El impresionante vestido de novia de Julia Bolaños en su boda: un manto del siglo XVIII y una cola de dos metros
Julia Bolaños ha elegido un impresionante vestido de novia, evocando a los años 50, con un manto para cubrirlo confeccionado hace tres siglos
Luis Bolaños, emocionado, dice sus primeras palabras tras la boda de su hija Julia: "No te puedes imaginar"
El pasado sábado, 27 de septiembre, Carmona fue testigo de una de las bodas más esperadas de la temporada. Julia Bolaños, primogénita de Luis Bolaños —empresario y propietario de Iberhanse-NaturGreen, compañía referente en exportación de cítricos sostenibles—, se casó con José María Ramírez-Cárdenas y Cabello de los Cobos, directivo de Huawei España y descendiente de una reconocida familia de la aristocracia sevillana. Tras varios años de noviazgo, la pareja decidió sellar su historia en la Iglesia de Santa María, un templo emblemático de la localidad, donde la novia entró del brazo de su padre en uno de los momentos más emotivos de la jornada.
Luis Bolaños no pudo ocultar la emoción de acompañar a su hija en el altar, confesando después que había sido un día “muy emotivo” y que se había sentido “el padre más contento y el más emocionado”. La ceremonia reunió a un nutrido grupo de familiares, amigos y personalidades del ámbito social y empresarial. Entre los asistentes destacaron la modelo Nieves Álvarez y Manuela Villena, que quisieron acompañar a los novios en un día tan señalado. Con este enlace, Carmona volvió a colocarse en el foco de la crónica social, en un fin de semana repleto de enlaces de alto perfil.
El vestido de novia de Julia Bolaños, al detalle
La elección del vestido fue uno de los grandes secretos mejor guardados hasta el momento de la entrada al templo. Julia confió en Jorge Vázquez, diseñador con una trayectoria consolidada que ha trabajado para figuras como Tamara Falcó, Sassa de Osma o la reina Letizia. El creador apostó por un diseño inspirado en los años 50, elaborado en garza de seda triple italiana en tono nácar, que aportaba una presencia atemporal.
El cuerpo se definía con un escote barco y mangas francesas ligeramente ajustadas, acompañado de un fajín colocado en diagonal, técnica que estilizó la figura de la novia. La parte posterior del vestido presentaba una hilera de botones forrados y una cola desmontable de dos metros y medio que aportó solemnidad al conjunto.
El bordado floral, distintivo del diseñador, recorrió el lateral del escote, las mangas y los costados, aportando textura y continuidad a la silueta. Como complemento, Julia eligió unos zapatos de tacón en blanco roto con punta cuadrada y un ramo en cascada compuesto por pequeñas flores blancas, una elección que evocó el aire tradicional de las novias de los años 80 sin perder actualidad.
Un manto histórico del siglo XVIII
El detalle más singular del estilismo de Julia fue el manto elegido para cubrir su look nupcial. Se trataba de una pieza del siglo XVIII en tono beige, con bordados florales que han resistido el paso de los siglos y que otorgaron un carácter único a la aparición de la novia. Este elemento se convirtió en un símbolo de continuidad familiar y en un homenaje a la herencia cultural de la zona.
La pieza fue sujetada con una peineta sobre un moño bajo de acabado natural, lo que permitió lucir unos pendientes de gran valor sentimental pertenecientes a la familia. En cuanto al maquillaje, la novia optó por un acabado luminoso con piel jugosa, sombras marrones que intensificaron la mirada y unos labios en tono rosado, realzando la naturalidad del conjunto.