo para ellos igual que lo pienso de mi madre y de mi abuela. Que dijesen: 'Ha sido una madre que no ha parado de luchar'.