Gema Palacios, farmacéutica especializada en dermocosmética: “Nos han hecho creer que cuanta más rutina, más resultados, y no”
Rutinas largas, mezclas imposibles y productos virales: la farmacéutica Gema Palacios explica los errores más comunes que dañan la piel sin saberlo
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Rutinas de skincare más largas que un día sin pan, mezclas de activos imposibles para una misma o productos virales que prometen una piel nueva en días. Cuando hablamos de skincare, muchas veces, menos es más. “Como farmacéutica especializada en dermocosmética, veo el cuidado de la piel como una mezcla entre arte y ciencia”, explica Gema Palacios, experta en dermocosmética integrativa. “La piel es como un lienzo vivo: todo lo que le das (y también lo que le quitas de más) deja huella.”
En su día a día, Palacios escucha historias que se repiten: “El error más común es que nos han hecho creer que cuanta más rutina, más resultados… y no. Muchas pieles terminan sobrecargadas y enfadadas, con rojeces, tirantez o brotes. El exceso de cosméticos y la falta de personalización son como querer cocinar con todos los ingredientes de la nevera: puede que salga algo, pero probablemente no sea digerible”.
Lo ve constantemente en consulta: “Pieles jóvenes con irritación por mezclar activos potentes y pieles maduras apagadas tras años de sobreestimulación. En ambos casos, la piel está exhausta, no cuidada”, revela la farmacéutica. Entre los errores más frecuentes, destaca no protegerse del sol (el daño solar no descansa ni en invierno), saltarse la limpieza de noche o dejarse llevar por tendencias sin tener en cuenta el tipo de piel. Y hay uno que no falla: “Reventar granitos. Da alivio momentáneo, pero deja marca, mancha o cicatriz”, señala.
La farmacéutica recuerda un dato muy importante. “Más del 40 % de las consultas dermatológicas se deben a rutinas incorrectas, según la American Academy of Dermatology. La piel no necesita más, necesita mejor”.
Una cosa es cuidar y otra, castigar
Por imitación de lo que vemos en redes sociales y simplemente por desconocimiento, lo que a priori es una buena intención puede acabar teniendo consecuencias nada deseables para la piel. “Exfoliar a diario es como pelar la cáscara de una fruta hasta dejar solo la pulpa: al principio se ve más lisa, pero luego queda indefensa”, detalla. Lo mismo ocurre con las mascarillas caseras hechas con ingredientes de cocina. “Limón, azúcar o bicarbonato no son tratamientos, son experimentos con la epidermis. Cambian el pH y pueden causar quemaduras o manchas”, agrega.
La farmacéutica especializada en dermocosmética también advierte sobre los aceites milagro o los bálsamos todo en uno: “No todos los aceites son amigos de los poros: algunos taponan y provocan acné o eczemas”. Y dormir con maquillaje, añade, “es como no apagar el ordenador toda la noche: la piel no descansa ni se repara".
El exceso de exfoliantes, retinoides o ácidos es otro de los grandes problemas. “Cuando apretamos el acelerador sin mirar el cuadro de mandos, la piel nos pasa factura”, sentencia. Irritación, rojez, descamación o deshidratación son señales de alarma. “Muchas personas llegan a consulta convencidas de que su piel es sensible, cuando en realidad está agotada por exceso de estímulo. La piel también necesita días libres: cuidarla no es insistir, es escuchar lo que necesita en cada momento”, finaliza.
Por eso, antes de lanzarse a probar el último producto viral, Gema Palacios lo tiene claro: acude a un profesional porque lo importante es cuidar, no castigar. “Tu piel no entiende de likes, entiende de lógica. El profesional de farmacia o dermatología sabe cómo combinar activos sin que se anulen o irriten, en qué concentración y frecuencia usarlos, y qué modas tienen evidencia y cuáles solo tienen ‘clicks”, remata.
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