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Samanta Villar reivindica poder conocer a la mujer que le donó sus óvulos: "A mi hijos se les niega ese derecho"

Samanta VillarCordon Press
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Hace nueve años, Samanta Villar se convertía en madre por primera vez. La periodista tenía entonces 40 años y podía dar la bienvenida a sus hijos mellizos tras recurrir a la ovodonación. Su proceso para convertirse en madre no fue sencillo. Durante año y medio estuvo intentando quedarse embarazada de forma natural y ante la imposibilidad de lograrlo, su marido y ella acudieron al médico. Descubrió entonces que su reserva ovárica era baja y la pareja se vio obligada a recurrir a las técnicas de reproducción asistida. Un difícil proceso sobre el que se ha sincerado con Cruz Sánchez de Lara en 'Madres: desde el corazón', el espacio de Mediaset Infinity donde las invitadas exploran el papel de la maternidad en sus vidas a partir de sus vivencias, los desafíos que han afrontado y sus triunfos.

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Decididos a ser padres, la primera opción que barajó la pareja fue una fecundación in vitro con los óvulos de la presentadora. Sin embargo, no fue posible. “Me dijeron que seguramente no iba a poder concebir con mis propios óvulos y recuerdo pensar entonces que mis hijos no van a ser hijos míos, pero salí por la puerta y dije que esta es la historia que vamos a tener mis hijos y yo”. Es ahí cuando decidieron recurrir los óvulos de una donante anónima y fecundar varios embriones artificialmente con el esperma de su marido. Un camino que tampoco fue sencillo. La presentadora sufrió un aborto y tuvo que someterse al proceso de fecundación en varias ocasiones. Sin embargo, tras algunos intentos, el deseado embarazo llegó.

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Samanta Villar reivindica el derecho de sus hijos a conocer sus orígenes

Aunque alguna vez se ha referido a que contar que has sido madre por ovodonación no es fácil y que "es como salir del armario", ella siempre lo ha llevado con naturalidad y sus dos hijos son plenamente conscientes de cómo fueron concebidos. "No se lo escondido nunca", le ha comentado a Cruz Sánchez de Lara, a la que le ha reconocido que por el momento, ninguno de los dos le ha hecho preguntas al respecto, pero que cuando las hagan ella les responderá de forma honesta. "Hasta el momento no han preguntado. Yo empecé desde que eran pequeños, si preguntan les diré que no lo sabemos, que me encantaría saberlo y que me encantaría investigarlo con ellos", ha comentado la periodista.

Sin embargo, está resignada a que nunca podrán descubrirlo. "La ley española marca que las donaciones de gametos, tanto de óvulos como de esperma, tiene que ser anónimo. Por tanto, nunca se conoce la identidad de esa persona, excepto si los niños tuviesen alguna enfermedad grave. Ahí se podría contactar con la persona donante por si, en un momento dado, se necesita, por ejemplo, una donación de médula", ha lamentado la periodista.

Su situación contrasta con la de los niños adoptados. Ellos sí tienen el derecho a conocer sus orígenes y cuando cumplen la mayoría de edad tienen acceso a los expedientes de sus padres biológicos. Sus hijos no podrán, salvo una situación completamente excepcional como es una enfermedad grave. "Lo que a mí me preocupa es que a mis hijos se les niega el derecho a conocer sus orígenes genéticos. Esto es grave porque, al final, forma parte de su identidad y, si yo misma pudiera, les ayudaría a investigar quién es esa mujer".

Ante esta situación, ya hay voces que solicitan que se modifique la ley para que las personas nacidas por donación de gametos tenga derecho a saber quiénes son sus padres biológicos. "De hecho, el comité de bioética está pidiendo a los políticos españoles que esta cuestión que se legisle en el sentido contrario. Que se prohíba el anonimato en la donación de gametos para preservar el derecho de la descendencia a conocer sus orígenes genéticos", ha explicado Samanta, que se muestra resignada a que, aunque ese cambio se produzca, sus hijos no podrán saber cuáles son sus orígenes. "No lo vamos a poder saber nunca porque en el caso de que se cambiara la ley nunca se haría con carácter retroactivo".

El primer año como madre, el más duro de su vida

Violeta y Damià llegaron al mundo en mayo de 2016 cumpliendo así el sueño de sus padres, que se enfrentaron entonces a la dura realidad de la paternidad. "El primer año de los mellizos fue el más duro de toda mi vida", ha reconocido la periodista en esta sincera entrevista, en la que, no obstante, ha asegurado que volvería a pasar por lo mismo.

Eso sí, lo sabiendo todo lo que sabe sobre, lo haría de otra forma y afrontaría su maternidad de una forma bien distinta. "Lo único que haría distinto es que me pondría ayuda desde el primer día. Ahora ya sé lo que necesito cuando tengo un bebé, en mi caso dos, en casa. Sin duda alguna tendría ayuda desde el minuto cero para muchísimas cosas que iría delegando y procurar ganar descanso, que eso es muy importante también".