Silvia Álava, psicóloga, explica cómo enfrentarse a las primeras navidades con la familia política
Charlamos con la psicóloga Silvia Álvara que explica cómo sobrevivir (y disfrutar) de tus primeras fiestas con la familia de tu pareja
¿Qué es y cómo funciona el 'dry begging'?
La Navidad siempre llega cargada de planes, ilusión y cierto caos organizado… y, para muchas personas, también trae un momento muy concreto que puede generar mariposas en el estómago: pasar las primeras fiestas con la familia política. No es un drama, pero tampoco es poca cosa. Es ese punto en el que toca sumarse a tradiciones que no son las tuyas, compartir mesa con gente a la que quizá aún no conoces del todo y adaptarte a dinámicas familiares que ya llevan años funcionando sin ti.
Es normal que, antes de poner un pie en la cena, te entren dudas: ¿cómo será el ambiente?, ¿habrá conversaciones incómodas?, ¿encajaré bien?, ¿y si meto la pata sin querer? La mezcla de ilusión y nervios suele estar ahí, incluso cuando tienes claro que no va a pasar nada terrible.
Y es que entrar en una familia nueva -además en plena Navidad, con sus ritmos, sus bromas internas y su intensidad emocional- puede remover un poquito más de lo habitual. No pasa nada: forma parte del proceso de conocerse. Para entender mejor por qué estas primeras navidades pueden resultar tensas y qué podemos hacer para vivirlas con calma, hablamos con la psicóloga Silvia Álava, doctora en Psicología, que nos da las claves para navegar esta experiencia sin agobiarnos… y, si se puede, disfrutarla.
Por qué nos pone tan nerviosas (según la psicología)
“Las primeras navidades con la familia política son un momento ilusionante, pero también pueden ser un poquito estresantes”, explica Silvia Álava. Y el motivo no es solo que haya mucha gente, muchos planes y mucho ruido: la clave está en los rituales familiares. “Cada familia tiene los suyos, y no son extrapolables”, señala. “Tienen sus horarios, sus comidas, sus bromas internas, sus tradiciones… que quizá llevan muchísimos años, pero que la persona nueva desconoce”. En otras palabras; entras en un ecosistema emocional completamente diferente, donde tú eres la recién llegada.
A eso se suman las expectativas que nos creamos: “Tengo que caer bien”, “quiero que me acepten”. Y, en ocasiones, nuestro propio cerebro lo pone más difícil: “A veces interpreta lo desconocido como una amenaza y aparece esa sensación de tensión de ‘me están evaluando’, ‘a ver si no les gusto y entonces mi pareja me deja’”.
Pero, según Álava, estas ideas no tienen base real. “No te están evaluando. No te van a poner nota y de eso no va a depender que vuestra relación siga o no. Tal y como eres, eres válida, y tu pareja ya te ha elegido”, cuenta.
Lo que sí puedes hacer para que todo fluya
1. Aclara expectativas con tu pareja. Antes de llegar, mejor hablarlo. “Puede funcionar muy bien saber qué días vais a ir, cuánto tiempo, quién es quién, si hay algún tema sensible…”, recomienda Álava. “Es importante saber si hay algo que conviene evitar para que no te pille por sorpresa”.
2. Ve con actitud abierta. “No vamos a ver si son mejores o peores que tu familia de origen. No necesitas impresionar ni encajar”, explica y añade que “simplemente estás ahí porque es la familia de tu pareja; vamos a observar desde la amabilidad, sin juzgar lo que están haciendo”.
3. Date tus propios momentos. No hace falta participar constantemente. “Puedes tener tus momentos, te puedes ir un segundito al baño o acercarte a la cocina. Son pausas que te permiten integrarte sin exponerte demasiado”, propone Álava.
4. Responde con suavidad (o cambia de tema). Silvia explica que si una pregunta no te apetece, no estás obligada a contestar: “Si hay preguntas que no te apetece contestar, puedes responder de forma breve o cambiar de tema con suavidad”. La asertividad también se practica en Navidad.
5. Asume que los vínculos llevan tiempo. No fuerces una conexión inmediata. “No pienses que desde el primer día vas a ser una más, porque el resto lleva mucho tiempo ahí”, recuerda. “Los vínculos necesitan tiempo. Vamos paso a paso”.
Y lo que no deberías hacer (por tu bien)
1. Nada de comparaciones. Las comparaciones solo añaden presión. “No es un concurso”, insiste la terapeuta. “No se trata de ver qué familia lo hace mejor o quién te gusta más”
2. No interpretes todo como algo personal. Respira antes de reaccionar. “Desconoces cuál es el código que ellos utilizan”, explica. “No interpretes los comentarios desde la susceptibilidad, porque quizá para ellos es una broma habitual o una forma de comunicarse dentro de su propio sistema”.
3. Evita entrar en debates complicados. Política, religión, crianza… mejor mantenerse al margen. “En esos debates es mejor no involucrarse”, aconseja. “Y si algo te hace sentir incómoda, es muy importante que seamos asertivos”.
4. No fuerces conexiones inmediatas. No necesitas que todos te adoren al instante. “No hay que forzar las cosas”, advierte. “Tampoco todos se tienen que quedar encantados contigo a la primera. No funciona así”.
5. No olvides que esto no es un examen. Por último, Silvia nos recuerda la perspectiva. “Estás ahí porque es lo que toca”, resume. “No te están evaluando. No te van a poner nota”. Y si la situación te supera, hay una salida sencilla: “Puedes ir al baño, beber agua o acercarte a la cocina. A veces solo necesitamos un pequeño respiro”.
Ya sabes, las primeras navidades con la familia política no tienen por qué convertirse en una montaña rusa emocional. Con expectativas claras, una actitud abierta y la tranquilidad de que nadie está juzgando tu valor, puedes vivir la experiencia sin agobios… e incluso disfrutarla.