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Psicología

Luchar contra el síndrome posvacional con pequeñas metas: “Si vuelves de golpe, el choque es muy fuerte”

Una mujer deshace su maleta tras las vacacionesKetut Subiyanto/Pexels
  • Hablamos de este gran tema con Mariola Fernández, profesora de Psicología de la Universidad Europe

  • Algo más de la mitad de la población confiesa sufrir depresión posvacacional, un cansancio y una pérdida de motivación con la vuelta a la rutina

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Septiembre es, para muchas personas, el momento de la vuelta al cole y el retorno a la rutina. Es el final de las vacaciones y el comienzo, una vez más, de la normalidad. Así pues, no pocas personas reconocerán estos días que se sienten de bajona. Septiembre es también el mes del síndrome posvacacional.

Pero ¿de qué hablamos exactamente cuando decimos “síndrome posvacacional”? “Hablamos de ese bache emocional y físico que aparece al volver de vacaciones”, nos explica Mariola Fernández, profesora de Psicología de la Universidad Europea. Es, al final, “todo eso que sentimos cuando volvemos a la rutina intensa y nos cuesta readaptarnos”.

Algunas estadísticas confirman que una buena parte de la población española sabrá de qué estamos hablando: un 66% reconoce que la vuelta a la rutina va paralela a una sensación de depresión posvacacional, según un estudio de BuscoUnChollo.com y Amimir.com que recoge EuropaPress. Un 52% se siente bajo de energía cuando debe volver tras un viaje y un 78% empieza ya a planear el siguiente.

Eso sí, aunque muchas veces hablamos indistintamente de depresión posvacacional o síndrome posvacacional, no es realmente un cuadro clínico, como insisten las voces expertas. “No es una enfermedad, sino una respuesta natural al cambio abrupto en nuestros ritmos de vida”, señala Fernández. “Es un período de readaptación del organismo”, suma Isabel Aranda, doctora en psicología especializada en psicología laboral y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

Cómo nos afecta el síndrome posvacacional

Aun así, enfrentarse a ese proceso nos cuesta. En el día después de las vacaciones y en el día de vuelta al trabajo, sentimos más cansancio. Nos cuesta a veces dormir y perdemos motivación. “También aparecen la irritabilidad, la nostalgia, la angustia… y nos cuesta concentrarnos o tomar decisiones”, apunta Fernández. Incluso, es posible que perdamos la productividad en el trabajo. Todo se nos hace un poco cuesta arriba y sacar las cosas del día a día de pronto puede parecer una tarea titánica.

Si volvemos de un parón breve, lo podemos sentir, porque, como indica esta experta, puede que no hayamos descansado suficiente o que hayamos ganado estrés por creer que no hemos aprovechado ese tiempo. Si volvemos de uno largo, es todavía más probable que te pase. “Cuanto más tiempo desconectas, más te va a costar volver”, explica Aranda, porque vas a tener que recuperar de nuevo el ritmo y puede sentirse que volver —ya sea al trabajo o a los estudios— requiere un esfuerzo extra.

Si además sumamos un sentimiento de estar mal en el trabajo, la vuelta vuelve todavía más cuesta arriba. “Si estamos en una situación de agotamiento o burnout, es muy probable que esta situación se agrave al reincorporarnos”, nos cuenta Fernández. Como explica Aranda, “Si estás quemada, es que no encuentras sentido” a lo que haces en tu día a día laboral. “Tener que volver al trabajo se puede hacer cuesta arriba”, concede, lo que puede hacer que el síndrome posvacacional se complique y hasta pueda acentuar otras cosas.

Es ahí cuando todo puede acabar empujando a una depresión, que no será, eso sí, por el fin de las vacaciones sino causada por estar mal en el trabajo.

Algunos consejos para sobrellevar mejor la vuelta a la rutina

¿Existen algunos trucos para volver mejor y evitar el bajón tras las vacaciones? Las expertas tienen claro que lo mejor es volver poco a poco e irnos preparando para lo que se avecina. “Si vuelves de golpe, el choque es muy fuerte”, explica Aranda, que recomienda ya intentar volver a una suerte de rutina 24 o 48 horas de que sea necesario para “coger el ritmo lo antes posible”. “Es mejor recuperar poco a poco tus rutinas de sueño, alimentación y actividad habitual, antes de la incorporación”, añade Fernández.

Igual que volver de golpe lo hace todo más duro, lo mismo pasa con volver demasiado intensamente. Las expertas recomiendan empezar con metas pequeñas y no esperar arreglar el mundo ya a las 9 de la mañana, no bien arranque el ordenador del trabajo. “Las metas son muy valiosas para la salud mental y la productividad”, aconseja Aranda, algo que sirve también para el resto del año. “Es fundamental que marques objetivos realistas y que no te sobrecargues desde el primer día”, apostilla Fernández.

También es importante hacer pausas, porque el cuerpo puede estar agotado por el esfuerzo que se le está pidiendo para volver de nuevo a la actividad. Parar ayuda a desconectar y a darle un respiro, un hábito que sirve igualmente para el resto del año. Para nuestra salud y bienestar, tanto físico como mental, no es bueno no hacer pequeñas pausas. Nuestra concentración (que desaparece tras hora y media haciendo lo mismo) o nuestra espalda lo agradecerán. De hecho, Aranda cuenta que algunas empresas ya han incorporado sistemas que de una manera o de otra te recuerdan cada 90 minutos que hagas una pequeña pausa.

El papel de las empresas en el bienestar es importante, también a la hora de atenuar el síndrome posvacacional. Así, pueden ayudarnos facilitando “una reincorporación gradual con tareas suaves, evitando presión excesiva los primeros días”, señala Fernández.

Y no menos valioso es, para este retorno y para el resto del año, “dejar el trabajo en el trabajo”, como añade Aranda. También lo es ser amable con una misma.

¿Y cómo lo hacemos con los niños y niñas?

Si para las personas adultas el retorno de las vacaciones puede ser duro, para los niños y las niñas todavía lo es más y la vuelta al cole puede parecer una montaña imposible de conquistar. “La recomendación de volver antes a la rutina es básica para los niños”, explica Aranda, que destaca como “muy importante el horario de ir a dormir”. Algunas prácticas ayudan a los más pequeños a entender el cambio de ciclo. La psicóloga recomienda hacer manualidades y collages sobre el verano, que “ayudan a conectar con lo bueno y son equilibrantes”.

Niños y adultos estarán más cansados, así que este es el período en el que se debe tener más paciencia, para evitar salidas de tono y, sobre todo, el perder la paciencia con las criaturas.

El decaimiento del otoño

Al síndrome vacacional se suma el cambio de estación. Lo cierto es que el verano no se ha terminado aún, oficialmente. No lo hará hasta el 22 de septiembre, pero muchas personas están ya pensando en lo que se avecina.

Aranda recomienda no estresarse ya con el otoño: primero toca cambiar el ritmo y luego ya nos prepararemos para esa estación. “En otoño nos baja el ánimo sí o sí”, reconoce, porque perdemos luz. Para evitar el bajón estacional es “muy interesante la actividad física” que nos da energía y esto también mejora el bienestar mental. Y más que pensar en las horas de luz perdidas o en la bajada de las temperaturas podemos disfrutar de esa estación, su estética y su potencial para conectar con la naturaleza.