Salud mental

¿Qué es la responsabilidad afectiva y cómo se puede desarrollar?

La responsabilidad afectiva es muy necesaria
La responsabilidad afectiva es muy necesariaPexels
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El término responsabilidad afectiva está en boca de todos en los últimos tiempos. Más que una moda, se podría decir que se trata de una respuesta a la tendencia individualista que parece imperar en la sociedad. Saber cuidar de nuestras emociones y bienestar es necesario, está claro, y muchas veces requiere un aprendizaje.

El problema, cada vez más latente, es que en ese camino hacia el autocuidado podemos hacer daño a quienes nos rodean si nos olvidamos de respetar su salud emocional. Y es que tan importante es saber priorizarnos y aprender a escuchar nuestras necesidades, como procurar que eso no implique ignorar lo que sienten aquellos que están a nuestro lado, ya sean compañeros de trabajo, amigos, familia y, muy especialmente, la pareja. Ahí es donde entra en juego la famosa responsabilidad afectiva, que es más necesaria de lo que parece. Te contamos qué es y cómo puedes desarrollarla.

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¿Qué es la responsabilidad afectiva?

Tener responsabilidad afectiva o emocional significa que somos capaces de reconocer y asumir que lo que hacemos y decimos provoca emociones en quienes nos rodean. Por lo tanto, implica que somos conscientes de los vínculos que tenemos con otras personas, sin importar cuál es el el tipo de relación, y que hacemos todo lo posible por evitar causarles un daño de tipo emocional. Las relaciones virtuales han favorecido la posibilidad de relacionarnos a toda velocidad con otras personas y, al mismo tiempo, han hecho más fácil que nunca evitar afrontar conversaciones y situaciones difíciles.

Nuestros actos repercuten en los demás. FUENTE: Pexels
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Por eso aparecen fenómenos como el ghosting, que consiste en desaparecer de la vida de una persona con la que se ha creado un vínculo afectivo sin dar explicaciones, y que provoca dolor y malestar emocional, pero que resulta muy cómodo a quien lo practica. Este es uno de los ejemplos más extremos y, evidentemente, no tenemos que mantener una relación de ningún tipo si no queremos, pero la responsabilidad afectiva nos lleve a actuar con madurez y empatía, haciendo el esfuerzo de explicar a la otra persona que no queremos mantener contacto con ella. 

El bienestar es cosa de todos

El individualismo puede perjudicar las relaciones con los demás. FUENTE: Pexels
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Era necesario que la salud mental estuviera en el punto de mira, y con ella el auge del desarrollo personal y del bienestar emocional. Lo entendemos como algo positivo, está claro, pero parece que no hay beneficio sin contrapartida cuando adoptamos posturas extremas. A veces la independencia emocional no está bien entendida y tendemos a buscar nuestro bienestar sin reparar en que pueda implicar un daño para otros.

es vital recordar que, como seres humanos, nuestra naturaleza nos invita a relacionarnos, por lo que no podemos gozar de buena salud emocional si perjudicamos la de otras personas. Debemos mantener una relación sana con nosotros mismos y también con los demás, ya que al ser seres sociales no es posible que seamos independientemente emocionales. Si quieres desarrollar tu responsabilidad afectiva, te contamos qué actitudes puedes poner en práctica. 

Practica la empatía

La empatía es el pilar sobre el que se sustenta la responsabilidad emocional. En imprescindible hacer el ejercicio de intentar entender qué piensa y siente la otra persona y actuar con respeto. Así se pueden evitar los conflictos innecesarios y la posibilidad de hacer daño, aunque no sea intencionadamente. 

Responsabilízate de tus emociones

Pensar en uno mismo puede ser muy útil para los demás. Reconocer las propias emociones, gestionarlas y responsabilizarnos de ellas nos ayuda a no arrastrar a los demás en nuestro conflictos personales y a expresar lo que nos incomoda con una actitud asertiva. 

La honestidad es imprescindible

Sé sincero en tus relaciones. FUENTE: Pexels

Si estás creando un vínculo emocional con otra persona, debes tener claro que la honestidad debe ser una prioridad. El engaño, por pequeño que sea, no favorece a ninguna relación, mientras que la sinceridad es el punto de partida para que el vínculo se afiance y sea saludable.

Reflexiona sobre tus actos

Si algo de lo que haces o dices tiene consecuencias negativas en alguna de las personas que te rodea, es necesario reflexionar sobre ello. Puede que hayas hecho lo que te parecía más adecuado, pero es importante revisarlo e intentar no actuar desde la impulsividad.

Pon límites sanos

Para practicar la responsabilidad afectiva es imprescindible establecer límites sanos, expresarlos y pedir que se respeten. Debemos hacerlo desde la asertividad y la calma, para que los demás sepan qué es aquello que no vamos a tolerar y así evitar conflictos innecesarios. Esto se aplica a la pareja, los amigos, la familia, el entorno laboral…

Reconoce tus errores

Todos podemos cometer errores, pero ser responsable afectivamente implica reconocerlos y analizarlos para intentar evitarlos en un futuro. La vida es un aprendizaje continuo y hay que ver en los errores una oportunidad para ser mejores.

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