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Dos 'sí, quiero' y cuatro vestidos: así fue la boda de Natalia Jiménez, de La Quinta Estación, y Arnold Hemkes

La cantante Natalia Jiménez
La cantante Natalia JiménezCordon Press
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Natalia Jiménez, de la Quinta Estación, y su pareja, Arnold Hemkes, despidieron el pasado 2024 por todo lo alto. La pareja se dio el “sí, quiero” en una preciosa boda celebrada en Guadalajara (México). Más de 100 invitados acompañaron a la pareja en este día tan especial, y no faltó, como era de esperar, la pequeña Alessandra, la hija que la cantante tuvo de su anterior matrimonio con Daniel Trueba, un empresario cubano que se dedica también al mundo de la música.

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Un nuevo amor tras su divorcio

La cantante y su anterior marido estuvieron casados durante cinco años. Fue en 2021 cuando Natalia Jiménez confirmó que separaba de Daniel Trueba, con el que tenía una hija en común. Además de mantener una relación de pareja, ambos mantenían una relación profesional, ya que Daniel se convirtió en el mánager de Natalia.

Unos meses después de la ruptura volvió a enamorarse, esta vez de Arnold Hemkes: “No puedes pensar que, porque te ha ido mal una vez, te va a seguir yendo mal siempre. Ahora mismo estoy en una relación en la que estoy muy feliz", contaba a la revista ¡Hola! tras confirmar públicamente el romance con su road manager, es decir, el encargado de gestionar sus giras musicales.

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Comprometidos desde 2023

El anuncio del compromiso de la pareja fue en noviembre de 2023, un año antes de la boda. Lo supimos a través de Instagram, ya que ambos compartieron en sus respectivas cuentas que iban a pasar por el altar. “Dije que sí. Si antes El Escorial era importante para mí, ahora lo va a ser mucho más. Y no solo para mí, sino para ti también. Estoy muy orgullosa del amor que tenemos y de todo lo que hemos conseguido juntos y no puedo esperar a ver lo que nos depara el futuro. Gracias por aparecerte en mi vida y llenarla de amor y alegría. Eres luz para mí, para mi hija y toda la gente que se cruza contigo. Soy la mujer más suertuda y afortunada de poder pasar la vida contigo”, escribía Natalia en su post, acompañando unas imágenes de la pareja en la Silla de Felipe II, en El Escorial.

Una boda mexicana con dos “sí, quiero”

La boda se celebró el pasado 29 de noviembre en la hacienda La Santa Cruz, en Guadalajara. Allí tuvo lugar el enlace religioso, pero previamente hubo un “sí, quiero” por lo civil. Tuvo lugar a las tres de la tarde y fue oficiado por Verónica Delgadillo, la alcaldesa de la ciudad y amiga íntima de la pareja. Fue a puerta cerrada y el comienzo de un gran día, ya que luego, convertidos ya en marido y mujer, se dirigieron hacia la capilla para la boda religiosa.

El lugar, de aire colonial, estaba decorado en blanco y marfil con plantas y flores tropicales. En esta ocasión, todos los invitados pudieron ser testigos de cómo se oficiaba la ceremonia y celebrarla con Natalia y Arnold. Aunque posiblemente era Alessandra, la hija de la novia, la que estaba más emocionada de ver a su madre tan feliz en el día de su boda. 

Fiesta al anochecer

La pareja de recién casados y todos los asistentes abandonaron la capilla para disfrutar del cóctel y la cena al atardecer. El menú consistió en platos de la alta gastronomía mexicana, con gran presencia de la carne de res. Ya de noche, llegó el turno de la fiesta, donde los novios bailaron y disfrutaron, al ritmo de la música que tocaban los mariachis, sin que faltara el esperado momento en el que la novia lanza su ramo para que lo recoja la que, supuestamente, será la siguiente afortunada en pasar por el altar. DJ Sato también amenizó musicalmente y no faltaron ni los fuegos artificiales

Los cuatro vestidos de la novia

Natalia Jiménez quería celebrar su boda por todo lo alto y lució cuatro vestidos diferentes, uno para cada momento especial, todos diseñados por Benito Santos. En la boda civil llevó un mono de color blanco con diseño asimétrico, confeccionado en crepé, con manga circular adornada con plumas de avestruz. Los complementos fueron un collar de perlas y unos pendientes de aro de Renata Larios.

En la boda religiosa lució un espectacular vestido de inspiración mexicana que evocaba la época del cine de oro. Tenía escote barco y falda con capas de tul. Como velo llevó una preciosa mantilla con ribetes. 

A la hora del cóctel se decidió por un vestido que era prácticamente igual al de la ceremonia religiosa, pero prescindiendo del tul de la falda. El diseño mantenía su esencia, al tiempo que era más cómodo para el momento del banquete y los aperitivos. 

Llegada la hora de la fiesta, Natalia optó por la versión mini y con vuelo para bailar y disfrutar del momento. También blanco y con escote barco, le sentaba de maravilla. Lo acompañó, muy acertadamente, con unos zapatos en punta, con correa y tacón bajo de Jimmy Choo.