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Martín Berasategui y su truco para que la casa no huela a pescado al cocinarlo: "Sumergirlo 10 minutos antes"

Martín Berasategui
Martín BerasateguiInstagram / Pexels
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Martín Berasategui no necesita presentación: con 10 estrellas Michelin a sus espaldas y una carrera de más de cuatro décadas, es considerado uno de los grandes maestros de la gastronomía mundial. Dueño de una técnica impecable y de una sensibilidad única para los productos frescos, ha convertido sus restaurantes en templos del buen comer. Pero, además de su faceta de alta cocina, Berasategui es conocido por su carácter cercano y didáctico, pues le encanta compartir conocimientos y trucos sencillos para mejorar el día a día en la cocina doméstica. No es raro verlo en entrevistas, redes sociales o programas de televisión dando consejos prácticos para que cualquiera, sin importar su experiencia, pueda cocinar mejor.

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Precisamente uno de los últimos se ha vuelto viral por su simplicidad y eficacia, ya que aborda un problema doméstico muy común: cómo cocinar pescado sin que toda la casa se impregne de olor. Y es que Berasategui, además de chef de prestigio, es muy “apañado” y no se corta a la hora de ofrecer soluciones prácticas a los mortales que, desde sus cocinas, lidian con el día a día.

El problema del olor del pescado

El pescado desprende olor característico por la descomposición de compuestos nitrogenados presentes en su carne que se liberan con rapidez cuando entra en contacto con el calor, generando ese aroma penetrante tan difícil de eliminar. Aunque un pescado muy fresco huele poco, la cocción siempre intensifica los compuestos volátiles.

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Para hacerle frente, el chef donostiarra lo tiene claro, tal y como recoge la revista 'Cuerpomente'. La clave está en sumergir el pescado en leche durante 10 minutos antes de cocinarlo. Este paso previo es tan sencillo como eficaz:

  • Se coloca el pescado crudo en un recipiente con leche fría.
  • Se deja reposar unos 10 minutos.
  • Se escurre y se cocina con normalidad. ¡Y listo!

¿Por qué funciona?

La leche actúa como absorbente y neutralizante. Sus proteínas (especialmente la caseína) se unen a las moléculas responsables del mal olor y las atrapan, reduciendo la intensidad del aroma. Además, la grasa de la leche ayuda a disolver compuestos liposolubles presentes en la piel y la carne del pescado, suavizando el olor y, de paso, la textura.

Un plus nutricional y gastronómico

Más allá del olor, este sencillo gesto también aporta beneficios, como por ejemplo, verse más jugoso y blanco, gracias a la acción suavizante de la leche. Además, la textura se vuelve más delicada, especialmente en pescados blancos como merluza, bacalao o lenguado.

Así que, ya sabes, si eres reacia a comer pescado por este motivo, ya no tienes excusa. Un consejo fácil, barato y científico que puede revolucionar tu próxima cena.

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