La vida actual de José Fernando Ortega tras ocho años de ingreso: su tratamiento, actividades y evolución
El triste fallecimiento de Michu ha llegado como un jarro de agua fría a José Fernando Ortega. El hijo de Rocío Jurado y Ortega Cano vivía en estos momentos una época de serenidad en sus tratamientos de salud mental que lo han tenido ingresado en distintas instituciones durante varios años.
José Fernando Ortega, de 32 años de edad, está cerca del alta hospitalaria tras ocho años de aislamiento. Desde hace algo más de un año el joven se trata de sus problemas en el Centro Rodríguez Lafora, a las afueras de Madrid. Se trata de un centro situado en la zona norte de la Comunidad que atiende a pacientes que precisan hospitalización o tratamiento hospitalario de trastornos adictivos relacionados con el alcohol y otras sustancias.
Espera obtener el alta este mismo año
Ha sido un camino largo y tortuoso para José Fernando que tras el fallecimiento de su expareja debe sacar fuerzas de flaqueza para no dar marcha atrás en sus avances. “Me encuentro muy bien, esforzándome cada día después de ocho años ingresado”, contaba hace unos meses en la revista SEMANA. En esa misma exclusiva José Fernando hablaba sobre sus rutinas: “Mi día a día se compone de muchas actividades como deporte, terapias, cita con el psquiatra y el psicólogo... Estoy deseando terminar para estar con mi hija, familia y amigos”, comentaba el joven que confía en obtener el alta hospitalaria este mismo año.
José Fernando comenta sin tapujos que su delicada situación psiquiátrica se debe a sus problemas con las drogas, infierno en el que cayó cuando era un adolescente. “Me hacían evadirme de la realidad”, explicaba el hermano de Gloria Camila, quien lamenta que aquellos consumos y conductas erráticas le llevaran a pasar por la cárcel durante cinco meses.
De la prisión a los centros psiquiátricos
La muerte de su madre, Rocío Jurado, en 2006, marcó un punto de inflexión en la vida de José Fernando, que lo llevó a caer en una espiral de adicciones y conductas problemáticas. El historial del joven incluye, además, consumo de alcohol, cannabis y cocaína, junto con problemas psiquiátricos que han requerido atención especializada.
En noviembre de 2013, José Fernando fue detenido por un robo con violencia y agresión a un joven cerca de un club de alterne en Castilleja de la Cuesta, Sevilla. Fue acusado de robo con violencia, conducción sin permiso y daños, ya que el vehículo robado fue quemado. En marzo de 2014, el Juzgado de lo Penal número 5 de Sevilla lo condenó a un año y nueve meses de prisión. No ingresó inmediatamente en prisión debido a la falta de antecedentes penales y atenuantes como confesión, embriaguez y reparación de daños (indemnizó a la víctima con 10.000 euros). Pasó cuatro meses en prisión preventiva antes de ser liberado tras el juicio.
En mayo de 2017, José Fernando ingresó en la Clínica López Ibor en Madrid por decisión del Ministerio Fiscal, tras evaluaciones médicas que determinaron que no estaba en condiciones de deambular sin control debido a sus problemas de salud mental y adicciones. Finalmente fue derivado hasta el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, donde estuvo hasta el año pasado. “Tiene que estar en un lugar donde puedan tratarle y es la única manera de que salga a flote. Hay momentos en los que no puedo más”, contaba desesperado Ortega Cano aquel año.
Quiere luchar por su hija
Estos ocho años de reclusión han privado a José Fernando de su papel como padre y ahora, tras la muerte de Michu, las incógnitas sobre el futuro de la menor se multiplican. “Me gustaría tener una casa en la que vivir con mi hija, algo que no he podido hacer hasta ahora”, explicaba José Fernando.
Precisamente la futura custodia de la pequeña Rocío, de apenas ocho años, supone un nuevo quebradero para los herederos de La Más Grande. Según la ley, la patria potestad y la custodia de la pequeña debería recaer en su padre pero como no está en condiciones óptimas de gestionar su crianza, la tutela se disputa ahora entre Ortega Cano y la madre de la fallecida.