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El vestido icónico de doña Sofía en la proclamación de Juan Carlos I: las diseñadoras que lo cosieron in extremis

El vestido de doña Sofía en la proclamación de Juan Carlos ICordon Press
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Conservadora y discreta, como muchas señoras de su época, la reina Sofía ha huído de la sofisticación y el glamur, evitando los escotes, las prendas demasiado ceñidas y cortas y apostando por un estilo tradicional que ha mantenido en el tiempo.

A diario la reina Sofía fue y sigue siendo incondicional de los trajes de chaqueta, casi siempre combinados con pantalón o falda recta a la rodilla, reservando sus mejores piezas para cenas de gala, bodas reales y visitas de Estado. Pero sin duda, a lo largo de la historia, uno de los grandes aciertos de los estilismos de doña Sofía ha sido el look fucsia que llevó el día de la coronación de Juan Carlos I como rey de España, que se celebró en el Congreso de los Diputados.

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El vestido de Sofía en la coronación de Juan Carlos I

El 22 de noviembre de 1975, dos días después del fallecimiento de Franco, se celebraba la ceremonia de coronación de Carlos, un paréntesis en medio del luto oficial por la muerte del dictador, que se levantó parcialmente para la proclamación. Juan Carlos era el gran protagonista de la jornada, pero todos los ojos apuntaron a Sofía y al diseño que eligió para ese momento histórico.

Las hermanas María Antonia y Pilar Molinero fueron las responsables del look fucsia que lució la reina ese día. Según recogió Pilar Eyre en su libro “La soledad de la reina”, Sofía les preguntó “¿Cómo querrán verme los españoles?” a lo que las Molinero respondieron “guapa, señora. Querrán verla guapa”. Así es como se fraguó aquél dos piezas compuesto por un vestido y un abrigo largos inspirados en los capotes de torero y con mucha influencia de los diseños de Valentino, que tuvieron que crear in extremis.

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El diseño estaba compuesto por un vestido largo y un abrigo de corte evasé y mangas de campana, decorado con unos bordados en los puños que combinaban con los del bajo del vestido. Sofía lució la orden de Isabel La Católica y completó el conjunto con unos zapatos y un bolso de cadena, ambos coordinados con el conjunto, unos guantes blancos y joyas de perlas.

Esta indumentaria, que destacaba especialmente en un lugar lleno de uniformes militares y señores vestidos de negro, fue criticada por una parte de la sociedad, que estaba de acuerdo en que la reina debía haber vestido de negro, dado que la capilla ardiente de Franco estaba todavía abierta, pero es posible que la reina quisiera marcar un antes y un después entre la etapa anterior y la nueva era que daba comienzo en ese momento.

Quiénes eran las hermanas Molinero

En los años 70, las hermanas Molinero eran las modistas favoritas de la alta sociedad madrileña y pioneras en traer los patrones de Valentino, Christian Dior, Balenciaga o Givenchy a España, para adaptarlos a las necesidades de sus clientas, pero este diseño de Doña Sofía, en palabras de Lorenzo Caprile, “inauguró la edad de oro de las hermanas Molinero”.

María Antonia y Pilar Molinero, que abrieron su taller en el Paseo de la Castellana en 1965, formaban un tándem perfecto. Según su sobrina Belén Molinero, “Pilar se encargaba de diseñar y de dibujar el traje. Estudiaba el cuerpo y proporciones de cada clienta y buscaba así los cortes y las formas que más le favorecían”. María Antonia, que falleció en 2019, se interesaba por los tejidos, los colores y las formas, ejercía de estilista “aconsejaba a las clientas y procuraba que el look final estuviera perfectamente coordinado. No solo elegía los complementos, sino que aconsejaba sobre joyas, maquillaje o el peinado más adecuado”. También era la que viajaba a París, Milán y Roma.

Tras conocer a Valentino, trajeron sus diseños al taller de la Castellana, luego ampliaron el negocio con los accesorios y el prêt-à-porter de lujo y cuando se trasladaron a la calle Ayala, incluyeron otras firmas internacionales como Yves Saint Laurent, Oscar de la Renta o Christian Lacroix. Hoy, su sobrina Belén, heredera del negocio que trasladó a la calle Fortuny, continúa vistiendo a esas mujeres de la alta sociedad que confían tanto en el diseño y buen hacer del taller, como en la discreción de la familia Molinero.

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