Paredes negras, muebles low-cost y mezcla entre lo clásico y lo kitsch: así es la casa de María Escoté

  • El color, el riesgo y la mezcla de estilos convierten el céntrico piso madrileño de la diseñadora en una extensión de su trabajo en la moda

Es una de las diseñadoras más influyentes de la moda patria. En los últimos quince años, María Escoté se ha convertido en una imprescindible de las pasarelas españolas, ha vestido a Zendaya, Katy Perry o Rosalía y se ha ejercido como jueza implacable ante modistas amateurs. Su ecléctico estilo, un "caos cromático y estético" en sus propias palabras, bebe de innumerables referentes. Y, como toda buena maestra en la materia, su hogar no podía escapar de su arte. Algunas imágenes de sus redes nos permiten conocer cómo es por dentro la casa en la que vive la diseñadora barcelonesa junto a su marido y sus dos hijas.

Hace unas semanas ella misma lo confirmaba en su cuenta de Instagram. Reconocía entonces, posando desde su chimenea navideña, que la diferencia y la identidad propia son lo que más valora. "Y, al igual que con mis diseños, intento que mi casa sea única, diferente", escribía junto a la imagen. Como le ocurre a su colega Ágatha Ruiz de la Prada, que ha hecho de su espectacular ático un verdadero homenaje a sí misma, la vivienda de Escoté funciona como una extensión natural de su trabajo.

Cuando entró por primera vez en este piso de 200 metros cuadrados en el madrileño barrio de Ópera, tuvo claro que era para ella. Un edificio de finales del siglo XIX, con techos altos, mucha moldura y un aire clásico, que podía "romper" con su caos, su querencia por el color y lo kitsch. Una vivienda que es expresión, según ella misma ha confesado en reportajes como el realizado para la revista Harper’s Bazaar, de lo que le gusta y lo que le rodea. Un hogar pensado, sobre todo, para acoger gente y para sentirse a gusto, prioridad para la diseñadora, que reconoce que podría "no salir de casa".

Son varias sus notas características. Al clasicismo estructural de las habitaciones se une lo rupturista de la decoración y muebles elegidos por la creadora. Especialmente desde hace unos meses, cuando redecoró espacios como su dormitorio o el salón en una colaboración con una firma de muebles de bajo coste. Además, están presentes muchas de las obsesiones de la modista: el arte, las plantas y las flores (que dan un aspecto ajardinado y "mediterráneo", en sus propias palabras) o los muñecos (de los que se considera "muy mitómana").

Un salón-comedor ajardinado en el que se mezclan lo clásico y lo Escoté

La estancia principal es la que mejor resume dichas singularidades. El salón-comedor es un espacio amplio, con fuerte presencia de esa arquitectura clásica. Se divide en una zona exterior de salón, con dos balcones a la calle y otra contigua interior, de comedor, a la que se accede mediante dos pasos diferentes.

El salón cuenta con un gran sofá en azul muy oscuro en una de las paredes, lleno de cojines de colores y complementado por grandes cuadros florales y una enorme alfombra en un llamativo violeta. Uno de los elementos más especiales para Escoté es una alta palmera de neón, regalo de su primer socio, que la ha acompañado en sus mejores y peores momentos. Hay varias mesitas bajas que incluyen lámparas, plantas o elementos decorativos. En mitad de la habitación se encuentran dos butacas en amarillo mostaza, con el televisor frente a ellas.

El otro extremo del salón cuenta con un impresionante capitoné amarillo (un color casi fetiche para ella) que cubre toda la pared. En el interior del muro se encuentran, a los lados, sendas estanterías en blanco y con vitrina. Una chimenea dorada y un enorme y colorido cuadro de su padre, el pintor Ferrán Escoté, completan la pared. En esta zona se sitúan dos divanes en color crudo, muebles altos de estampado psicodélico, dos pufs de pelo en tono rosáceo y más obras de arte.

Por su parte, el comedor es interior, pero también muy luminoso y con los mismos techos altos y la misma ornamentación en paredes, marcos y molduras. La mesa es amplia y de mármol negro con vetas blancas, con varias sillas tubulares de colores alrededor. En uno de los extremos, la pared la componen varias estanterías en blanco y amarillo, repletas de libros, entre los que se encuentran muchos de los imprescindibles de la diseñadora y su marido, y donde confluyen el mundo de la moda con el del cine.

La zona destinada al comedor cuenta, en la pared contraria con un gigantesco cuadro de padre, "un gran colorista" en palabras de la propia Escoté. La obra, oscura pero repleta de colores, simboliza una luna llena sobre el Caribe y fue un regalo para sus nietas. Para María es "la pieza más especial de la casa".

El estudio de las niñas, un espacio para la creatividad muy útil durante el confinamiento

Ha reconocido en más de una ocasión que el estudio de sus hijas, Alabama y Lila, es el lugar de la casa en el que más horas pasó durante el confinamiento. La estancia, que quedó terminada poco antes de la llegada de la pandemia, fue concebida por María como un "lienzo en blanco" para las pequeñas, un ambiente en el que pudiesen experimentar, jugar, "ensuciar" y crear libremente mientras crecen.

Con suelo en madera, estanterías en blanco, una mesa bajita en el mismo tono y hasta pequeños instrumentos, el lugar cuenta con todo lo necesario para hacer manualidades. Incluso con una zona de exposición de las primeras creaciones de las niñas. Hay fuerte presencia de los diseños infantiles que tanto le gusta incorporar a María en sus prendas.

La habitación de al lado, que conecta con el cuarto de jugar mediante un pequeño ventanuco en la pared, es una zona dedicada al arte, donde descansan muchas obras de diferentes autores y estilos, apoyadas en las paredes. En el centro, una gran alfombra colorida en la que hemos podido ver a la catalana practicar yoga en alguna ocasión.

Todo al negro: el dormitorio de María Escoté con muebles low-cost

El dormitorio de María rompe en buena medida con las pinceladas comunes que se repiten en el resto de estancias. El blanco y la luminosidad son sustituidos aquí por una oda al negro. Las paredes de la habitación están pintadas en dicho color, algo que la diseñadora reconoce le ayuda a considerarlo "un pequeño búnker" y hasta a descansar mejor.

La oscuridad de las paredes se complementa con numerosos puntos de color y mucho dorado. La cama de matrimonio tiene ropa en rosa (a juego con el techo) y cojines con formas geométricas y en tonos muy vivos. Las cómodas y mesillas son también low-cost, aunque customizadas en lo referente a color y elementos como los pomos. También aquí cuenta con varias obras pictóricas de su padre.