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¿Qué trastorno sufre Aron Piper?

Aron PiperCordon Press
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De vez en cuando la carrera de un intérprete despega y eso hace que forme parte de numerosos proyectos. Es lo que le pasó a Aaron Piper, quien tras su paso por Élite parecía estar en todas partes, momento que él supo aprovechar para participar en todos esos proyectos que llamaron su atención, esperando consolidar su carrera y poder disfrutar del éxito para siempre, por mucho que sea consciente de lo imposible que es mantenerse siempre al mismo nivel. 

Ahora las cosas están más tranquilas, parece haber encontrado el equilibrio perfecto y puede disfrutar de una carrera de éxito y el reconocimiento del público tras haberse acostumbrado a la fama, que también parece haberse convertido en un aliado y no en un enemigo, como sucede en ocasiones con los actores que se convierten en el boom del momento. 

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Gracias al interés que despierta es posible conocer un poco más sobre su vida, su forma de pensar o su manera de afrontar las dificultades con las que ha tenido que enfrentarse, algunas de ellas ligadas a su profesión, pero otras a causa del trastorno que sufre: Aron Piper tiene discalculia

Discalculia: el trastorno que sufre Aron Piper

“Es como la dislexia, pero con números”, explicó hace unos años Piper durante su paso por El Hormiguero, donde acudió para promocionar la película El correo. “Se me puede timar fácil en cuanto a dinero, los cambios y tal, no calculo. Me imagino que todo el mundo hace unos movimientos en su cabeza a la hora de calcular que yo no hago. Haré otras cosas, doy mil vueltas, no llego al objetivo”. 

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La discalculia, tal y como el propio Aron explicaba, es a las matemáticas lo que la dislexia al lenguaje. Se trata de una dificultad en el aprendizaje de esta materia, es una condición neurológica que dificulta la comprensión de las matemáticas y las tareas relacionadas con ellas. Los niños que la padecen, que se estima que pueden ser entre el 5 y el 7%, suelen confundir los números y los signos y son incapaces de realizar cálculos mentales

Si bien la discalculia no desaparece con el paso del tiempo, sí que existen estrategias para aprender a manejarse en este tipo de situaciones, aunque para eso es necesario tener un diagnóstico, algo que no siempre llega tan rápido como sería deseable. Aunque en ocasiones no seamos conscientes de cuánto usamos las matemáticas y los números en nuestro día a día, las dificultades que se encuentran las personas con discalculia son prueba de ello. 

Por ejemplo, pueden tener dificultades para recordar números o seguir los horarios, pero también para orientarse en espacio, al no ser capaces de distinguir los números de los edificios de una calle, puede resultarles complicado estimar cuanto tiempo tardarán en llegar de un lugar a otro. Pagar una cuenta pude ser un problema, así como saber cuánto se ha gastado o cuánto dinero les queda. Esto da lugar a muchas frustraciones, que pueden llegar a afectar al niño (y al adulto) de manera muy seria, afectado a su autoestima.