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Cómo estirar un jersey de lana con la plancha (y no morir en el intento)

El truco infalible para que sigas sacándole el máximo partido a la prenda estrella del invierno
El truco infalible que tienes que conocer. Instagram @ivannamatoshko
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Todas tenemos ese jersey de lana que adoramos… hasta que un mal lavado, un centrifugado traicionero o un descuido de cinco minutos lo deja convertido en talla mini. Pero tranquila, no está todo perdido. Aunque este tejido es delicado (y caprichoso), existen pequeños trucos para devolverle parte de su forma original.

Y precisamente, uno de los más efectivos -y menos conocidos- lo puedes llevar a cabo tú misma en casa sin ayuda de nadie. Consiste en estirarlo con la plancha. Sí, has leído bien. La plancha, ese electrodoméstico que normalmente mantenemos a distancia prudencial de nuestras prendas más preciadas.

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Seamos realistas. Si tu jersey pasó de talla M a XS dramáticamente, no esperes un milagro. Pero si solo se encogió un poco o quedó más rígido de lo normal, este método puede salvarlo (y a tu cuenta bancaria de una compra inesperada).

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Cosas que no debes hacer jamás

Pero antes que nada, hay cuatro errores imperdonables cuando intentas estirar un jersey de lana con la plancha que debes saber. El primero es usarla directamente sobre el tejido ya que esto puede quemarlo o dejar un brillo imposible de disimular. Tampoco debes subir la temperatura, aunque vayas con prisa, porque la lana no tolera bien el calor directo.

Otro fallo habitual consiste en estirar con brusquedad; pues las fibras pueden romperse o deformarse para siempre. Y, por último, evita a toda costa meter la prenda en la secadora después del proceso: desharía todo el trabajo… y lo más probable es que encoja aún más.

Dicho esto, a continuación te contamos el proceso, paso a paso, y los errores que debes evitar para no terminar con un desastre aún mayor.

El método definitivo

1. Humedece la prenda. El jersey debe estar ligeramente húmedo, nunca chorreando. Puedes pulverizarlo con un spray de agua o humedecerlo bajo el grifo y escurrirlo con suavidad. La humedad es clave para que las fibras se relajen.

2. Colócalo sobre una superficie plana. Olvida la tabla de planchar tradicional: mejor una mesa o incluso el suelo (con una toalla gruesa debajo). Extiéndelo con las manos hasta darle una forma lo más parecida posible a su tamaño original.

3. Ajusta la plancha a temperatura baja. Nunca uses la plancha directamente sobre el tejido; coloca encima un paño de algodón o una muselina. Activa el vapor y desliza la plancha sin presionar en exceso. La regla de oro sería la siguiente: lana = potencia baja + vapor alto.

4. Estira con suavidad mientras aplicas vapor. Aplica vapor en zonas concretas (mangas, cuerpo, hombros) y, con las manos, ve moldeando y estirando el tejido. Hazlo poco a poco: la lana cede, pero no hay que forzarla.

5. Déjalo secar en posición horizontal. Por último, una vez recuperada su forma, déjalo secar completamente sobre una toalla. Evita colgarlo, porque podría deformarse. Piensa en este proceso más como una sesión de fisioterapia que como un secado normal.