Los 7 tipos de padres y cómo se comportan
En los 70 se definieron los tres primeros tipos de padres y la personalidad que en consecuencia desarrollaban los hijos
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Los psicólogos llevan años estudiando a las familias, el desarrollo psicológico de los hijos, la formación de su personalidad y su comportamiento en el entorno social en relación a la educación que han recibido de sus padres. Es más, a partir de los años 60 y 70 empezaron a definirse los diferentes tipos de padres y cómo se comportan sus hijos en consecuencia.
Actualmente, los expertos aseguran que coexisten hasta siete tipos de formas de educar y criar a los niños, aunque muchas veces se entremezclan los métodos y evolucionan hacia una dirección u otra según van pasando los años y van creciendo. Es lógico, no es lo mismo tratar con un niño de tres años que con 15. Además, todavía están muy arraigados los roles de sexo masculino y femenino e incluso los padres varían su actitud o sus normas según el número de hijos que tienen y la posición que ocupa cada uno entre sus hermanos.
Hay un ejemplo muy claro, al hermano mediano se le permite llegar más tarde a casa que al mayor cuando tenía la misma edad. Es habitual que los mayores hayan cumplido normas más estrictas y que los padres se relajan con el resto. Por otra parte, los psicólogos apuntan que todas las relaciones entre padres e hijos son bidireccionales porque estos últimos influyen directamente sobre el comportamiento de sus progenitores o tutores. Muchas veces con un niño cuya actitud es adorable los padres se muestran más complacientes que si es demasiado travieso.
Diana Baumrid, la primera en definir los tipos de padres
Diana Baumrid (Nueva York, 1927-2018) fue la primera psicóloga clínica que se ocupó de ponerle nombre a los tipos de padres. Esta experta se especializó en la psicología del desarrollo y para clasificar los estilos de crianza estudió cómo eran en las familias “la calidez y la nutrición, las estrategias disciplinarias, el estilo de comunicación y las expectativas de madurez y control”.
A partir de estos aspectos estableció que había tres tipos de padres y que las pautas de conducta familiares eran determinantes en la personalidad del niño. Estas tres tipologías son la “autoritaria”, que se caracteriza por un fuerte control de los hijos; la “permisiva”, que al contrario que la primera carece de normas y límites; y la “autoritaria no dominante” o la llamada “democrática”, donde prima la comunicación y hay un equilibrio entre el afecto y las normas.
Con anterioridad a definir esos tipos, en 1967 Diana Baumrid ya había clasificado a los niños según su conducta en tres tipos: los más competentes, contentos e independientes y que además tenían una gran confianza en sí mismos y un espíritu explorador; aquellos “medianamente confiados y capaces de controlarse a sí mismos pero inseguros y temerosos”; y los inmaduros, dependientes, con dificultades para controlarse y con poca confianza en sí mismos.
Padres autoritarios
La psicóloga concluyó que los padres autoritarios que solo buscan la obediencia, utilizan el castigo, restringen su autonomía y no facilitan el diálogo generan consecuencias negativas en el desarrollo de los hijos, como la dificultades para ser autónomos, para ser creativos, para comunicarse y mostrar afecto además de que tienen baja autoestima y no han logrado interiorizar ciertos valores.
Padres permisivos
Por su parte, los padres con una actitud permisiva tampoco influyen positivamente en la personalidad de sus hijos ya que aunque son felices les cuesta ser autónomos, alcanzar la madurez y asumir responsabilidades.
Padres democráticos
Según Diana Baumrid, los padres democráticos “intentan dirigir las actividades de sus hijos, pero utilizan el razonamiento y la negociación” con “reciprocidad jerárquica”, porque “cada miembro de la familia tiene derechos y responsabilidades con respecto a los demás”. Con el tiempo se convierten en niños con capacidad comunicativa, responsables, autónomos e independientes, cariñosos, con una elevada autoestima y que muestran un bienestar psicológico. Todas estas características positivas son las más adecuadas para vivir en sociedad y desarrollar las competencias necesarias.
Padres negligentes
Después, en 1983, los psicólogos estadounidenses Eleanor Maccoby, que falleció en 2018, y J.A. Martin ampliaron los estudios al respecto y reformularon la teoría de Diana Baumrid con un cuarto tipo de padres, los negligentes. Para ello, los dos expertos añadieron otros aspectos a la hora de establecer la influencia que ejerce en un niño el tipo de padres que tiene: el control o exigencia sobre los hijos en la consecución de metas y objetivos, el afecto y la sensibilidad de los padres ante sus necesidades. Según su definición, unos padres negligentes o ausentes son aquellos cuyo nivel de respuesta ante las necesidades de sus hijos es bajo.
A este tipo de crianza la tildan como la más negativa ya que no se implican ni en su educación ni en su desarrollo, no les muestran afecto o son incoherentes, sin embargo, recurren al castigo físico. En consecuencia, los hijos de padres negligentes al no haber crecido con unas normas y unos límites claros no son capaces de controlarse y a la vez tienen una muy baja autoestima. Si han sido agresivos con ellos lo trasladan a sus relaciones sociales, no aceptan las normas de convivencia fuera de casa y suelen ser vulnerables para ser atrapados por bandas juveniles y tienen propensión a consumir sustancias.
Padres helicóptero
Las nuevas teorías de la psicología aplicada al ámbito familiar añaden otros tres tipologías de padre: helicóptero, tigre y quitanieves. Este quinto tipo del helicóptero corresponde a los que están dedicados en “cuerpo y alma” a sus hijos y son tan sobreprotectores que dejan a un lado sus propios intereses y necesidades. Al final, los hijos dependen de sus padres para todo y no son capaces de resolver sus problemas ellos solos.
Padres tigre
En este caso, los psicólogos definen como padres tigre a los que solo buscan que sus hijos sean perfectos y alcancen la excelencia en todo lo que hacen. Para ello solo creen en la disciplina y en el respeto hacia los padres. En realidad, están volcando su falta de éxito y su frustración en sus hijos. Además muestran poca tolerancia ante sus actuaciones y no son capaces de comunicarse naturalmente ni de ser afectuosos con ellos. Al final los hijos no tienen un desarrollo normal de su inteligencia emocional, les cuesta enfrentarse a las dificultades y resolver los conflictos porque su autoestima es bastante baja.
Padres quitanieves
Los padres quitanieves son expertos en facilitar el camino a sus hijos porque les ayudan constantemente. Su intención es que no lo pasen mal pero en realidad están impidiendo que sean autónomos, resolutivos y que toleren la frustración. Es cierto que en un grupo de iguales no tienen problemas para relacionarse, sin embargo, evitan los conflictos debido a que no han aprendido estrategias para solucionarlos.