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¿Las personas con hermanos tienen más empatía que los hijos únicos?

Los niños que se crían con uno o varios hermanos, crecen siendo más empáticos y generosos que aquellos que han crecido siendo hijos únicos, que tienden a ser un poco más egoístas y les cuesta más compartir. Una afirmación que solemos escuchar de vez en cuando y que tendemos a creer, sin tener demasiado en cuenta cuánto de verdad y cuánto de mito hay en esas palabras. 

Por suerte, no es necesario confiar ciegamente en las creencias que van pasando de generación en generación, porque no son pocos los profesionales que han investigado esta cuestión y han querido llegar hasta la verdad, ¿son los hijos únicos menos empáticos?

¿Las personas con hermanos tienen más empatía que los hijos únicos?

Lo cierto es que no hay solo una respuesta a esta pregunta, por ejemplo, en un reciente estudio de las universidades canadienses de Brock y Calgary, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciencies, se llegó a la conclusión tras entrevistar a 700.000 adultos que las personas que crecen con más hermanos son más solidarias, también pueden presentar otros rasgos, como la humildad y la amabilidad. 

La interacción con hermanos proporciona un mayor aprendizaje social, exige a los más pequeños desarrollar sus habilidades de negociación y comprensión de las emociones del otro. Una situación que les lleva a enfrentamientos en muchas ocasiones, pero también a que aprendan a ceder y a ponerse en el lugar del otro, habilidades relacionadas con la empatía, que es la capacidad que tienen las personas de entender los sentimientos de los demás. 

Esto podría hacer que pensáramos que, efectivamente, las personas con más hermanos son más empáticas que los hijos únicos. Esto se ha estudiado a lo largo del tiempo, de hecho, existe el ‘Síndrome del hijo único’, que apunta a que estos niños sienten soledad y pueden tener problemas para relacionarse con otras personas, ser más egoístas, mimados e incluso estar sobreprotegidos por su entorno. Esto no es así, aunque sí que hay ciertas características que suelen compartir.

No tienen por qué tener problemas para relacionarse, pero tienden a preferir actividades solitarias, son curiosos y motivados, en ocasiones obstinados, aunque no egocéntricos, y un poco más dependientes de los progenitores. También pueden estar menos preparados para enfrentarse a los sentimientos de celos y rivalidad fuera del entorno familia, porque no lo han experimentado tal y como sucedería si tuvieran hermanos. 

Todo esto no quiere decir que los hijos únicos no puedan ser empáticos, solo que es una habilidad que tendrán que desarrollar de otra forma a aquellos que han crecido con hermanos, por ejemplo, interactuando con otros niños en el colegio o a través de las relaciones con sus padres. No es algo que no puedan tener o desarrollar si crecen en el ambiente adecuado y rodeados de los estímulos correctos, al final es la socialización la que hace que sean más o menos empáticos, ya sea por la relación con los hermanos o con otros niños. El entorno social juega un papel determinante. 

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