Así es el castillo de Grasten, el palacio donde Federico y Mary de Dinamarca pasan sus vacaciones

Es tradición que la familia real danesa pase sus vacaciones de verano oficiales en el castillo de Grasten
Así son los cuatro hijos de Federico X y Mary de Dinamarca: Christian, Isabel, Josephine y Vincent
Si la familia real española tiene en Mallorca su refugio vacacional, ese espacio en el que se sienten como en casa y que les permite disfrutar de su tiempo de descanso, así como de su tiempo en familia, para los reyes de Dinamarca este lugar es Grasten, una localidad de la península de Jutlandia.
Federico y Mary de Dinamarca no han querido faltar a la tradición y han acudido a la localidad en compañía de sus hijos. Durante el tiempo que los monarcas permanezcan allí que hospedarán en el castillo de Grasten, que lleva más de 90 años cumpliendo con la función de ofrecer refugio a los monarcas daneses durante su tiempo de descanso estival.
A su llegada fueron recibidos con gran alegría por aparte de todos los que quisieron acercarse a las inmediaciones del castillo para darles la bienvenida, que fue más comedida que la que del año anterior, por ser el primero como Reyes, incluso colocaron una alfombra roja para su llegada. Es habitual, y este año no ha sido una excepción, que los monarcas saluden a los ciudadanos del lugar a su llegada y caminen desde la plaza hasta el castillo, una distancia de unos 500 metros.
Castillo de Grasten, el palacio donde Federico y Mary de Dinamarca pasan sus vacaciones
Este castillo fue un regalo de bodas entregado a Federico e Ingrid en 1935, cuando todavía eran príncipes herederos. El castillo ha cambiado mucho desde que en siglo XVI era un pequeño pabellón de caza, una construcción que ya no existe porque desapareció en 1603 a causa de un incendio. Se convirtió en un castillo barroco cuando era propiedad del Gran Canciller Federico Ahlefeldt, pero de nuevo un incendio obligó a que se reconstruyera en 1757, tras quedar solo en pie la iglesia y alguno de sus pabellones.
Con el paso de los años, el castillo se fue completando, reconstruyendo aquello que fue necesario y levantando pabellones nuevos, y en 1920 pasó a manos del Estado. Antes de convertirse en regalo de bodas, fue modernizado gracias a una gran restauración, y pasó a ser el destino vacacional de la familia real danesa. Tras pertenecer a Federico IX y la reina Ingrid, pasó a manos de la reina Margarita, quien tras su abdicación también dejó este castillo en manos de su hijo y la reina Mary.
Los exteriores del castillo son uno de los espacios que puede visitarse, en las temporadas en las que no se encuentra la familia, los jardines son de estilo ingle, la reina Ingrid era una gran apasionada de la jardinería y esto quedó reflejado en estos jardines, que en verano muestran su mejor cara gracias a los cientos de rosales que se plantaron.
Cuenta con enormes prados con vistas al lago, así como una zona de huerto con frutales, hierbas aromáticas o arbustos, que desde hace pocos años también forma parte de la visita. También está abierta al público la iglesia, la única que sobrevivió al incendio de 1757.